El pasado 3 de Diciembre, se hizo oficial para uso litúrgico de la iglesia conciliar francófona una nueva versión de la Oración Dominical
en la cual se cambió la sexta petición a «Et ne nous laisse pas entrer
en tentation» (No nos dejes entrar). Por supuesto, la nueva versión (ni
tan nueva, ya que la versión francesa de la Biblia de Jerusalén desde el
año 2000 la incluye) fue aprobada en el 2013 en las versiones bíblicas
francesas. Y el día 12 del mismo mes, Bergoglio en su programa
(irónicamente llamado “Padre Nostro”) en la cadena televisiva TV2000 (propiedad de la
Conferencia Episcopal Italiana), sugirió idéntica alteración para la
traducción al italiano: sustituir “non ci indurre in tentazione”, a “non
abbandonarci alla tentazione”.
Al igual que hicieron en 1966, cuando los obispos franceses cambiaron la traducción a Ne nous soumets pas à la tentation (No nos sometas), no se limitaron a cambiar una palabra: ¡SE FUERON A POR TODA LA INVOCACIÓN, y con la venia de los protestantes! Porque hay que reseñar que la nueva versión adoptada por la deuterovaticanidad gabacha surgió de la traducción ecuménica de 1965, que también cambió la quinta petición remplazando la palabra deudas a ofensas (como sucedió también en la traducción española desde el 27 de Noviembre de 1988).
Al igual que hicieron en 1966, cuando los obispos franceses cambiaron la traducción a Ne nous soumets pas à la tentation (No nos sometas), no se limitaron a cambiar una palabra: ¡SE FUERON A POR TODA LA INVOCACIÓN, y con la venia de los protestantes! Porque hay que reseñar que la nueva versión adoptada por la deuterovaticanidad gabacha surgió de la traducción ecuménica de 1965, que también cambió la quinta petición remplazando la palabra deudas a ofensas (como sucedió también en la traducción española desde el 27 de Noviembre de 1988).
A
Dios gracias, no pueden meterse con los idiomas originales en que se
escribiera la Biblia, ni mucho menos con el latín, el idioma oficial de
la Iglesia Católica tradicional. Veréis, en la Vulgáta de San Jerónimo,
que fue una traducción casi literal desde los idiomas originales, el
pasaje de Mateo 6, 13, que en griego dice καὶ μὴ εἰσενέγκῃς ἡμᾶς εἰς
πειρασμόν, fue traducido por San Jerónimo como «Et ne nos indúcas in
tentatiónem». Pero, desde luego, Nuestro Señor no predicaba en griego,
sino en arameo (siríaco), y en ese idioma fue escrito originalmente el
Evangelio según San Mateo (los demás libros del Nuevo Testamento todos
fueron escritos en griego). Aprovechamos pues, para presentar cómo era
en el idioma original y su transliteración (leer de derecha a
izquierda):
ܐܰܒ݂ܽܘܢ ܕ݁ܒ݂ܰܫܡܰܝܳܐ (Abuna di bishemaya),ܢܶܬ݂ܩܰܕ݁ܰܫ ܫܡܳܟ݂ (Itqaddash shemak),
ܬ݁ܺܐܬ݂ܶܐ ܡܰܠܟ݁ܽܘܬ݂ܳܟ݂ (Tete malkutak).
ܢܶܗܘܶܐ ܨܶܒ݂ܝܳܢܳܟ݂ ܐܰܝܟ݁ܰܢܳܐ ܕ݁ܒ݂ܰܫܡܰܝܳܐ ܐܳܦ݂ ܒ݁ܰܐܪܥܳܐ (Titabed reutak kedi bi shemaya kan baara).
ܗܰܒ݂ ܠܰܢ ܠܰܚܡܳܐ ܕ݁ܣܽܘܢܩܳܢܰܢ ܝܰܘܡܳܢܳܐ (Lajmana hab lana sekem yom beyoma).
