Cierto día un transeúnte paseando por las calles de Jerusalem se acercó al Monte del Templo, y viendo allí a un anciano Rabino balanceándose como es costumbre al rezar frente al Muro de los Lamentos, lo interrogó:
Trans.: – Rabino, paso por aquí todos los días y lo encuentro rezando fervorosamente. Como no soy religioso deseo saber ¿que siente,que es lo que suplica y que recibe de sus plegarias?
Rabino: – Nada. ES COMO HABLARLE A UNA PARED.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)