Ejercicio dispuesto por el Padre Fray Francisco Valdés, Calificador del Santo Oficio de la Inquisición, Lector emérito y Custodio de la Provincia de Franciscanos Descalzos de San Diego de México, y publicado en Puebla de los Ángeles por la oficina de Don Pedro de la Rosa en 1818.
EXHORTACIÓN A LOS FIELES
Nada hay que asuste más a los hombres que la memoria de la muerte: saber ciertamente que he de morir, y no saber ni en qué lugar ni en qué tiempo, ni de qué accidente, consideración es y refleja, que si no nos la borraran o la desvanecieran las ocupaciones exteriores y mecánicas, y la comunicación precisa y trato de las gentes, nos dejará sumergidos en un profundo abismo de tristeza, en una inacción estúpida y espantosa.
Hallar un medio para templar en alguna manera este sobresalto sería, sin duda, una fortuna muy apreciarla, y se celebraría como felicidad la más apetecible de cuántas hay en esta vida. Pues ya aquí te la presento con la devoción cordial y verdadera al gloriosísimo Santo San Pascual Baylón. No te digo ni te aseguro que te hará el milagro de revelarte el día de tu muerte con todas sus circunstancias: lo que sí te afianzo es que permaneciendo constante y fervoroso en su devoción, alcanzará de Dios, con sus súplicas y ruegos, te dé los auxilios que necesitas de la gracia para que la muerte no te coja desprevenido, y para que antes de ella te fortalezcas con el sagrado Viático de los Sacramentos. Pues qué, ¿cuida Pascual desde el sepulcro que esté encendida siempre la Lámpara que debe arder ante el Divinísimo, y se olvidará en la Gloria de cuidar que esté encendida siempre en tu alma la Lámpara de la caridad y amor de Dios? Da golpes desde el sepulcro para avisar que se ha apagado la Lámpara, ¿y se descuidará de dar golpes en tu corazón para avisarte que enciendas por una fructuosa confesión la Lámpara de la Gracia, que se apagó por el pecado que acabas de cometer? Fía, pues, de la caridad con que te mira este Santo, y procura obsequiarlo con verdaderos afectos de devoción. En alguno de los doce meses del año ha de suceder indispensablemente tu muerte; si algún día de cada mes dedicas para renovar tus súplicas al Santo para entregarte en sus manos, y para ponerte bajo de su patrocinio, ya él tendrá cuidado de interceder por ti con Dios nuestro Señor, y de pedirle que te libre del mayor mal, que es morir en pecado mortal con muerte improvisa y desapercibida. Yo creo que el día más proporcionado para esta devoción y obsequio es el día diez y siete de cada mes, a imitación de la Santa Iglesia, que celebra a nuestro gloriosísimo Pascual el día diez y siete de Mayo. El ejercicio es corto, para obligarte a que no lo omitas por ocupación ninguna, pero la cortedad del rezo la suplirás tú con la actividad y fervor, con que espero lo hagas, pues nada menos interesas en esto que tu eterna felicidad.
