ANÓTELO EN SU Libro de Memoria
LA FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X
COLABORA EN LA
Agenda 2010 Benedicto XVI
Agenda 2010 Benedicto XVI
Padre Juan Carlos Ceriani
Recientemente la Editorial Terra Mare ha publicado su primera Agenda (Terra Mare, 157, rue de l’Université – 75007 Paris. editions-terramare.com).
Ha sido dedicada a Benedicto XVI.
Lleva un Prefacio del cardenal Castrillón Hoyos, Prefecto emérito de la Congregación del Clero y Presidente emérito de la Comisión pontifical Eccesia Dei.
Cuenta con la colaboración de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, mediante el comentario de un sacerdote del Distrito de Francia.
Estimado lector, si a usted no le interesa saber más, tiene el derecho y la libertad de detener aquí la lectura de mi artículo.
Pero si usted desea interiorizarse un poco más sobre este Libro de memoria, puede leer algunos extractos de la presentación que hace el editor para promoverla:
2010 se anuncia como un año importante, crucial incluso. Los compromisos que debe enfrentar nuestra sociedad son múltiples: económicos, diplomáticos, financieros, de identidad, militares… Por esta razón nos pareció urgente hablar de espiritualidad. ¿Y quién mejor que el papa Benedicto XVI puede acompañarnos un año entero en esta vía ambiciosa?
Benedicto XVI, desde su elección, afrontó el reto de suceder al inolvidable Juan Pablo II, ocupar un lugar esencial, una vía personal, en una palabra, de definirse como un nuevo protagonista de la reconquista espiritual ante la omnipotencia del materialismo contemporáneo.
Se lo quiera o no, en nuestro mundo en gran cambio, Benedicto XVI ocupa firmemente y con determinación el lugar que le corresponde, en la vanguardia de la defensa y la promoción de los indispensables valores humanos.
Es como todos querríamos ser: firme, estable y en perpetuo movimiento; es la famosa “hermenéutica de la continuidad”. Moderno e innovador, recordando siempre las fuentes fundamentales de los valores necesarios para toda vida en sociedad. ¡Humilde y discreto, aunque guiando los pasos de al menos un tercio de la humanidad!
Quisimos consagrarle la primera Agenda Terra Mare. Y agradecemos a las cincuenta y tres personalidades excepcionalmente reunidas para la ocasión, y que nos aportaron su espléndido testimonio.
Supongo que, si llegó hasta aquí en su lectura, es porque usted está interesado y desea conocer algunos pormenores de este Libro de memoria. Pues bien, él se presenta en forma de una recopilación de textos, uno por semana.
El editor nos informa: Descubrirán en esta Agenda sin precedentes, tras Su Eminencia el cardenal Castrillón Hoyos, a cincuenta y dos personalidades católicas, testigos privilegiados de la unidad de la Iglesia, que les proponen meditaciones o reflexiones…
Agenda sin precedentes… el cardenal Castrillón Hoyos… cincuenta y dos personalidades católicas… testigos privilegiados de la unidad de la Iglesia…
Parece interesante, ¿no? Y nos proponen meditaciones o reflexiones… Debemos reconocerlo, esto es más que un simple Libro de memoria para anotar aniversarios, compromisos, datos…
¿Seguimos? ¿Quiere ponerse al corriente respecto de esas personalidades católicas, excepcionalmente reunidas para la ocasión?
Doy por sentado que usted estará de acuerdo con los editores en que su Vademécum es sin precedentes… En efecto, reunir obispos y sacerdotes de la Iglesia conciliar, con figuras del Renacimiento carismático, del Opus Dei, del Instituto del Buen Pastor, del Barroux, de la Fraternidad San Pedro, del Instituto de Cristo Rey y de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X… no tiene precedentes… Sólo falta Monseñor Fernando Rifán; pero él no es francés… ¡Qué lástima!
El levantamiento de las excomuniones del 21 de enero de 2009, ¿será el antecedente? Es legítimo conjeturarlo. En todo caso, hasta hace un año esto era casi inimaginable.
En efecto, la asociación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con algunos de esos grupos sí tiene precedentes. ¿Recuerda, por ejemplo, la Carta de Apoyo a Benedicto XVI y las reuniones con miembros del G.R.E.C.?
Bueno… pero no perdamos el hilo; y por si quedase alguna duda sobre la responsabilidad de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, hay que saber que al final, en la página de los agradecimientos, encontramos este reconocimiento de los editores a las cincuenta y tres personalidades:
Deseamos agradecer a todos los que nos concedieron su confianza fraternal y ofrecieron su brillante contribución, al compás de las semanas de esta Agenda excepcional. Para darles prueba de nuestro profundo agradecimiento, os proponemos encontrarlos en la dirección correspondiente y, si lo deseáis, ayudarlos en su misión apostólica.
Y se transcriben en la página de enfrente las direcciones de Internet de los cincuenta y tres redactores; y entre ellas, no la personal del Padre Celier, sino la del sitio oficial de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en Francia, La Porte Latine (La Puerta Latina)…
Noto que usted se está enfadando conmigo… Recuerde que yo no tengo nada que ver con este asunto; sólo lo hago conocer al público no francés; y supongo que Benedicto XVI, los editores y los comentaristas no deben estar en contra de ello. Al contrario, pues les hago publicidad.
Ahora bien, si usted quiere saber lo que dice el Cardenal Castrillón Hoyos, he aquí algunas frases de su Prefacio:
Profundizar en nuestra fe cada día y a lo largo del año en unión de oración y de pensamiento con el Papa: ¡qué feliz iniciativa y qué luminosa idea!
(…) Recorred estas páginas, impregnaos de estas reflexiones y de estas luces que os son propuestas por el Papa y por cincuenta y dos personalidades notables que se han esforzado por ayudaros a profundizar vuestra fe y vuestra inteligencia, y “a responder a este llamado de lo alto”.
