Dos fotografías raras:
Álvaro del Portillo y Díez de Sollano (en sobrepelliz y estola) recibiendo de manos del padre Paulino Busca Maganto la comunión en Villa Tevere (Jueves Santo, 7 de Abril de 1977).
Si bien en una convivencia hecha en Roma en 1973, alguien le preguntó cómo aprovechar mejor la Santa Misa, a lo cual Escriba respondió:
«Primero, oyéndola con mucha veneración, preparándola quizá con un misalito pequeño, aunque sea antiguo, para darte cuenta de que la Santa Misa es la renovación incruenta del Sacrifico divino del Calvario. ¡Nada de cenas ni de comidas! El sacerdote es Cristo. Cuando yo estoy en el altar no soy presidente de nada: soy el mismo Cristo; le presto mi pobre cuerpo y mi voz. Por esto, cogiendo el Pan, digo: esto es mi Cuerpo. Y tomando el Cáliz del vino, digo: esta es mi Sangre. Es muy hermoso que el sacerdote esté de espaldas a los fieles: porque no podemos, con nuestra pobre cara humana, representar la faz divina de Jesucristo».
No por eso significa que él conservase la Misa Tradicional. Conservó sí algunos elementos, que injertó en el Novus Ordo (que celebraba con lágrimas): el latín, el uso de la mantilla, falda y mangas largas por las mujeres, y el altar adosado a la pared con sus seis velas encendidas sobre el altar, la entrada del sacerdote al altar con el cáliz en mano con su respectivo cubrecáliz, las lecturas hechas solo por el sacerdote, la cucharilla para verter el agua en el Ofertorio, el uso de la vela palmatoria a la hora de la consagración y comunión (privilegios estos conferidos a España y sus antiguos territorios de ultramar), la última campanada de la comunión del sacerdote, la comunión de rodillas por el ministro y los fieles, purificar el cáliz con vino, la bendición al modo tradicional… hasta que fueron suprimidos por Álvaro del Portillo en 1991, posiblemente asesorado por José Antonio Abad Ibáñez –liturgista de la la Universidad de Navarra y delegado episcopal del Catecumenado de Adultos en la Archidiócesis de Burgos–.
Hoy, el Opus Dei, luego de ser «el corazón y el cerebro de la Iglesia Conciliar» en la era de Wojtyła y Ratzinger (cf. P. Gregory Hesse STD, JCD), está experimentando el otoño bergogliano (para muestra, la diócesis wannabe, si bien tiene Prelado, no es Obispo). Porque la Revolución no sólo devora a sus hijos, sino a sus padres.
Claro, siendo ellos fariseos, saduceos y herodianos, tendrán el mismo final.
ResponderEliminar"Opus Dei, chapuza del diablo". Un excelente libro del sobrino
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