Descendiente
de una ilustre familia del Poitou, renunció siendo aun muy joven todos
los halagos del mundo para consagrarse al servicio de los altares. Su
erudición y sus virtudes lo elevaron al episcopado durante el siglo VII.
Predicó el Evangelio con un celo infatigable, instruyendo a sus ovejas,
buscando a los pecadores hasta los lugares mas distantes, enseñando de
continuo a todos, y socorriendo a los pobres con una liberalidad
prodigiosa.
Después
de haber trabajado así por espacio de muchos años, resolvió ir a
predicar a los muchos infieles de Baviera. No hacia sino treinta años
que la luz del Evangelio había iluminado aquel país, y había todavía
muchos bárbaros que dormían en las tinieblas de la idolatría. El santo
se fue allá, después de haberse detenido mucho tiempo en Ratisbona por
los esfuerzos de su gobernador el duque Teodon, lo cual ha hecho creer a
algunos que Emmerano había sido obispo de aquella ciudad.
Sus
trabajos apostólicos fueron seguidos de innumerables conversiones, y al
cabo de tres años de cultivar aquella viña del Señor, partió el santo
para Roma, con el fin de visitar el sepulcro de los apóstoles, y
consultar al soberano pontífice acerca de algunas dificultades. Pero una
malvada mujer, que había jurado la muerte del santo, compró a unos
malhechores, los cuales se apostaron en el camino, y apoderándose de él
cerca de Munich, le cortaron los brazos y las piernas y le asesinaron el
día 22 de septiembre del año 652. Su cuerpo fue conducido a Ratisbona, y
sepultado en la iglesia de San Jorge.
R. Dr. José Palau. La Leyenda de oro para cada día del año, tomo III. Barcelona, imprenta de los hermanos Llorens, 1845, Págs. 492 y 493.
ORACIÓN
Dígnate,
oh Dios omnipotente, mirar nuestra debilidad, y puesto que nos hallamos
oprimidos por el peso de nuestras propias culpas, nos proteja la
gloriosa intercesión de tu bienaventurado mártir y pontífice San
Emerano. Por J. C. N. S. Amén.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)