Vaya aquí el agradecimiento para ellas, ya que aportan todas, así reunidas en esta excepcional Agenda, un único testimonio sobre la riqueza, la diversidad y la unidad de la Iglesia católica y romana.
Ahora la cosa se puso digna de ponderación, tanto por el contenido como por la autoridad de quien la presenta.
¿Qué sigue? ¿Realmente quiere saber más sobre esta ecuménica obra? Pues sepa que, después de una biografía, “De José Ratzinger a Benito XVI”, al principio de cada mes el Libro de memoria nos propone textos suyos, tomados de sermones, encíclicas, exhortaciones…
Luego, para cada semana, encontramos una cita de Benedicto XVI y el comentario de una de las cincuenta y dos personalidades redactores.
¿Me pregunta usted si son cincuenta y dos o cincuenta y tres? Son cincuenta y tres contando al señor Cardenal.
Si realmente usted pretende tener una idea clara de la amplitud de la composición, observe que, conforme a lo dicho por el Cardenal Castrillón Hoyos, para ayudarnos a profundizar nuestra fe y nuestra inteligencia, y “a responder a este llamado de lo alto”, para el mes de junio 2010 la Agenda nos ofrece como textos de reflexión, para entrar en unión de oración y de pensamiento con el Papa, el Motu proprio “Summorum Pontificum”, del 7 de julio de 2007, y Motu proprio “Ecclesiae unitatem”, del 2 de julio de 2009… ¡nada más y nada menos!…
Así es, para el mes de junio 2010, el Libro de memoria sin precedentes nos ofrece como textos de reflexión el “Summorum Pontificum” y el“Ecclesiae unitatem”, seguidos de los comentarios hebdomadarios.
De este modo, la primera semana de junio comienza con un comentario del Padre Ribeton, Superior del distrito de Francia de la Fraternidad San Pedro.
Las semanas que siguen presentan comentarios de Michel de Jeaghere, periodista escritor; del Canónigo Benoît Jayr, Provincial del Instituto de Cristo Rey; Christian Marquant, Presidente de la Asociación Paz Litúrgica…
Tal vez estos nombres no le digan mucho, o nada; pero si usted quiere llegar al comentario del sacerdote miembro de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, entérese que la semana del 27 de junio al sábado 3 de julio (justo para las acostumbradas ordenaciones sacerdotales en Ecône, ¿un guiño de ojo?), se abre con la siguiente cita de Benedicto XVI: El ars celebrandi debe favorecer el sentido de lo sagrado y la utilización de las formas exteriores.
Ars celebrandi significa El arte de celebrar.
Y en el ecuménico contexto sigue el comentario del Padre Grégoire Celier, que lleva por título: El ars celebrandi ¿puede bastar?
He aquí el texto completo:
El papa señala como una de las causas principales de la crisis actual la desaparición de lo que Dom Guéranger llamaba “la unción”, este espíritu de la oración litúrgica, que él mismo llama el ars celebrandi. Para reencontrarlo, Benedicto XVI expresó el deseo de un nuevo Movimiento litúrgico, que difundiría “el espíritu de la liturgia”.
Los católicos vinculados a la tradición comparten esta preocupación del papa. Está claro que la liturgia no es una colección de rúbricas prescritas por la autoridad y que bastaría con aplicarse a ellas como un funcionario del culto. Ella es un rezo en primer lugar, a continuación un arte de celebrar, por fin “la fuente primera e indispensable del verdadero espíritu cristiano”. El más bello oficio, si se celebra sin fe y sin interioridad, pierde su sabor espiritual y puede reducirse a una caricatura a veces sacrílega.
Para reencontrar plenamente el amor de la liturgia, nuestro tiempo necesitaría efectivamente un Movimiento litúrgico inspirado en el de Dom Guéranger.
Pero parece difícil sostener que la crisis actual procedería exclusivamente de una falta del espíritu litúrgico. Esto sería pasar por alto la realidad principal: la transformación radical de los propios ritos.
Los libros litúrgicos resultantes de la reforma post conciliar implican algunas deficiencias graves que, si no los vuelven en sí inválidos, hacen pesar sobre ellos una pesada hipoteca.
Que baste con citar, en la misa, la casi desaparición de la dimensión propiciatoria, en particular, por la supresión voluntaria del ofertorio tradicional. A este respecto, los católicos de tradición constantemente afirmaron que, en su forma actual, la nueva liturgia es inaceptable.
En cambio, la plena libertad de la liturgia tradicional, por fin reconocida en 2007, constituye un paso capital hacia ritos plenamente satisfactorios y un verdadero ars celebrandi.
Intencionalmente no he resaltado ninguna frase o palabra del texto. Por lo tanto, sin guías ni indicaciones, en conformidad con los Superiores de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y uno de sus miembros más conspicuos, usted tiene lo suficiente para, en unión de oración y de pensamiento con Benedicto XVI, profundizar su fe y su inteligencia, y poder, de este modo, responder a este llamado de lo alto, al menos durante los últimos días del mes de junio y los primeros del mes de julio de 2010.
Usted es libre, insisto una vez más, y puede detener su lectura aquí.
Pero, si usted quiere conocer las observaciones del Padre Ceriani, puede seguir leyendo, pero no está obligado a hacerlo. Sepa que corre el riesgo de quedar en desacuerdo con el Cardenal Castrillón Hoyos, con Benedicto XVI, con el Padre Celier y con los Superiores de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X que lo autorizaron a participar en esta excepcional Agenda… ¿Habrá una ordinaria?
Si sigue mi comentario, para comenzar estimo que coincidirá conmigo en que el título es atrayente e incluso, presentado en forma de pregunta, seductor: El ars celebrandi ¿puede bastar?
Espero que también acepte que, sin embargo, no nos permite entrever mucho hacia qué conclusión nos dirige el autor. El arte de celebrar, ¿será suficiente?, ¿no será suficiente? Porque, en principio, no puede haber otra respuesta… ¿No es cierto?
