Si bien la infame Iglesia Conciliar decretó que esta fecha se celebrase en el Domingo Infraoctava (entre la semana) de Navidad, los Católicos debemos guardarla para el domingo Infraoctava de la Epifanía.
Quiere la Iglesia que, además de los días dedicados a festejar separadamente al Niño Jesús, a María Santísima y al Patriarca San José, se haga recuerdo hoy de los tres juntos, formando la familia ejemplar y modelo de lo que debe ser, según Dios y el Evangelio, la familia cristiana de nuestros tiempos. En este concepto se venera hoy al Hijo de Dios como hijo de familia; y se recuerda a los padres, a las madres y a los hijos atolondrados de hoy, su condición de tales y sus respectivos y mutuos deberes, y la obligación de todos juntos para con Dios. Esto ha tenido presenta la Iglesia al renovar con la Fiesta de la Sagrada Familia el hermoso ideal de la antigua familia cristiana, a la que anhela reconducir otra vez al mundo, hijo pródigo, y prófugo de ella, que ha convertido al hogar en un hotel si es rico, o en una posada si es pobre.
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
La Sagrada Familia (Jesús, María y José), reflejo fiel de la Trinidad Beatísima
La celebración de esta fiesta en toda la Iglesia, data sólo desde el Pontificado de Benedicto XV. Con ella nos transporta la liturgia a Nazaret, para contemplar allí la vida de la Sagrada Familia, ejemplar y modelo de la familia natural en que nacemos, y de la familia sobrenatural en la cual hemos sido adoptados por la gracia de Dios. El Evangelio nos retrata la existencia de la familia de Nazaret caracterizada por su fervor religioso, por su amor a la oración y por la unión íntima de los que la componen. La Epístola nos pone ante los ojos el espíritu y las virtudes que en ella reinaban: misericordia, benignidad, humildad, modestia, paciencia y, ante todo, caridad, que es el vínculo de la perfección. ¡Maravilloso modelo, cuya imitación llevará la paz y la alegría a los hogares cristianos!
La tradición dice que en la casa de Nazaret Jesús llevó una vida sencilla, humilde y oscura hasta la edad de 30 años. En el seno de esa familia aprendió el oficio de carpintero que ejercía San José. Allí creció en edad y sabiduría. Junto a ellos, María se sentía feliz de aliviar las fatigas de su esposo. Los tres santificaron la vida familiar con el ejercicio de las virtudes domésticas.
ORACION
Señor Nuestro Jesucristo, que sujeto a María y a José, consagraste con inefables virtudes la vida doméstica: haz por intercesión de ambos, que sepamos instruirnos con los ejemplos de la Sagrada Familia, y conseguir su eterna compañía en el cielo. Tú que con Dios Padre... Amen.
MISA DEL DÍA
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)