Señor Jesús, Rey de Reyes y Dominador supremo de toda la tierra, en esta hora en que las fuerzas de las tinieblas se ciernen sobre nuestro país por medio de ideologías perversas, acolitadas por los falsos pastores, nos postramos ante Ti con corazón contrito y humillado para rogarte por nuestro país.
Desde
que el Evangelio de tu Cruz fue sembrado en esta tierra, nuestros
padres te reconocieron como el centro de sus vidas y la fuente de toda
autoridad y orden, poniendo en Ti su confianza cuando todo parecía
humanamente perdido ante los embates de la naturaleza y las crueldades
de la guerra fratricida. A Ti recurrieron en su angustia y los
gobernantes que suscitaste, imbuidos de lealtad a tu santa Iglesia,
proclamaron que ellos recibían de Ti su potestad, y consagraron la
nación a tu Corazón amantísimo.
¡Cuánta
nostalgia de aquellos tiempos! Mas hoy, los poderes seculares, en parte
por odio inveterado, en parte por el interés de congraciarse con el
extranjero, y en parte por la falsa obediencia a un clero acomodado al
error, te han eliminado de sus leyes y de la instrucción pública,
imponiendo doctrinas extrañas y perversas, restringiendo ilícitamente
tus dominios al ámbito privado de las conciencias, aunque vemos la hora,
más todavía, ya estamos en ella, en que ni eso nos van a dejar. Y en
ello también la responsabilidad es nuestra, pues nuestros pecados y
tibieza han propiciado el ascenso de estos malos gobernantes.
Tuya
es la gloria, Señor; a nosotros nos queda la confusión de ver
actualmente nuestro país a merced de potestades extranjeras y de sus
quintacolumnistas, y con gobernantes que solo acrecientan ira para el
día del Juicio. Pero confiamos en tu Palabra, que nos muestra que si nos
convertimos a Ti, volverás benigno tu Rostro hacia nosotros, y nos
restablecerás en tu favor. Por esto, aunque indignos, y conscientes de
que las cosas están para peor en todo el mundo, nos entregamos a Ti,
reconociendo y proclamándote nuevamente como Rey de nuestra nación.
Danos fortaleza para resistir estos tiempos difíciles, aleja de nuestra
patria toda intentona de entronización del error y la impiedad. Destruye
toda insidia de blasfemia legal, y danos la paz que solamente procede
de Ti.
Acuérdate
de la promesa dada para siempre, por la cual estableciste tu trono en
nuestro país tras la consagración. Que el Espíritu Santo, procedente de
Ti y del Eterno Padre, ilumine nuestras mentes y corazones, para guiar
nuestros pasos para tu eterna gloria y beneplácito. Y por la intercesión
de tu Madre, la bienaventurada Virgen Santa María, concédenos la
perseverancia en la fe, para que siendo aptos para toda buena obra,
esperemos confiadamente el día en que reines sin oposición sobre nuestra
patria y el mundo entero, por toda la eternidad. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.
J.R.S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán relacionarse con el artículo. Los administradores se reservan el derecho de publicación, y renuncian a TODA responsabilidad por el contenido de los comentarios que no sean de su autoría. La blasfemia está estrictamente prohibida, y los insultos a la administración es causal de no publicación.
Comentar aquí significa aceptar las condiciones anteriores. De lo contrario, ABSTENERSE.
+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)