Si tiene paciencia y me sigue hasta el final, ya verá que la pregunta recibe una respuesta diáfana, pero tenebrosa…
Bien sabemos que este arte de lo nebuloso… (también existe un arte de lo caótico, propio de la modernidad)…, es digno de un periodista que no adhiere plenamente a la doctrina católica; pero es indecoroso de un sacerdote, cuya misión es defender claramente la Verdad. Pero no nos adelantemos ni nos salgamos del tema…
Si usted ha leído atentamente el comentario de marras, habrá notado que en los dos primeros párrafos, un cuarto del texto, el Padre Celier llega a establecer un asombroso paralelo entre Benedicto XVI y Dom Guéranger…, entre la desaparición del “ars celebrandi” de Joseph Ratzinger y la supresión de “la unción” del fundador del Movimiento Litúrgico.
El sorprendente paralelismo llega incluso a involucrar a San Pío X, porque su Motu Proprio Tra le sollecitudini es citado: “la fuente primera e indispensable del verdadero espíritu cristiano”…
He aquí, pues, ¡el ars celebrandi de Benedicto XVI galardonado por dos referencias al pasado pre-conciliar!… ¡Y qué nombres!…: Dom Guéranger y San Pío X… ¡Nada más y nada menos!…
¿Por qué, entonces calificar de asombroso este paralelismo?
Como usted sabe, si bien la liturgia francesa que conoció Dom Guéranger en su juventud había perdido el espíritu de la Liturgia Romana, esta Sacrosanta Liturgia no había sido ni suprimida, ni reformada, ni abandonada por la Sede Romana. ¡Y Francia no es la Iglesia!
El Movimiento Litúrgico al cual Dom Guéranger dio impulso se proponía restablecer en todo su esplendor la Liturgia Romana en Francia; hacer conocer y gustar en su patria la Liturgia de Roma, combatiendo las liturgias impregnadas de un sabor más o menos galicano.
Confío, pues, en que coincidirá conmigo en que la comparación está muy mal escogida. En efecto, los Papas León XII, Gregorio XVI y Pío IX, al igual que Dom Guéranger, eran perfectamente católicos y romanos, y luchaban contra el galicanismo; el cual no se había impuesto en Roma; ni en Francia por Roma, sino por obispos y sacerdotes franceses contra Roma.
Entonces, el estado actual de la Liturgia Romana no es comparable al que conoció Dom Guéranger… ¡Es mucho peor! Puesto que el neo-modernismo, infiltrado en Roma, ha impuesto una reforma doctrinaria, que va contra la Tradición y conlleva una reforma litúrgica…
¡Dichas reformas son arbitrariamente impuestas, hoy, por la Roma neo-modernista, en nombre de un Concilio!… ¡Y son ilegalmente aplicadas a toda la Iglesia oficialmente!
Usted sabe bien que la Constitución Missale romanum de Pablo VI abusivamente hace tabla rasa con la Liturgia Romana del Santo Sacrificio de la Misa.
Recientemente, el lunes 21 de diciembre de 2009, en su Discurso a la Curia Romana [ver Anexo I] Benedicto XVI pudo expresar: la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II ha tomado forma de manera ejemplar, así en la comunión del Sínodo se ha vivido de modo práctico la eclesiología del Concilio.
Por el contrario, no estoy seguro de que usted sepa (disculpe si me equivoco) que el Motu propio Summorum pontificum de Benedicto XVI, el cual debemos meditar para ayudarnos a profundizar nuestra fe y nuestra inteligencia, bendice y confirma esa devastación…
No sé si recuerda que ya en la Introducción de su Motu proprio, Benedicto XVI afirma que El Concilio Vaticano II expresó el deseo que la debida y respetuosa reverencia respecto al culto divino, se renovase de nuevo y se adaptase a las necesidades de nuestra época. Movido por este deseo, nuestro predecesor, el Sumo Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos reformados y en parte renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo, fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la tercera edición típica del Misal Romano. Así, los Romanos Pontífices han actuado “para que esta especie de edificio litúrgico (…) apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía”.
Imagino que usted no está al tanto de que Benedicto XVI, en la Exhortación post sinodal Sacramentum caritatis, de octubre de 2005 [ver Anexo II], expresó: En particular, los Padres sinodales han constatado y reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II (…) Se han constatado también dificultades y algunos abusos cometidos, pero que no oscurecen el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo.
No sé si llegó a leer el primer párrafo del artículo 1o del Motu proprio, donde Benedicto XVI establece que El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la “Lex orandi” (“Ley de la oración”), de la Iglesia católica de rito latino.
Por el contrario, estoy seguro que sí le han leído o dado a leer donde pretenden hacerle decir: Es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el bienaventurado Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca.
Pero no me consta que usted haya continuado la lectura y haya hecho hincapié en la condición correlativa a lo dicho en el primer párrafo:
,como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia…
Esa es la realidad, y no otra; realidad que no se quiere reconocer y se oculta…: de acuerdo con este Motu proprio, ese Misal no se ha abrogado nunca, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia…
Destaque que en el original hay, en lugar del punto, una coma y una frase que completa el pensamiento. Todos los textos oficiales de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X omiten la coma y la frase siguiente, y reemplazan todo por un punto. Esa es la razón por la cual ha destacado el punto y la coma.
Es por eso que, de modo coherente (y los modernistas lo son en su modernismo), la Carta a los Obispos que acompaña al Motu proprio concluye afirmando que No sería coherente con el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.
¡Sí!, usted ha leído bien, Benedicto XVI habla del reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito…
Antes, no lo olvide, había dicho que los Romanos Pontífices han actuado para que esta especie de edificio litúrgico apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía…
Y también proclamó, vale la pena recordarlo,
el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo…
Por lo tanto, no puede compararse el ars celebrandi de Benito XVI con la unción de Dom Guéranger. Tanto más que cuando Benedicto XVI habla de ars celebrandi se refiere a la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II.
