Noticia tomada de GLORIA NEWS.
En algunas parroquias, consejos parroquiales y organizaciones diocesanas
hay “más y más personas” en puestos de responsabilidad y que pertenecen
a la masonería, al movimiento rosacruz y a la brujería, escribe en una
carta pastoral datada en junio monseñor Abraham Kome Boualo (foto), de
50 años, presidente de la Conferencia Episcopal Nacional de Camerún y
obispo de Bafang.
Él pide a sus fieles que “bloqueen el camino” de estos grupos y lamenta
que los sacramentos sean administrados “inescrupulosamente” a esas
personas:
«En este momento, en algunas parroquias de nuestras diócesis, en los consejos parroquiales e incluso en ciertos organismos diocesanos, encontramos más y más presentes y en puestos de responsabildad, a personas pertenecientes a la francmasonería, a los rosacruces o que entregan a la brujería, y a quien les administra sin escrúpulo los sacramentos que Jesucristo ha confiado a nuestra Santa madre la Iglesia. Tal situación exige una claridad. No se puede ser al mismo tiempo cristiano y francmasón, o cristiano y rosacruz, o cristiano y creer en la brujería.
En nombre de nuestra misión de enseñar, nosotros os damos esta carta pastoral no solamente para recordar las grandes líneas del magisterio sobre la francmasonería, los rosacruces y la creencia en la brujería, sino también para daros las directivas pastorales a fin de iluminar y sostener vuestra fe en Jesucristo muerto y resucitado.
La francmasonería es una sociedad iniciática porque para devenir miembro de una logia, el candidato debe ser previamente aceptado, después iniciado en la observancia de los secretos de las sociedades cerradas, los miembros o fratres (hermanos), se reconocen por signos, que ellos poseen solamente los secretos bajo juramento. La francmasonería se presenta como una filosofía humanista, naturalista y esencialmente racionalista consagrada a la búsqueda de la verdad. Pero ella no la estima accesible sino por la razón. Así rechaza ella la luz de la fe y los dogmas de la Iglesia, y en este título, excluyen la posibilidad de una verdad absoluta y abren la puerta al universo del relativismo. Al masón se le pide que sea un hombre libre, esto es, que no esté sumiso a un dogma o a una pasión; y es en esta perspectiva que el “dios” de ellos es más que todo considerado el “Gran Arquitecto del Universo”, que es una suerte de divinidad abstracta que no se ocupa verdaderamente de los hombres.
La religión cristiana no es nuestra invención, sino una religión revelada por Dios mismo a Moisés, y llevada a su plenitud por Jesucristo. Nuestra fe reposa sobre la base de las verdades reveladas por Dios. Estas verdades llevan por nombre dogmas. Ningún católico puede contestarlos sin renegar de su fe: se trata de los dogmas de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, de la Resurrección, de la Ascensión, de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de la Virgen María.
La adhesión de los cristianos católicos al rosacrucismo y demás grupos que contradicen todas las verdades evangélicas en las que se apoya el magisterio universal de la Iglesia está prohibida. Los rosacruces no reconocen a Dios como una persona, sino como una suerte de energía espiritual, fuente última de todas las vibraciones espirituales y materiales. Uno se las ha de pleno con el panteísmo.
La brujería, si uno mira sus efectos, aparece claramente que es un fenómeno peligroso. De ahí la urgencia de un discernimiento para que el africano crezca en lucidez.
Recomendamos a los responsables de las casas de formación intensificar la enseñanza sólida y sin ambigüedades de la doctrina católica, pues la ignorancia es un factor determinante en la adhesión de los fieles cristianos a las sectas y los grupos gnósticos; y a los cristianos católicos, reafirmar sin cesar y sin descanso la fe en Jesucristo muerto y resucitado, ser prudentes y no hacerse enrolar en estas doctrinas contrarias a la fe cristiana».
Se sabe que la anticlerical masonería francesa trata de infiltrar a la
sociedad africana, para difundir su inmoral ideología anti-Iglesia y
anti-familia.
Pobre gente de Camerún. Este obispón montiniano sin duda alguna les quiere ver la cara de tontos: "enseñanza sólida y sin ambigüedades de la doctrina católica". Ridículo, realmente ridículo. No cabe duda que el modernismo es cínico
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