ܘܰܫܒ݂ܽܘܩ ܠܰܢ ܚܰܘܒ݁ܰܝܢ ܐܰܝܟ݁ܰܢܳܐ ܕ݁ܳܐܦ݂ ܚܢܰܢ ܫܒ݂ܰܩܢ ܠܚܰܝܳܒ݂ܰܝܢ (Ushebok lana jobeina, kedi af anajna shebakna lejeibina).
ܘܠܳܐ ܬ݁ܰܥܠܰܢ ܠܢܶܣܝܽܘܢܳܐ (Weal taalna lenision).
ܐܶܠܳܐ ܦ݁ܰܨܳܢ ܡܶܢ ܒ݁ܺܝܫܳܐ (Ela peshina min bisha).
ܐܰܡܺܝܢ ܀ (Amen)
En
el francés, las traducciones han sido varias por lo menos desde el
siglo XII, pero una de las versiones más tradicionales es la del padre
Augustin Crampon, que dice así:
Notre Père, qui êtes dans les cieux,
que votre nom soit sanctifié.
Que votre règne arrive;
que votre volonté soit faite sur la terre comme au ciel.
Donnez-nous aujourd'hui le pain nécessaire à notre subsistance.
Remettez-nous nos dettes, comme nous remettons les leurs à ceux qui nous doivent.
Et ne nous induisez point en tentation,
mais délivrez-nous du Malin.
Ainsi soit-il.
Y la española, que encontrábamos en los Catecismos y en las traducciones bíblicas de Mons. Felipe Scío de San Miguel y Mons. Félix Torres Amat:
Padre nuestro que estás en los Cielos,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy
y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores,
y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal.
Amén.
Los obispos conciliares aducen que la palabra griega εἰσενέγκῃς (vertida en latín como indúcas)
se entiende como hacer entrar o conducir, y que por tanto la traducción
antigua es teológicamente errónea porque Dios no tienta a nadie, sino
el diablo, aferrándose a Santiago 1, 13-15. Ciertamente Dios no puede
tentar a nadie, porque Él no inspira al mal; pero sí puede permitir que
seamos probados (pero nunca por encima del límite de nuestras fuerzas).
De ahí que el
significado teológico de la oración en los idiomas originales (arameo y
griego) y su traducción al Latin implica el reconocimiento de que
nuestras solas fuerzas humanas no son suficientes para lidiar con las
tentaciones (o pruebas) que afrontamos en la vida, y que por ello
necesitamos el auxilio de la gracia divina para resistir y vencer. Pero
la recensión oficializada
actualmente en francés parece que disminuye el poder de Dios y refuerza
el del
hombre, como si éste pudiera resistir por sí solo o le bastase su propia
determinación. Y esa actitud tiene un nombre: PELAGIANISMO.
Las
críticas a la reforma del Padrenuestro por parte de Bergoglio no se han
hecho esperar: El teólogo protestante estadounidense Richard Albert
Mohler Jr., presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur, se
pronunció así en una entrevista telefónica al New York Times: “Estuve
conmocionado y aterrado. Esta es la Oración del Señor. No es, y nunca ha
sido la oración del papa, y tenemos las mismas palabras de Jesús en el Nuevo Testamento. Son esas palabras las que el papa
propone cambiar. No sólo es algo profundamente problemático, es casi
pasmoso”. Así mismo, Anthony Esolen, profesor de literatura clásica en
el Colegio de Artes Liberales “Thomas More”, de Estados Unidos, señaló
que el texto griego del Padre nuestro no es ambiguo, ya que dice “no nos
induzcas a la tentación”, y que la nueva versión francesa representa
también un problema gramatical: “no podemos ir de un verbo activo, que
está en modo indicativo, en tiempo presente, en segunda persona del
singular, con una objeto directo claro, a un verbo totalmente diferente
-‘no permitir’- completado con un infinitivo que no está en ningún lugar
del texto -‘caer’- sin pasar de la traducción a una exégesis
teológica”, dijo.