Pero no sólo no hay comparación posible, sino que es necesario que la Roma ocupada por el modernismo recupere su verdadera Liturgia; para lo cual es necesario que se convierta y regrese a la Fe católica, puesto que la liturgia es la expresión de la fe.
La Constitución Missale Romanum de Pablo VI y el Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI tienen su lugar apropiado en el bote de los residuos.
Como primera conclusión, un cuarto del comentario desperdiciado y con idéntico destino que los documentos romanos conciliares…
Ya le anticipé que corría el riesgo de caer en desacuerdo con el Cardenal Castrillón Hoyos, con Benedicto XVI, con el Padre Celier y con los Superiores de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X que lo autorizaron a participar en esta Agenda… sin precedentes.
Pero, si usted no quiere estar en disenso con esos Superiores, entonces, mal que le pese, usted tiene que sostener que la misa bastarda montiniana, celebrada con unción, con el ars celebrandi, difunde el espíritu de la liturgia…; usted debe reconocer el valor y la santidad del nuevo rito, esplendoroso por dignidad y armonía… que tiene aún riquezas no descubiertas del todo…
Si le parece bien, continuemos.
El Padre Celier cree saber que Benedicto XVI anhela con todos sus deseos el nacimiento de un nuevo Movimiento Litúrgico; y por otra parte se siente delegado por los fieles tradicionalistas.
De este modo, en el siguiente cuarto de su texto, apoya mucho esta iniciativa en nombre de los tradicionalistas: los católicos vinculados a la tradición comparten esta preocupación del papa.
Entre paréntesis, como al pasar, observemos bien esta expresión vinculados a la tradición, como si se tratase solamente una elección sentimental.
Desconozco cuales son las preocupaciones de Benedicto XVI. Desconozco cuales son, hoy por hoy, las preocupaciones de la mayoría de los tradicionalistas.
Pero estoy seguro que la causa principal, por no decir la causa única, de la crisis actual es el modernismo. Las desviaciones litúrgicas menores han sido, primero, uno de los medios para infiltrar sus herejías; más tarde, las desviaciones litúrgicas mayores han sido sus consecuencias.
Estimado lector, más allá de sus preocupaciones, confío en que coincidamos en esto.
Por lo tanto, considero que es impensable proponer a Benedicto XVI como artífice de la restauración litúrgica, puesto que es un modernista que celebra la misa bastarda montiniana.
Ya nos tiene acostumbrados a esos textos que engañan.
En julio de 1988, en su Discurso al Episcopado chileno [ver Anexo III], expresó: Hay muchas razones que pueden haber motivado que muchas personas busquen un refugio en la vieja liturgia. Una primera e importante es que allí encuentran custodiada la dignidad de lo sagrado. Con posterioridad al Concilio, muchos elevaron intencionalmente a nivel de programa la ”desacralización”.
El Padre Celier, mientras tanto, no señala inmediatamente la verdadera causa de la crisis ni al verdadero responsable de que ella continúe. En lugar de esto, expone el pensamiento de Benedicto XVI sobre la crisis y su deseo de un nuevo Movimiento Litúrgico, deseo compartido con los católicos vinculados a la tradición. ¿Usted incluido?
Como segunda conclusión, pues, otro cuarto del corto texto desperdiciado… y añadido a los desperdicios…
Tomemos un recreo y contemplemos algunas fotos del pasado viaje de Benedicto XVI a Camerún y Angola, marzo de 2009:
El ars celebrandi debe favorecer el sentido de lo sagrado y la utilización de las formas exteriores… como este pintoresco altar y este sicodélico crucifijo… ¿no es cierto?
Al igual que en la liturgia en África, la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II ha tomado forma de manera ejemplar, así se ha vivido de modo práctico la eclesiología del Concilio. (Discurso de Benedicto XVI a la Curia Romana, diciembre de 2009). ¿Será una ofrenda?
Debemos recuperar la dimensión de lo sagrado en la Liturgia (Discurso del Cardenal Ratzinger al Episcopado chileno, julio de 1988) No podemos negar que la ronda tiene dimensiones pequeñas, al igual que lo sagrado de la liturgia que celebra Benedicto XVI, de cara al crucifijo…
José Ratzinger se interesó mucho por la cuestión litúrgica. Procuró, en particular, destacar que el rito más bello, si “no está habitado espiritualmente”, si no se vive en la fe y el entusiasmo, corre el riesgo de parecer sin sabor sobrenatural (Padre Celier) La fe y el entusiasmo de las “porristas” no son nada naturales, es cierto.
Para una participación más eficaz de los fieles en los santos Misterios, es útil proseguir el proceso de inculturación en el ámbito de la celebración eucarística (Exhortación post sinodal Sacramentum caritatis, octubre de 2005) Esa inculturación bien vale un Movimiento Litúrgico.
Después de la recreación, retomemos donde hemos quedado: otro cuarto del corto texto desperdiciado… y añadido a los desperdicios…
Pero, el Padre Celier no puede, a pesar de todo, silenciar los verdaderos problemas actuales de la Iglesia.
Le queda el 50 % de su comentario para tratar este tema.
Si lo cree conveniente, continuemos la lectura.
Ahora bien, Benedicto XVI piensa que la crisis actual vendría de la desaparición del ars celebrandi. El Padre Celier, por su parte, declara, en perfecto francés: Parece difícil sostener que la crisis actual procedería exclusivamente de una falta del espíritu litúrgico.
Debo confesar que el francés me supera… Benedicto XVI habla del arte de celebrar; el francés permite desarrollar el arte de la diplomacia… y los franceses son artistas consumados del tejemaneje… Pero a veces se dejan vapulear por Roma, donde hay no pocos franceses…
Nuestro comentarista, después de denunciar con razón las reformas litúrgicas del Concilio, señala lo único que pueden rescatar quienes acepten que un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X haya contribuido en esta Agenda: los católicos de tradición constantemente afirmaron que, en su forma actual, la nueva liturgia es inaceptable.
