Traducción del artículo publicado por Giuliano Zoroddu para RADIO SPADA.
Como
se sabe, uno de los artículos de fe que dividen a la Iglesia Romana de
las varias iglesias cismáticas de Oriente es la creencia en el
Purgatorio. Todavía en el siglo XV no era pues tan divisivo, si durante
los labores del Concilio Ecumenico de Florencia –durante el cual se
realizó la reunión efímera entre Griegos y Latinos– el más antiunionista
de todos, Marcos Eugénico, Arzobispo de Éfeso, fue protagonista de
cuanto sigue:
Después de las fiestas de Pascua, y mientras se esperaban nuevos obispos, los Latinos pidieron a los Griegos no perder tiempo y congregarse frecuentemente para examinar los dogmas contrastados. Luego de un intervalo tan largo, los Griegos consintieron con dificultad. Fueron electos dos comisarios por una parte y por la otra: por los Latinos, dos cardenales, dos metropolitanos, dos obispos, dos monjes sacerdotes, dos abades y dos notarios, doce en total. Los Griegos escogieron otro tanto por su parte, y conferenciaban juntos dos veces a la semana, en la iglesia de San Francisco.
La primera de estas conferencias particulares fue tenida el 4 de junio. Los Latinos propusieron la cuestión del Purgatorio y expusieron así la doctrina de la Iglesia Romana: Las ánimas de los justos que son puras y sin mancha van directamente al cielo y gozan inmediatamente de la vista de Dios; pero las que mueren con pecado veniales y que no han satisfecho plenamente por los pecados mortales ya remitidos, son purificadas por el fuego, aliviadas o liberadas por las oraciones, las limosnas o los sufragios de la Iglesia: respecto a aquellos que mueren en pecado mortal y sin penitencia, ellos son enviados inmediatamente al Infierno. Los Latinos acompañaron esta doctrina con muchos pasajes de la Escritura y de los Padres. Marcos de Éfeso respondió entonces en nombre de los Griegos: “Todo lo que habéis dicho, y los testimonios de los Santos que habéis leído, la Iglesia Griega lo abraza y lo lee. Sobre este artículo hay poca diferencia entre nosotros”.
P. RENÉ FRANÇOIS ROHRBACHER. Historia universal de la Iglesia Católica desde el principio del mundo hasta nuestros días, Vol. XI. Turín 1861, pág. 458.
No divide a la iglesia Romana de la de oriente, los de oriente no quisieron reconocer ese artículo de Fe que es diferente.
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