DÍA DIEZ Y SIETE: EJERCICIO DEVOTO EN OBSEQUIO DE SAN PASCUAL BAYLÓN, PARA IMPLORAR SU PATROCINIO A LA HORA DE LA MUERTE
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO
Amorosísimo Padre, Redentor y Dueño mío, que en testimonio de la ardiente infinita caridad con que nos amas, quisiste, después de haber dado la vida por nosotros, quedarte en el Augusto Sacramento de la Eucaristía, para acompañarnos, para honrarnos, y para que alentada nuestra humildad a vista de fineza tan amante y tan extraordinaria, llegásemos confiados a pedirte el remedio de nuestras necesidades: ya me acerco, Señor, a tu presencia, ya me doy por entendido de fineza tan grande, de favor tan excesivo: ya despierto de aquel letargo triste en que hasta ahora me ha tenido mi tibieza: conozco ahora, confieso y publico que solo una infinita caridad inmensa pudiera ejecutar favor tan excesivo: conozco ya y confieso que tu generosidad y bizarría, lejos de sepultarse entre las cenizas de mi tibieza, antes busca ocasiones para explicarse y para derramar sobre mí el torrente de sus misericordias. Alentada con esto mi confianza, y arrepentido de mi villana ingratitud, te suplico, Señor, encarecidamente, enciendas este mi tibio y desconocido corazón en el fuego sagrado de tu amor: aviva en él las llamas de una tierna y fervorosa devoción, para acercarme con frecuencia a recibir dignamente tu Cuerpo y Sangre sacratísimos en la mesa de la Eucaristía: no atiendas, piadosísimo Señor, a mis maldades y delitos, sino a tu infinita misericordia y a tu inmensa bondad. Atiende a los merecimientos de tu Siervo fiel el Bienaventurado San Pascual: este es el Abogado que habla por mí en el alto Tribunal de tu piedad; este es el Protector a quien me acojo para que mi súplica tenga despacho favorable. Aquella ardiente y tierna devoción con que siempre te veneró, ese es el mérito que alego yo, Señor, en mi favor. No permitas, Señor, que quien conservó toda su vida la fe de este divino Sacramento, no logre en la hora de su muerte los consuelos que él ministra: no permitas que en aquel trance carezca yo de los auxilios y socorros que él me puede franquear, y de que necesito para vencer los enemigos que me han de combatir entonces con más rigor y tenacidad. Oye ahora mis suspiros, atiende a mis clamores, que junto a los ruegos y a la intercesión de tu amante Siervo San Pascual, espero han de tener despacho favorable, y he de lograr por medio de este Santo venerarte como debo en vida, y después adorarte y darte gracias infinitas por tan grande favor en el Cielo. Amén.
Se reza la Estación Mayor al Santísimo Sacramento, consistente en seis Padre nuestros, Ave Marías y Glorias, aplicando las Indulgencias por modo de sufragio a las Santas Almas del Purgatorio.
ORACIÓN AL SEÑOR SAN PASCUAL
Bienaventurado y felicísimo Pascual, Siervo fiel del Altísimo y amante tierno de Jesús Sacramentado, que en testimonio del ardientísimo amor que profestaste en vida al Augustísimo Misterio de la Eucaristía, aun después de muerto conservas en tu cadáver y en tus Imágenes la llama de aquel celo con que solicitabas sus cultos y su veneración: postrado yo humildemente a tus plantas, te suplico con las más vivas ansias de mi corazón, no permitas que mi alma, que ha sido tantas veces Sagrario de este Santísimo Sacramento, vuelva a mancharse con el borrón de la culpa mortal: nada te pido en esto que no sea conforme a tus deseos: Tú, viviendo en el mundo, te exhalabas en dulces sentimientos de amor y de piedad hacia este Divinísimo Misterio; tú procurabas inspirar su devoción en todos cuantos se acercaban a ti; tú reprendías la incredulidad de los infieles y la falta de reverencia en los cristianos. ¿Pues cómo he de temer que teniendo ahora en el Empíreo estos afectos en su más alto grado de perfección, te hagas desentendido a los clamores de quien a ti se acoge para alcanzar de Dios una sincera y amorosa devoción hacia este Sacramento? No permitas que quien confiesa como Católico este Misterio, falte en las obras a su culto y veneración. Principalmente te pido que en el trance terrible de mi muerte, cuando falto de espíritu y de fuerzas, cercado de dolores y combatido de mis mortales enemigos, apenas tendré aliento para invocar el nombre de Jesús, me asistas y socorras con tu piadosa intercesión: desde ahora para entonces te cito, Santo gloriosísimo, no deseches mis ruegos, no desprecies mis súplicas, escucha mis clamores y alcánzame del Todopoderoso el don de una perfecta contrición y los auxilios necesarios de la gracia, para que recibiendo dignamente el Viático sagrado, quedé fortalecido para resistir a las molestas tentaciones del común enemigo, y salir victorioso del combate con el consuelo de que voy a recibir el premio de la victoria en el Templo de la Gloria, donde en tu compañía daré a Dios las gracias por las misericordias que has usado conmigo por toda una eternidad. Amén.