Tal vez ahora usted esté satisfecho y comparta esa iniciativa. Después de todo, ¿por qué no aprovechar esa Agenda para decir públicamente que la nueva liturgia es inaceptable?
Precisamente porque el Padre Celier no comienza ni concluye allí… Su comentario no sólo no principió como se debe, sino que tampoco finaliza como corresponde, lo cual es más grave. El no extrae las enseñanzas justas de lo que escribe en el medio.
Por el contrario, después de haber sostenido un 50 % de erróneo y un 35 % de verdadero, escoge nuevamente un 15 % de errado para su conclusión: En cambio, la plena libertad de la liturgia tradicional, por fin reconocida en 2007, constituye un paso capital hacia ritos plenamente satisfactorios y un verdadero ars celebrandi.
Si quiere seguirme hasta el final, lo podemos considerar.
Es absolutamente falso decir que por el Motu proprio Summorum Pontificum
en 2007 fue reconocida la plena libertad de la liturgia tradicional.
en 2007 fue reconocida la plena libertad de la liturgia tradicional.
Hasta 1969, por la Bula Quo primum, la Misa tradicional era la única Misa oficial y ordinaria del Rito Latino Romano de la Iglesia.
De 1969 hasta el 7 de julio de 2007, en la realidad y en la verdad del Derecho, la Misa tradicional continuó siendo la única Misa oficial y ordinaria del Rito Latino Romano de la Iglesia.
Pero, según el Motu proprio y la Carta a los Obispos de julio de 2007, la Misa tradicional ya no es la Misa oficial y ordinaria del Rito Latino Romano de la Iglesia. Es la forma extraordinaria…
La Roma anticristo y modernista, por medio de ese Motu proprio, ha humillado el Rito Romano de la Santa Misa como jamás ha sido humillado, relegándolo al rango de forma extraordinaria y uniéndolo a la misa bastarda, que sería la forma ordinaria del único rito romano…
En definitiva, un Motu proprio que consagra la nueva misa bastarda como norma ordinaria, y que sólo da a la verdadera Misa una autorización condicional, de la que no tenemos necesidad gracias a la Bula Quo primum y al indulto a perpetuidad con que la cubrió San Pío V.
Notemos que el Padre Celier, no sólo no condena el maligno Motu proprio de 2007, tema que domina el mes de junio de la Agenda, sino que no propone la única solución posible: ¡la restauración plena de la Liturgia Romana en todo su derecho y esplendor!
Después de esta falsedad y de esta claudicación, la conclusión hace estremecer a un corazón verdaderamente católico: el perverso Motu proprio de Benedicto XVI constituiría
un paso capital hacia ritos plenamente satisfactorios y un verdadero ars celebrandi…
un paso capital hacia ritos plenamente satisfactorios y un verdadero ars celebrandi…
Para penetrar en profundidad el pensamiento del Padre Celier hay que comprender que el Movimiento Litúrgico que promueve junto con Benedicto XVI no es necesario para la verdadera Misa, puesto que los sacerdotes que utilizan el Rito Romano Católico, permaneciendo fieles a sus rúbricas, conservan “la unción”, “el espíritu de la liturgia” y “la fuente primera e indispensable del verdadero espíritu cristiano”.
Puesto que Benedicto XVI denuncia como causa de la crisis actual la desaparición del espíritu de la oración litúrgica, del ars celebrandi, es ciertamente al Nuevo Rito, al rito bastardo, que aplicará sus cuidados. ¿Cómo en África en 2009 o en Sydney en 2008?
¿De qué modo, entonces?
El Padre Celier nos proporciona la fórmula.
Después de haber apoyado completamente las afirmaciones de Benedicto XVI (tesis…), las confronta luego con la transformación radical de los propios ritos, que implican algunas deficiencias graves, de modo tal que en su forma actual la nueva liturgia es inaceptable (antitesis…)…
¿Habrá una síntesis? No lo dude.
El Padre Celier sintetiza: En cambio, la plena libertad de la liturgia tradicional, por fin reconocida en 2007, constituye un paso capital hacia ritos plenamente satisfactorios y un verdadero ars celebrandi.
Debemos esperar, pues, que el nuevo Movimiento Litúrgico emprendido por Benedicto XVI, con el apoyo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, nos conduzca a lo que el Padre Celier denomina la misa pipaul [pío-paulina] es decir, una simbiosis de la Misa de San Pío V con el rito bastardo de Pablo VI…, intercambio patrocinado por el nefasto Motu Proprio de 2007.
¿Misa pipaul? ¿Qué es esto de misa pío-paulina? En su libro Benedicto XVI y los tradicionalistas, escrito en forma de diálogo con el periodista Olivier Pichon y publicado en febrero de 2007, cinco meses antes del Motu proprio de Benedicto XVI, el Padre Celier escribe:
Me parece importante destacar que corremos el riesgo de conocer en las próximas décadas una nueva situación, compleja y versátil. En la actualidad las cosas están relativamente zanjadas, y en consecuencia claras: por una parte están los que celebran la nueva liturgia, del otro lado los que celebran la liturgia tradicional. Ahora bien, creo que existirá pronto una “oferta litúrgica” por una increíble diversidad, desde la misa progresista más desgreñada hasta la misa tradicional más estricta, pasando por todos los matices del arco iris.
En efecto, algunos jóvenes sacerdotes “oficialistas“, en una proporción no desdeñable, se interesan por el misal tradicional, lo estudian, vienen a los Prioratos o a las peregrinaciones tradicionalistas para ver como se celebra esta misa.
Muchos pasan a ser “birritualistas“, celebrando la misa tradicional en privado, mientras que conservan la nueva misa en público. Y este fenómeno tiende a acentuarse.
La práctica de los dos ritos no es neutra; uno se destiñe inevitablemente sobre otro. Me parece que vamos a asistir a un fenómeno que la historia de la liturgia hace mención, a saber la contaminación de un rito por el otro.
