Elementos tomados de ALETEIA y LA PATILLA.
El narco-régimen dictatorial de Maduro “exporta” paramilitares hacia los países vecinos. Se trata de exintegrantes de estos grupos violentos que han cruzado la frontera -hacia Colombia y demás territorios vecinos- como tantos otros venezolanos que diariamente lo hacen para escapar de las duras condiciones de vida imperantes en el país y que el presidente del episcopado venezolano ha calificado de “cuadro dantesco”. Mons. José Luis Azuaje, obispo de Barinas, denunció que “para los ciudadanos, el poder adquisitivo es casi igual a cero. Hay tanta desesperación que las personas se ven empujadas a cometer saqueos y violencia todos los días, porque no hay alimentos en los supermercados. Sin mencionar las medicinas”.
El caso es que la cadena radial colombiana Caracol logró entrevistar en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, a ciudadanos migrantes que pertenecieron a estos grupos armados, mejor conocidos como “colectivos chavistas”… y confesaron que el trato con el régimen era amedrentar y asesinar personas.
El caso es que la cadena radial colombiana Caracol logró entrevistar en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, a ciudadanos migrantes que pertenecieron a estos grupos armados, mejor conocidos como “colectivos chavistas”… y confesaron que el trato con el régimen era amedrentar y asesinar personas.
“El gobierno de Aragua nos contrataba a un grupo de motorizados para que les cometiéramos caos en el centro de la ciudad, para que culparan a los que de verdad estaban haciendo sus marchas pacíficas (la oposición), y a nosotros nos pagaban por cargar armamento, granadas, y cometer caos en esta ciudad…”, narró uno de los ex colectivos armados quien por seguridad pidió reserva de su identidad.
El periodista quedó estupefacto al constatar que corroboraba lo que era un secreto a voces: el régimen de Hugo Chávez -hoy representado por Nicolás Maduro- les pagaba. Faltaba conocer los montos y esto también salió a relucir: desde 5.000 bolívares (US$ 500 hace dos años) y los beneficiaban con bonos especiales.
“Igualmente, cuando estaban haciendo la gran caminata a Caracas, que venían por la autopista Francisco Fajardo, nos pagaron también. El mismo Gobernador nos mandó a nosotros para trancar las autopistas y generar desórdenes. Muchos de mis compañeros asesinaron a varias personas… el dueño de la Goodyear en Aragua fue asesinado en medio de esos disturbios”, revelaron.
Tareck El Aissami, actual Vicepresidente de la República, gobernó el mencionado estado en el período 2012-2016. Según The Wall Street Journal, El Aissami está siendo investigado por el gobierno de los Estados Unidos por sus presuntas actividades de narcotráfico desde 2015. Rafael Isea, anterior gobernador de Aragua y supuestamente testigo protegido de la DEA, declaró que El Aissami habría recibido, por medio de su hermano Firaz, pagos de US$ 100.000 de parte del capo de la droga Walid Makled para permitir la entrada de cargamentos de droga a Venezuela.
Tan solo en el estado de Aragua operan al menos 300 motorizados que actuaban como colectivos chavistas, entrenados por Cuba y las FARC para garantizar el sustento armado de Maduro en el poder. Son las fuerzas de choque oficialistas que han agredido tanto a políticos del país suramericano como a periodistas en función, han asesinado a manifestantes, y la mayoría de sus crímenes ha quedado impune.
En Venezuela -y a estas alturas, en el mundo- se conoce el alcance que tienen estos paramilitares dispuestos a todo. Pero la crisis no respeta ni distingue: “Venezuela no se soporta ya –dicen-, nuestros hijos se están muriendo de hambre, lo que constantemente hacen es amenazarnos”. Expresaron su temor de regresar al país, pues aseguran que, por ser tildados de “desertores”, son víctimas de amenazas por parte de las autoridades venezolanas, o valiéndose de los presidiarios: “En el estado de Aragua, lo que viene siendo con los penitenciarios que llaman El Tren de Aragua (banda criminal que opera desde la cárcel de Tocorón), ellos son los que si nosotros cometemos errores, atentan con nuestra vida si nos metemos con la gente del PSUV”.
Quienes conocen de cerca cómo operan estos grupos han explicado: “Ellos hacen el trabajo sucio, La policía no es la que se encarga de disparar con balas porque eso traería consecuencias legales; en cambio los colectivos armados tienen la libertad de disparar y matar sin ser sancionados (…) Por el malestar que hay ante la escasez, el hambre, y la corrupción –continúa- , eso generaría en cualquier país del mundo que los ciudadanos salieran a las calles a protestar de manera masiva. El régimen necesita mantener controlada a la población, y estos colectivos o grupos armados son el instrumento, y muy eficaz, por cierto”.
La pregunta es obligada: ¿cómo hacen efectivo el pago? Y para eso también hay respuesta: “Ellos están en las nóminas de las alcaldías chavistas –precisa la fuente-, en las nóminas de los ministerios, de las gobernaciones y desde el mismo gobierno los contratan como guardaespaldas y funcionarios de seguridad”.
El asunto es claro: ya ni para ellos, los viles esbirros del castro-chávez-madurismo, es manejable la situación en Venezuela, razón por la cual emigran. En Venezuela hay una grave crisis económica, sanitaria y humanitaria que avienta a estos personajes, y esas naciones vecinas están recibiendo a estos colectivos, que son “civiles” pero delincuentes, aunque se hagan llamar Colectivos de Paz. Un peligroso producto de exportación, ya que son ellos quienes ahora, como atracadores y sicarios, quienes contribuyen a la inseguridad en las ciudades de Colombia.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)