Ahora se reza a San Pascual un Padre nuestro y Ave María por todos sus devotos, y se cantan o rezan los Gozos.
GOZOS
Mi humildad en ti confía,
Pascual, y espera deberte,
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
Pobre y humilde es la cuna
En que naces, porque el Cielo
Quiere hacer ver que del suelo
No esperas fortuna alguna.
Tu verdadera fortuna
Del Cielo venir debía:
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
Pastor fue el primer destino
Con que el Cielo te ha anunciado
Que has de andar siempre empleado
Tras del Cordero divino.
Este fue siempre el camino
Por donde tu fe te guía:
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
En el Franciscano aprisco
Profesas, ¿pues dónde ha de ir
Un Serafín a vivir,
Sino a casa de Francisco?
Allí de uno al otro risco
Tu virtud siempre subía:
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
Cual lince tu tierno amor
Hacia la Mesa divina,
De la huerta y la cocina
Hace Templo del Señor.
En todas partes tu amor
Patente a vuestro Amo veía:
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
Ningún misterio sagrado
Llevar tu afecto presuma
Más que aquel en que hizo suma
De sus finezas tu amado.
De este Horno ardiente has tomado
El fuego que en tu alma ardía:
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
A tus devotos predices
Con varios golpes, sus cosas,
Suaves si ellas son gustosas,
Recios, si son infelices.
Fortuna es que así suavices
La tristeza o la alegría:,
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
Ya tus miembros fríos y yertos
Son de la parca despojos,
Y todavía están tus ojos
Para el Sacramento abiertos.
Ya son dos vivos y muertos
El Cordero que Juan veía:
Que no me falte en la muerte
El Pan de la Eucaristía.
RESPONSO
℣. Pascual, admirable en prodigios y señales, que resplandeciendo en grandes méritos, derramas gracias celestiales.* De esta vida en los peligros socorre a nosotros miserables: y a los que justamente te invocan haz que logren cuanto imploran.
℞. Tú que en tu Arca e Imágenes, con tus golpes admirables anuncias futuros sucesos, ya felices, ya adversos.* De esta vida en los peligros socorre a nosotros miserables: y a los que justamente te invocan haz que logren cuanto imploran.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.* De esta vida en los peligros socorre a nosotros miserables: y a los que justamente te invocan haz que logren cuanto imploran.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurado San Pascual.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo Sacramentado, yo os adoro y os doy infinitas gracias por haber instituido el Santísimo Sacramento del Altar, y por haber adornado a San Pascual con tan admirable favor a este Divino Misterio, que aún después de muerto mostró el afecto de su Alma, abriendo los ojos de su cuerpo difunto al elevar en la Misa la Hostia y el Cáliz, y obrando otras muchas maravillas, para avivar su fe y devoción en la Católica Iglesia. Aumentad, Señor, más y más la luz de esta Fe, y la llama de este amor, para que imitando a San Pascual, todos te sirvamos, veneremos y recibamos dignamente en este amabilísimo Sacramento, y merezcamos no partir de esta vida sin este Divino Viático y prenda de la Gloria. Y vos, gloriosísimo San Pascual, Santo del Sacramento, admiración del mundo por vuestras maravillas, refugio y consuelo de los necesitados y afligidos, dulcísimo Padre y amado Patrón mío, pues habéis prometido socorrer a todos los que os llamen arrepentidos de sus culpas: yo digo que amo a Dios por ser infinitamente bueno; me pesa de haberle ofendido, antes morir que pecar. Y así os pido, por el Santísimo Sacramento, roguéis por la Santa Iglesia, por las Santas Ánimas del Purgatorio, por nuestro Católico Monarca, por su Real familia y Monarquía, y especialmente por lo que os pido en esta devoción (Pedir a San Pascual lo que necesitare), si conviene, y si no, hágase la divina voluntad, y dadme vuestra bendición. Amén. Padre nuestro y Ave María.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
NOTA
Te advierto y te repito lo mismo que te dije al principio de esta devoción: que no esperes que el Santo te revele la hora de tu muerte por solo esta devoción, pero suplica a Dios nuestro Señor te dé los auxilios que necesitas para una feliz y santa muerte.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)