Me parece que nuestros contemporáneos van quizás a convertirse en los testigos del nacimiento de un nuevo rito: “la misa pipaule“.
La misa pipaule sería una mezcla simplemente del rito “Pie” y del rito “Paul“.
Los jóvenes sacerdotes, queriendo re-enraizar en la tradición la liturgia que celebran en público, aportarán a ella, simplemente, partes de la liturgia tradicional que celebran ocasionalmente.
Ahora bien, en ningún momento, de las páginas 195 a 201 en que aborda el tema, el Padre Celier deplora esa posible situación; se limita a presentarla.
Es bastante curioso comprobar que lo expuesto por el Padre Celier es lo que afirma Benedicto XVI en la Carta que acompaña a su Motu proprio: las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente.
Pero hay algo más grave aún, en la página 201 de su libro encontramos la siguiente afirmación: Según ruidos autorizados que han corrido estos últimos meses, Roma consideraría ahora que del único rito romano existe una forma ordinaria (la nueva liturgia) y una forma extraordinaria (la liturgia tradicional) ambas con derecho de ciudadanía.
Su libro se publicó en febrero del año 2007. Eso significa, pues, que el Padre Celier, y obviamente los Superiores de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, ya sabían algunos meses de antemano y de manera garantizada, cómo el Motu proprio del 7 de julio de 2007 trataría a la Santa Misa… Lo cual explica, seguramente, porqué la FSSPX no criticó ese documento ni antes ni después del 7 de julio.
Podemos preguntarnos, con razón y angustia: los sacerdotes que celebren la Misa de siempre de forma extraordinaria, ¿no introducirán en ella la revolución litúrgica de la misa bastarda que celebran de forma ordinaria?
Consideremos ahora las medidas concretas que en su libro propone el Padre Celier a Benedicto XVI para que éste pueda realizar ese proceso de “retradicionalización”:
a) Que Roma se limite a abrir cada vez más las puertas a lo que es tradicional y a velar por frenar a los obispos que querrían abiertamente perseguir este regreso a la tradición.
A lo largo de los años, con la llegada progresiva de sacerdotes más vinculados a la tradición litúrgica y formados en su juventud con ritos más tradicionales, la nueva liturgia se irrigaría aún más de fórmulas tradicionales y de espíritu tradicional.
Por ello se vería quizá nacer e imponerse a lo largo de los años este rito híbrido que llamé de manera un poco humorística la misa pipaule.
b) Propone a continuación al Papa la técnica del jujitsu, arte marcial que tiene por principio utilizar la fuerza del adversario para superarlo: Roma tendría el recurso, para neutralizar a sus adversarios, de utilizar los principios mismos de la nueva liturgia. Y en primer lugar, su carácter muy abierto. En los ritos ahora todo está libre a la elección; se proponen numerosas opciones. Roma podría entonces añadir el ofertorio tradicional entre las elecciones posibles. En esta hipótesis, Roma tendrá ciertamente la idea de utilizar, para esta promoción de la tradición, los mismos argumentos de los progresistas: libertad, riqueza de la elección, antigüedad de los textos, ¿qué sé yo?
Hemos dicho al comienzo que el título del comentario es atrayente e incluso seductor, pero que no nos permite entrever hacia qué conclusión nos dirige el autor.
Ahora lo sabemos: ritos más o menos tradicionalizados vendrán progresivamente a incorporarse al rito bastardo para intentar darle títulos de nobleza…
Se trata de ese odioso complot contra la Santa Misa Católica, en el cual trabajan desde hace más de veinte años los modernistas y desde hace poco un cierto número de aquellos que creíamos defenderla…
Como hemos afirmado ya, la conclusión es diáfana… pero tenebrosa…
Padre Juan Carlos Ceriani
Del Discurso de Benedicto XVI a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2009
“Para la Iglesia y para mí personalmente, el año que está terminando ha estado en gran parte bajo el signo de África. Primero fue el viaje a Camerún y Angola (…)
De modo particularmente profundo ha quedado impreso en mi memoria el recuerdo de las celebraciones litúrgicas.
Las celebraciones de la Eucaristía eran verdaderas fiestas de la fe.
Quisiera mencionar dos elementos que me parecen particularmente importantes.
Había ante todo una gran alegría compartida, que se expresa también a través del cuerpo, pero de una forma disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo.
Con esto ya se indica el segundo elemento: el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios viviente, plasmaba, por así decirlo, cada gesto individual.
El Señor está presente, el Creador, Aquel a quien todo pertenece, del que procedemos y hacia el que estamos en camino.
Espontáneamente me venían a la mente las palabras de san Cipriano, que en su comentario al Padrenuestro escribe: “Recordemos que estamos bajo la mirada de Dios. Debemos agradar a los ojos de Dios, tanto con la actitud de nuestro cuerpo como con el uso de nuestra voz” (De dom. or. 4. CSEL III 1 p 269).
Sí, esta conciencia estaba allí presente: estamos en presencia de Dios. De esto no se deriva miedo o inhibición, ni tampoco una obediencia exterior a las normas, y menos aún un deseo de aparecer ante los otros, o gritar de modo indisciplinado.
Se dio más bien lo que los Padres llamaban “sobria ebrietas”: estar llenos de una alegría que sin embargo permanece sobria y ordenada, que une a las personas desde el interior, llevándolas a la alabanza comunitaria de Dios, una alabanza que al mismo tiempo suscita el amor al prójimo, la responsabilidad mutua.
Naturalmente, formaba parte del viaje a África sobre todo el encuentro con los hermanos en el ministerio episcopal y la inauguración del Sínodo de África mediante la entrega del Instrumentum laboris (…)
Al igual que en la liturgia en África y, después, de nuevo, en San Pedro en Roma, la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II ha tomado forma de manera ejemplar, así en la comunión del Sínodo se ha vivido de modo práctico la eclesiología del Concilio.”
De la Exhortación post sinodal Sacramentum caritatis, octubre de 2005.
