Oh dulcísima Niña María, que siendo destinada a ser la Madre de Dios, te
has convertido también en augusta Reina y amantísima Madre nuestra, por
las innumerables gracias que nos has obtenido, escucha piadosa mis
humildes súplicas. Toda mi esperanza está puesta en ti, en todas las
necesidades que me rodean, y especialmente en la situación que me
atribula actualmente.
Oh santa Niña, por los méritos y privilegios que solamente a Ti te han
sido dados, ten compasión de mí. Muestra que la fuente de tesoros
espirituales y de bienes continuos que dispensas es inagotable, porque
tu poder es ilimitado sobre el Corazón paternal de Dios.
Por la profusión de gracias que te ha dado Dios omnipotente, ¡oh Niña
celestial!, desde el primer instante de tu Inmaculada Concepción,
atiende mi oración y alabaré para siempre tu bondad. Amén.
Imprimátur por Mons. Melchiorre Cavezzali, Provicario general del
Arzobispado de Milán, 7 de Diciembre de 1931. 200 días de Indulgencia.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)