San Constantino y Santa Elena (icono griego)
Hoy 3 de Mayo, celebramos la Exaltación (o Hallazgo) de la Santa Cruz.
Tal vez os preguntéis: ¿Por qué se honra a la Cruz? La respuesta es que se recuerda la batalla del Puente Milvio (Roma), ocurrida en el año 312 A.D., donde Constantino enfrenta al tirano Majencio en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la magnitud del ejército enemigo. Una noche, el emperador había visto la Cruz de Cristo en el cielo, y sobre ella estaban escritas estas palabras: "In hoc signo vincis" (CON ESTE SIGNO VENCERÁS). Al día siguiente, Constantino mandó pintar en los escudos de sus soldados el signo de la Cruz y sustituyó el águila imperial de sus estandartes con la Cruz; y, en efecto, derrotó totalmente al tirano Majencio, y fue proclamado como la autoridad máxima del Imperio Romano. De vuelta a la ciudad, averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar en la religión Católica y mandó edificar muchas iglesias.
Visión de San Constantino (Fresco de un monasterio croata)
Su madre, Santa Elena, en agradecimiento de este favor de Dios, dispuso se hiciesen búsquedas en Jerusalén para dar con la verdadera Cruz. En el año 324 comenzaron las búsquedas. Una vez en la ciudad sagrada, Elena (que tenía ochenta y dos años) mandó llamar a los más sabios sacerdotes de los judíos, los interrogó y logró hallar el lugar donde se encontraba la Santa Cruz. Dióle tristeza y rabia a ella que el Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo estuviese lleno de tierra y sobre él un templo dedicado a la inmoralidad. La emperatriz ordeno demoler aquel edificio infame y limpiar la cueva. Descubriéronse tres cruces (la de Jesús y las de los malhechores que fueron crucificados con Él), pero no había forma de diferenciarlas porque la Cruz de Nuestro Señor no tenía el título (los judíos decidieron durante el siglo II retirar la inscripición). Recurrieron a un milagro para conocer con certeza cuál era aquélla de la que pendiera el precio de nuestra redención. Y para descubrir cuál era la verdadera cruz donde falleció Cristo, colocó una a una las cruces sobre personas enfermas, e incluso muertos, que se curaban o resucitaban al tocar la cruz que había sido la de Cristo. Santa Elena y san Constantino hicieron construir la Basílica del Santo Sepulcro, donde la guardaron.
Santa Elena encuentra la Cruz
A partir de ahí nace la veneración a la Santa Cruz, ya que Santa Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Santa Vera Cruz.
Mucho después, en el año 614, el rey persa Cosroes II tomó Jerusalén y, tras la victoria, se llevó la Santa Vera Cruz y la puso bajo los pies de su trono, como símbolo de su desprecio a la religión Católica (es de saber que Cosroes era pagano).
Tras quince años de luchas, el emperador bizantino Heraclio I lo venció definitivamente en el año 628. Poco después, en una ceremonia celebrada el 14 de Septiembre de ese año, la Santa Vera Cruz regresó a Jerusalén, llevada en persona por el emperador a través de la ciudad.
I. Algunas personas se empeñan en evitar las cruces, pero sin poder lograrlo: son los pecadores y los voluptuosos. Siempre en busca de placeres, no encuentran en su camino sino tristeza y aflicción de espíritu. ¿Por qué esto? Porque el hombre que no busca a Dios jamás está contento; sus deseos y sus pasiones lo atormentan, Y Dios mismo se complace en enviarle sufrimientos para desasirlo de las creaturas y volverlo a Él. El pecador no puede ser dichoso, porque donde no hay virtud no hay verdadera dicha. (Salviano).
II. Otros hay que buscan las cruces y las mortificaciones y que, en efecto, las encuentran. Es lo que sucede a los que comienzan a servir a Dios; no tienen todavía bastante valor ni suficiente amor de Dios que les haga encontrar dulces y agradables las aflicciones: sienten aún las asperezas y la amargura ¡dichosos si continúan en este arduo ejercicio de la mortificación sin desanimarse!
III. Las almas santas buscan las cruces con diligencia, pero no las encuentran. San Francisco Javier las deseó en aumento progresivo; pidió Santa Teresa padecer o morir; y, como San Pablo, superabundaron de gozo en medio de sus aflicciones. Es que el prolongado sufrimiento, su amor a Dios y el consuelo que el Señor difunde en sus almas, los hace felices en este mundo mientras ellos buscan la felicidad del cielo. Persiguen la dicha y ya son dichosos; la buscan y ya la encontraron. (San Euquerio).
ORACIÓN A LA SANTA CRUZ
Dios todopoderoso, que habéis padecido la muerte en el Árbol de la Cruz por nuestros pecados, acompañadme.
Santa Cruz de Jesucristo, sed mi esperanza.
Santa Cruz de Jesucristo, tened piedad de mí.
Santa Cruz de Jesucristo, rechazad de mí toda arma cortante.
Santa Cruz de Jesucristo, derramad sobre mí todo bien.
Santa Cruz de Jesucristo, descartad de mí todo mal.
Santa Cruz de Jesucristo, haced que alcance el camino de la salud.
Santa Cruz de Jesucristo, preservadme de accidentes corporales y temporales.
Que adore la Santa Cruz de Jesucristo por siempre.
Jesús de Nazareth crucificado, tened piedad de mí, y haced que el espíritu maligon y nocivo huya de mí por todos los siglos. Amén.
En honor de la Preciosa Sangre de Jesucristo, en honor de su Encarnación, por donde puede conducirnos a la vida eterna, tan cierto como que Jesucristo nació el día de la Natividad, y fue crucificado el Viernes Santo, y resucitó al tercer día el Domingo de Pascua. Amén.
Santa Cruz de Jesucristo, sed mi esperanza.
Santa Cruz de Jesucristo, tened piedad de mí.
Santa Cruz de Jesucristo, rechazad de mí toda arma cortante.
Santa Cruz de Jesucristo, derramad sobre mí todo bien.
Santa Cruz de Jesucristo, descartad de mí todo mal.
Santa Cruz de Jesucristo, haced que alcance el camino de la salud.
Santa Cruz de Jesucristo, preservadme de accidentes corporales y temporales.
Que adore la Santa Cruz de Jesucristo por siempre.
Jesús de Nazareth crucificado, tened piedad de mí, y haced que el espíritu maligon y nocivo huya de mí por todos los siglos. Amén.
En honor de la Preciosa Sangre de Jesucristo, en honor de su Encarnación, por donde puede conducirnos a la vida eterna, tan cierto como que Jesucristo nació el día de la Natividad, y fue crucificado el Viernes Santo, y resucitó al tercer día el Domingo de Pascua. Amén.
Misericordioso Dios, en quien se refleja la eterna llama del amor que llevó a tu Hijo a encarnarse y a morir sobre la Cruz por nuestra salvación: haznos dignamente conocer, amar y glorificar aquella Cruz por la cual obtenemos la misericordia y la vida. O Cruz santa, que fuiste digna de portar la Víctima divina e indicarnos el puerto seguro, sé siempre, como lo fuiste por nuestro protector San Costantino, el estandarte, el áncora de salvación y la prenda de la gloria futura. Oh Dios, que a lo largo de los siglos quisiste glorificar este símbolo de redención, apareciendo luminoso al gran emperador San Costantino y dándoselo como prenda de victoria, haz que también nosotros, con este signo que nos da vida, podamos siempre lograr la victoria sobre satanás y el su reino; haz que brille sobre nuestra frente y en nuestros corazones, y resplandezca en todas nuestras acciones. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén. (Antigua oración sarda)
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