“3. Al observar la historia bimilenaria de la Iglesia de Dios, guiada por la sabia acción del Espíritu Santo, admiramos llenos de gratitud cómo se han desarrollado ordenadamente en el tiempo las formas rituales con que conmemoramos el acontecimiento de nuestra salvación. Desde las diversas modalidades de los primeros siglos, que resplandecen aún en los ritos de las antiguas Iglesias de Oriente, hasta la difusión del rito romano; desde las indicaciones claras del Concilio de Trento y del Misal de san Pío V hasta la renovación litúrgica establecida por el Concilio Vaticano II: en cada etapa de la historia de la Iglesia, la celebración eucarística, como fuente y culmen de su vida y misión, resplandece en el rito litúrgico con toda su riqueza multiforme. La XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada del 2 al 23 de octubre de 2005 en el Vaticano, ha manifestado un profundo agradecimiento a Dios por esta historia, reconociendo en ella la guía del Espíritu Santo. En particular, los Padres sinodales han constatado y reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II. El Sínodo de los Obispos ha tenido la posibilidad de valorar cómo ha sido su recepción después de la cumbre conciliar. Los juicios positivos han sido muy numerosos. Se han constatado también las dificultades y algunos abusos cometidos, pero que no oscurecen el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo. En concreto, se trata de leer los cambios indicados por el Concilio dentro de la unidad que caracteriza el desarrollo histórico del rito mismo, sin introducir rupturas artificiosas. [Me refiero a la necesidad de una hermenéutica de la continuidad con referencia también a una correcta lectura del desarrollo litúrgico después del Concilio Vaticano II. Cfr. Discurso a la Curia Romana, 22 de diciembre 2005]
Lex orandi y lex credendi
34. El Sínodo de los Obispos ha reflexionado mucho sobre la relación intrínseca entre fe eucarística y celebración, poniendo de relieve el nexo entre lex orandi y lex credendi, y subrayando la primacía de la acción litúrgica. Es necesario vivir la Eucaristía como misterio de la fe celebrado auténticamente, teniendo conciencia clara de que «el intellectus fidei está originariamente siempre en relación con la acción litúrgica de la Iglesia». En este ámbito, la reflexión teológica nunca puede prescindir del orden sacramental instituido por Cristo mismo. Por otra parte, la acción litúrgica nunca puede ser considerada genéricamente, prescindiendo del misterio de la fe. En efecto, la fuente de nuestra fe y de la liturgia eucarística es el mismo acontecimiento: el don que Cristo ha hecho de sí mismo en el Misterio pascual.
Ars celebrandi
38. En los trabajos sinodales se ha insistido varias veces en la necesidad de superar cualquier posible separación entre el ars celebrandi, es decir, el arte de celebrar rectamente, y la participación plena, activa y fructuosa de todos los fieles.
Efectivamente, el primer modo con el que se favorece la participación del Pueblo de Dios en el Rito sagrado es la adecuada celebración del Rito mismo. El ars celebrandi es la mejor premisa para la actuosa participatio.
El ars celebrandi proviene de la obediencia fiel a las normas litúrgicas en su plenitud, pues es precisamente este modo de celebrar lo que asegura desde hace dos mil años la vida de fe de todos los creyentes, los cuales están llamados a vivir la celebración como Pueblo de Dios, sacerdocio real, nación santa (cf. 1 P 2,4-5.9).
Celebración eucarística e inculturación
54. A partir de las afirmaciones fundamentales del Concilio Vaticano II, se ha subrayado varias veces la importancia de la participación activa de los fieles en el Sacrificio eucarístico.
Para favorecerla se pueden permitir algunas adaptaciones apropiadas a los diversos contextos y culturas.
El hecho de que haya habido algunos abusos no disminuye la claridad de este principio, que se debe mantener de acuerdo con las necesidades reales de la Iglesia, que vive y celebra el mismo misterio de Cristo en situaciones culturales diferentes.
Por tanto, para una participación más eficaz de los fieles en los santos Misterios, es útil proseguir el proceso de inculturación en el ámbito de la celebración eucarística, teniendo en cuenta las posibilidades de adaptación que ofrece la Ordenación General del Misal Romano, interpretadas a la luz de los criterios fijados por la IV Instrucción de la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos, Varietates legitimae, del 25 de enero de 1994, y de las directrices dadas por el Papa Juan Pablo II en las Exhortaciones apostólicas postsinodales.
Participación de los cristianos no católicos
56. Al tratar el tema de la participación nos encontramos inevitablemente con el de los cristianos pertenecientes a Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica.
A este respecto, se ha de decir que la unión intrínseca que se da entre Eucaristía y unidad de la Iglesia nos lleva a desear ardientemente, por un lado, el día en que podamos celebrar junto con todos los creyentes en Cristo la divina Eucaristía y expresar así visiblemente la plenitud de la unidad que Cristo ha querido para sus discípulos (cf. Jn 17,21).
Por otro lado, el respeto que debemos al sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo nos impide hacer de él un simple «medio» que se usa indiscriminadamente para alcanzar esta misma unidad. En efecto, la Eucaristía no sólo manifiesta nuestra comunión personal con Jesucristo, sino que también implica la plena communio con la Iglesia.
Este es, pues, el motivo por el cual, con dolor pero no sin esperanza, pedimos a los cristianos no católicos que comprendan y respeten nuestra convicción, basada en la Biblia y en la Tradición.
Nosotros sostenemos que la Comunión eucarística y la comunión eclesial están tan íntimamente unidas que por lo general resulta imposible que los cristianos no católicos participen en una sin tener la otra. Menos sentido tendría aún una verdadera concelebración con ministros de Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica.
No obstante, es verdad que, de cara a la salvación, existe la posibilidad de admitir individualmente a cristianos no católicos a la Eucaristía, al sacramento de la Penitencia y a la Unción de los enfermos. Pero eso sólo en situaciones determinadas y excepcionales, caracterizadas por condiciones bien precisas. Éstas están indicadas claramente en el Catecismo de la Iglesia Conciliar y en su Compendio. Todos tienen el deber de atenerse fielmente a ellas.”