Ciertamente a Bergoglio le parece que no existe realidad absoluta ni objetiva, y que es alérgico a toda definición. En pocas palabras, él es adepto del NOMINALISMO, que es una corriente filosófica que niega la existencia de los universales fuera de la mente del sujeto cognoscente (por lo que también se conoce a esta corriente como PARTICULARISMO), y que la relación significante-significado es arbitraria, una convención aceptada por una colectividad, y a veces incluso es el producto de una conspiración. Como consecuencia de ello, las personas comienzan a sospechar “que alguien, en algún lugar esta simplemente produciendo cosas e imponiendo su voluntad al resto de nosotros”.
Un elemento desconocido, y que empeora el problema frente a la nueva versión del Padre Nuestro: El marrano Yohanán Cohen (Juan Calvino) decía que la palabra griega εἰσενέγκης en esta petición significa lo mismo que “impeler”, lo que equivale a inculpar a Dios, Suma Bondad, de nuestra separación de y por Él si nos impeliese a la tentación. El trasfondo de esta afirmación es consistente con la doctrina calvinista de la doble predestinación (Dios hace a algunos hombres ser vasos de elección para manifestar sus misericordias y salvarlos, mientras que otros lo son de reprobación para manifestar su justicia, sin importar lo que hagan; y en todo caso, dicha predestinación se manifiesta en el plano terrenal), que ha sido consistentemente condenada por la Iglesia Católica.
Ciertamente a Bergoglio le parece que no existe realidad absoluta ni objetiva, y que es alérgico a toda definición. En pocas palabras, él es adepto del NOMINALISMO, que es una corriente filosófica que niega la existencia de los universales fuera de la mente del sujeto cognoscente (por lo que también se conoce a esta corriente como PARTICULARISMO), y que la relación significante-significado es arbitraria, una convención aceptada por una colectividad, y a veces incluso es el producto de una conspiración. Como consecuencia de ello, las personas comienzan a sospechar “que alguien, en algún lugar esta simplemente produciendo cosas e imponiendo su voluntad al resto de nosotros”.
Un elemento desconocido, y que empeora el problema frente a la nueva versión del Padre Nuestro: El marrano Yohanán Cohen (Juan Calvino) decía que la palabra griega εἰσενέγκης en esta petición significa lo mismo que “impeler”, lo que equivale a inculpar a Dios, Suma Bondad, de nuestra separación de y por Él si nos impeliese a la tentación. El trasfondo de esta afirmación es consistente con la doctrina calvinista de la doble predestinación (Dios hace a algunos hombres ser vasos de elección para manifestar sus misericordias y salvarlos, mientras que otros lo son de reprobación para manifestar su justicia, sin importar lo que hagan; y en todo caso, dicha predestinación se manifiesta en el plano terrenal), que ha sido consistentemente condenada por la Iglesia Católica.
Verdaderos
Católicos: la iglesia deuterovaticana intenta nuevamente cambar el
significado de la Sagrada Escritura, que -es cuestión dogmática- nadie
en la Iglesia, ni siquiera un verdadero Papa, tiene el poder de cambiar.
Tales desecraciones de la Sagrada Escritura son posibles no tanto
porque las traducciones no pueden transmitir exactamente el sentido
propio del texto en su idioma original, sino porque el Vaticano II
introdujo las lenguas vernáculas en los servicios litúrgicos y permitió
que las Conferencias Episcopales manejen al garete la liturgia y las
traducciones bíblicas. Los Católicos Tradicionales han evitado tales
desecraciones manteniendo el Latín como idioma litúrgico de la Iglesia y
siguiendo el consejo de San Francisco de Asís y otros Santos: rezar en
Latín las oraciones comunes de la Iglesia aun cuando las oraciones sean
rezadas en un contexto privado.
JORGE RONDÓN SANTOS
27 de Enero de 2018.
Fiesta de San Juan Crisóstomo, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia.
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