«Hasta hoy el pueblo católico ha venerado —como lo sigue aconsejando el Concilio— el Crucifijo como imagen sagrada. Pero la conspiración ha dado resultados. Ya hay iglesias donde no hay un crucifijo decente, o si lo hay es minúsculo a más no poder, sólo para la misa. Iglesias donde hay Cristos sin cruz, flotando ridículamente en el vacío. Iglesias donde hay Cristos con cabeza de pelota y manos informes, que están muy lejos de representar a Cristo. Las modernas representaciones del Crucificado indignan; constituyen un ultraje que no harían los mahometanos a Mahoma ni los budistas a Buda. Pero nosotros admitimos “Cristos” hechos con una peluca y cables de barco; crucifijos para llevar en el cuello que son un alambre retorcido. ¿No es todo esto propicio a la campaña “desacralizante” de la cruz? Porque con tales “crucifijos” no se puede llevar a cabo un exorcismo; ante ellos no inspira la oración; así paulatinamente vamos caminando hacia el destierro del crucifijo».
GLORIA RIESTRA DE WOLFF, Defensa de la imagen de Cristo Crucificado, en Tormenta sobre la Iglesia (1971). Editorial Jus, México.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)