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lunes, 14 de noviembre de 2016

LA MALA HORA DEL CALIFATO TRASLUCE EN SU PROPAGANDA

 
 
Si quieres saber cómo le va a Estado Islámico, no hace falta que sigas la ofensiva desplegada estos días en Mosul. Basta con echar un vistazo a las últimas publicaciones del aparato de propaganda de la organización terrorista. Este pasado jueves los yihadistas publicaron una grabación de audio pronunciada por su líder Abu Bakr al-Baghdadi —su primer mensaje en casi un año— en la que el enigmático gurú (se ignora cuál es su estado de salud) apela enfáticamente a la violencia y a la guerra, dos temas que se han convertido cada vez más recurrentes en los mensajes de una organización que lucha a la desesperada por conservar el sueño de un estado —o de un Califato— que, cada vez más, parece tocar a su fin.
 
Estado Islámico apuntaló su leyenda y su delirio gracias a la impactante propaganda armada. Sin embargo, la organización terrorista está perdiendo fuelle en su autoproclamado Califato, y cada vez controla menos territorios en la franja de Siria e Irak que se agenció hace dos años a golpe de misiles, machetazos y ejecuciones en masa.
  
Cada vez está más claro que escasean las conquistas y que hay poco que reivindicar. La que fuera en su día una temible operación de propaganda es hoy poco más que una máquina estropeada, cuyo declive de contenidos desde enero está alcanzando unos niveles nunca vistos. Los investigadores antiterroristas estadounidenses así lo han concluido en sendos recientes informes.
  
"La idea de estado es esencial para la marca yihadista", explica Mara Revkin, una residente de la Escuela de Derecho del Centro para el Estudio de la Ley y la Civilización Islámicas de la universidad de Yale. Revkin investiga los sistemas legales islámicos y las formas de gobierno del yihadismo. Ahora que Estado Islámico está a punto de perder Mosul, uno de sus proverbiales bastiones, la pregunta es si la marca seguirá estimulando el reclutamiento de personal y de fondos, especialmente ahora que su lema "resistir y expandirse" ha quedado ridiculizado.
   
Un estudio publicado en octubre por el centro de Combate contra el Terrorismo, en la academia militar de West Point (CTC en sus siglas inglesas), desentraña hasta qué punto la pérdida de terreno estaría afectando a los otrora virtuosos ejercicios de propaganda de la organización. Los investigadores han concentrado su análisis en las campañas mediáticas oficiales producidas por Estado Islámico y distribuidas por sus canales online desde enero de 2015. El estudio se ha basado en cerca de 9.000 imágenes y vídeos. Y la conclusión inequívoca es que en este periodo ha habido una clamorosa disminución de los recursos y del avance del que fuera un Califato en expansión.
 
Tal y como subraya el informe, las publicaciones online de la organización yihadista han caído en picado. Se ha pasado de las 700 entradas mensuales publicadas en 2014 a las 194 del mes de agosto de 2016. La tendencia a la baja coincide con la pérdida de cerca de un 16 por ciento del territorio que había sido conquistado a lo largo de los dos últimos años, tal y como ya vaticinaba un informe publicado en octubre por IHS Conflict Minor, una firma de investigación radicada en Londres.
  
Producción de contenidos visuales de Estado Islámico. Fuente: Daniel Milton / Centro de Combate Antiterrorista West Point
 
Las iniciativas de Twitter y de otras redes sociales por restringir y suprimir el flujo de propaganda de Estado Islámico, también ha contribuido a la caída significativa de las publicaciones. Sin embargo, tal y como señala el CTC, harían falta avances mucho más significativos para contrarrestar las iniciativas de la organización.
 
"El Califato se está debilitando a muchos niveles y eso es el fruto de una presión implacable", explica Dan Milton, director de investigaciones en el CTC, y autor del estudio. "Esta presión combinada con la disminución de los recursos ha llevado a una pérdida de la capacidad para gobernar de la manera en que deseaban gobernar".
   
Categorías de la propaganda visual de Estado Islámico. Fuente: Daniel Milton/ Centro de Combate Antiterrorista West Point
   
El Califato fue el mayor logro institucional y propagandístico de la marca Estado Islámico. Aquél expresaba no solo la ambición de estado de la organización, sino que lo distinguía de manera diáfana y ambiciosa de su organización madre, Al-Qaeda, de la que se desmarcó, precisamente, gracias a la consumación de su Califato. Al-Qaeda nunca consiguió fundar el estado al que aspiró en su día.
 
En la cima de su producción, en el verano de 2015, Estado Islámico había apuntalado la infraestructura necesaria para establecer su avanzado aparato de propaganda, que comprendía nada menos que seis centrales de producción y difusión mediáticos, además de 33 oficinas regionales. Claro que no solo fue la capacidad del grupo para producir una gran cantidad de contenidos la que disparó su crecimiento. Tal y como Milton apunta en su estudio, la diversidad de temas que abordaba la propaganda, era lo que explicaba la habilidad por "atraer a tamaño variopinto grupo de combatientes y de fieles por todo el mundo".
 
El investigador Alejandro Lesaca ha identificado cuatro temas centrales en los vídeos de propaganda de Estado Islámico: las entrevistas con terroristas, los éxitos en el campo de batalla, un gobierno solvente y su dramática violencia.
   