ANEXO III:
Del Discurso del Cardenal Ratzinger al Episcopado chileno, 13 de julio de 1988
“Hay muchas razones que pueden haber motivado que muchas personas busquen un refugio en la vieja liturgia.
Una primera e importante es que allí encuentran custodiada la dignidad de lo sagrado.
Con posterioridad al Concilio, muchos elevaron intencionalmente a nivel de programa la ”desacralización”, explicando que el Nuevo Testamento había abolido el culto del Templo: la cortina del Templo desgarrada en el momento de la muerte de cruz de Cristo significaría según ellos el final de lo sacro.
La muerte de Jesús fuera de las murallas, es decir, en el ámbito público, es ahora el culto verdadero.
El culto, si es que existe, se da en la no sacralidad de la vida cotidiana, en el amor vivido.
Empujados por esos razonamientos, se arrinconaron las vestimentas sagradas; se libró a las iglesias, en la mayor medida posible, del esplendor que recuerda lo sacro; y se redujo la liturgia, en cuanto cabía, al lenguaje y gestos de la vida ordinaria, por medio de saludos, signos comunes de amistad y cosas parecidas.
Sin embargo, con tales teorías y una tal praxis se desconocía completamente la conexión real entre el Antiguo y el Nuevo Testamento; se había olvidado que este mundo todavía no es el Reino de Dios y que ”el Santo de Dios” (Io 6,69) sigue estando en contradicción con el mundo; que necesitamos de la purificación para acercarnos a Él; que lo profano, también después de la muerte y resurrección de Jesús , no ha llegado a ser lo santo.
El Resucitado se ha aparecido sólo a aquellos cuyo corazón se ha dejado abrir para Él, para el Santo: no se ha manifestado a todo el mundo.
De este mundo se ha abierto el nuevo espacio del culto, al que ahora estamos remitidos todos; a ese culto que consiste en acercarse a la comunidad del Resucitado, a cuyos pies se postraron las mujeres y le adoraron (Mt. 28, 9).
No quiero en este momento desarrollar más este punto, sino sólo sacar directamente la conclusión: debemos recuperar la dimensión de lo sagrado en la Liturgia.
La liturgia no es festival, no es una reunión placentera.
No tiene importancia, ni de lejos, que el párroco consiga llevar a cabo ideas sugestivas o elucubraciones imaginativas.
La liturgia es el hacerse presente del Dios tres veces santo entre nosotros, es la zarza ardiente, y es la alianza de Dios con el hombre e Jesucristo, el muerto y resucitado.
La grandeza de la liturgia no se funda en que ofrezca un entretenimiento interesante, sino en que llega a tocarnos el Totalmente Otro, a quien no podríamos hacer venir. Viene porque quiere.
Dicho de otro modo, lo esencial en la liturgia es el misterio, que se realiza en el rito común de la Iglesia; todo lo demás la rebaja.
Los hombres lo experimentan vivamente, y se sienten engañados, cuando el misterio se convierte en diversión, cuando el actor principal en la Liturgia ya no es el Dios vivo, sino el sacerdote o el animador litúrgico.”
MÁS SOBRE LA FAMOSA AGENDA
Los desconfiados, que confían ciegamente en los Superiores de la Fraternidad y miran para otro lado para no tener que enfrentar la realidad, pueden consultar algunas páginas de la Agenda Benedicto XVI antes de encargarla:
Sería muy bueno que estos mismos, desde la Sede del Distrito, pidan al Padre Bouchacourt, actualmente en Francia, que traiga un ejemplar para cada sacerdote del Distrito y muchos otros para las librerías de los Prioratos. Que los fieles se vayan inscribiendo para no quedarse sin su ejemplar.
En tanto, para deleitarlos, les mostramos algunas fotos de la misma:
Finalmente, agregamos dos pasajes más de Benedicto XVI con demostraciones gráficas, las cuales complementan las del P. Ceriani en el post previo:
La liturgia es el hacerse presente del Dios tres veces santo entre nosotros, es la zarza ardiente, y es la alianza de Dios con el hombre en Jesucristo, el muerto y resucitado.
La grandeza de la liturgia no se funda en que ofrezca un entretenimiento interesante, sino en que llega a tocarnos el Totalmente Otro, a quien no podríamos hacer venir. Viene porque quiere.
A partir de las afirmaciones fundamentales del Concilio Vaticano II, se ha subrayado varias veces la importancia de la participación activa de los fieles en el Sacrificio eucarístico.
Para favorecerla se pueden permitir algunas adaptaciones apropiadas a los diversos contextos y culturas. (Exhortación post sinodal Sacramentum caritatis)
[En Africa] Había ante todo una gran alegría compartida, que se expresa también a través del cuerpo, pero de una forma disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo.
Con esto ya se indica el segundo elemento: el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios viviente, plasmaba, por así decirlo, cada gesto individual. (Discurso a la Curia Romana, diciembre 2009)
La grandeza de la liturgia no se funda en que ofrezca un entretenimiento interesante, sino en que llega a tocarnos el Totalmente Otro, a quien no podríamos hacer venir. Viene porque quiere.
Dicho de otro modo, lo esencial en la liturgia es el misterio, que se realiza en el rito común de la Iglesia; todo lo demás la rebaja. (Discurso del Cardenal Ratzinger al Episcopado chileno)
Para favorecerla se pueden permitir algunas adaptaciones apropiadas a los diversos contextos y culturas. (Exhortación post sinodal Sacramentum caritatis)
[En Africa] Había ante todo una gran alegría compartida, que se expresa también a través del cuerpo, pero de una forma disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo.
Con esto ya se indica el segundo elemento: el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios viviente, plasmaba, por así decirlo, cada gesto individual. (Discurso a la Curia Romana, diciembre 2009)
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