Entrevistas a muhahiddines (y a alguno que otro prisionero), batallas ganadas, violencia, y las “bondades” del Gobierno: Los temas fundamentales de la propaganda del Estado Islámico
 
La violencia más dramática es posiblemente el aspecto más íntimamente asociado a Estado Islámico. Sin duda, la grotesca ejecución del periodista James Foley en 2014 tuvo que ver con esa percepción. Aquel se convertiría en el primer gran golpe mediático de la organización, una maniobra que les procuró la atención mediática planetaria. Claro que la investigación de Lesaca concluye que la propagación de los vídeos yihadistas apenas significa el 15 por ciento de su crecimiento mediático. Sus contenidos más populares serían las entrevistas a combatientes yihadistas y las noticias sobre su buena gestión de estado. Ambas suman más del 50 por ciento de la producción audiovisual de los terroristas.
   
El estudio del CTC descubre tendencias parecidas. Muchos de los vídeos de la organización muestran a soldados estrechando las manos de niños, a amigos nadando juntos en ríos, y a hombres rezándole a la grandeza de la filosofía de Estado Islámico. La idea que encerraban tales piezas no era otra que seducir a jóvenes y mujeres desarraigados y perdidos con una alternativa para reparar su vacío existencial. Estado Islámico les vendió algo mucho mayor que una marca terrorista; les vendió la idea de un estado solvente y funcional, de una nación boyante.
  
Después de que la coalición liderada por Estados Unidos —apoyada por Irak y por los infatigables combatientes peshmerga del Kurdistán— haya puesto un cerco definitivo a la ciudad de Mosul —la ciudad desde la que Al-Baghdadi anunció en su día la construcción de un Califato— y de las pérdidas de bastiones como Dabiq, la envidiable administración de la que alardeaban los yihadistas ha palidecido a ojos de todos. Y, como consecuencia de ello, la que fuera una utópica visión de estado perfectamente manufacturada, ha vuelto a enfilar el desalentador camino del mensaje desesperado y apocalíptico.
  
Lesaca advierte en su investigación que los discursos triunfalistas sobre la prosperidad de un estado han dejado paso a una nueva oleada de propaganda sádica y sangrienta, la misma que apuntaló en su día la popularidad mediática de la organización. 18 de los 24 vídeos colgados por la organización en agosto y 12 de los 20 colgados en septiembre son imágenes de ejecuciones y de ofensivas en el campo de batalla.
  
"Este mes de septiembre ha alcanzado uno de los niveles más elevados de publicación de ejecuciones filmadas desde que la organización arrancara con esa práctica macabra", explica Alexander Meleagrou-Hitchens, investigador responsable del programa en extremismo de la universidad George Washington. "Sin duda, han vuelto a hacer apología y exaltación de la violencia".
  
Para Lesaca, los yihadistas se están volviendo más funcionales. "Necesitan seguir produciendo propaganda, pero solo disponen de los recursos para hacer lo que están haciendo", ha comentado.
 
En octubre, Estado Islámico solo publicó nueve vídeos, siete de los cuales estaban dedicados a imágenes del campo de batalla. Los recientes reveses padecidos en el campo de batalla han llevado a los expertos y al militar personal a explorar cómo será la propaganda de Estado Islámico en la era post Califato.
 
"Estado Islámico busca reclutar a sus súbditos a través de mensajes enaltecedores y positivos sobre la defensa de su existencia", opina Meleagrou-Hitchens. "Si pierde su habilidad para hacer tales reivindicaciones en el futuro, la efectividad de su mensaje se verá, muy probablemente, seriamente debilitada".
 
Sin embargo, Milton advierte que aquellos que se esmeren ahora en difundir el derrumbamiento absoluto de la organización, corren el riesgo de equivocarse. "A pesar de que la propaganda ha entrado en barrena, Estado Islámico sigue siendo un poderoso agente tanto online como sobre el terreno", ha comentado.
  
Estado Islámico está intentando ahora redactar un discurso que apele a su resistencia, y a su capacidad para sobreponerse a las pérdidas sobre el terreno. "Se están preparando para perder Mosul y Raqqa", opina Scott Atran, un experto investigador de la universidad de Oxford. Atran alude al cambio de la propaganda, que se encarga de reivindicar las derrotas actuales como "temporales", mientras que defiende a ultranza la perdurabilidad del Califato "en los corazones de las generaciones venideras".
 
Revkin también ha llegado a una conclusión similar, aunque algo más escéptica. "Su aparato mediático no depende del control territorial, y los propagandistas de Estado Islámico ya están intentando dar la vuelta a las pérdidas recientes como un paso necesario y transitorio hacia la victoria final".
  
Claro que ella se pregunta por cuál será la capacidad de la organización para seguir reclutando a nuevos miembros, y para conservar a los que tiene, si llega el día en que el sueño del Califato se desintegre. Para Revkin se trata de un momento especialmente crítico para los yihadistas, mientras otras formaciones similares, como Jabhat Fateh al-Sham (JFS) en Siria o los talibanes en Afganistán están capturando nuevos territorios a idéntica velocidad a la que ISIS está perdiendo los suyos. En este sentido Revkin se acuerda de una conversación mantenida recientemente en Turquía con un miembro de Estado Islámico. "Me dijo que su plan es pasarse a JFS, a quienes considera el nuevo Estado Islámico", sentencia.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)