En 1745, su padre lo envía al colegio de los jesuitas de Billom, primer colegio fundado en la Francia por la Compañía en 1556, y que guarda el recuerdo de San Juan Francisco Régis, el Apóstol de Vivarais, profesor en Billom de 1619 a 1622. En 1749, Francisco partió a Clermont para terminar sus estudios y comenzar su formación teológica. El 15 de agosto de 1754, entró al seminario mayor dirigido por los padres de San Sulpicio, y recibió las Sagradas Órdenes el 18 de diciembre de 1756 por Mons. François-Marie Le Maistre de La Garlaye, obispo de Clermont, famoso por su sencillez y generosidad con los pobres.
Su ministerio sacerdotal comienza como vicario del padre Santiago Savignat en Saint-Amant-Roche-Savine. Era una gran parroquia con 1.600 almas, situada a la vera del nuevo camino de Clermont a Ambert y Montbrison, abierto apenas dos años antes. Pero luego de un año y medio, Francisco parte a Tolosa, donde se encuentra con su hermano Annet-Marie, para tomar grados universitarios en derecho canónico. Años más tarde, Louis, su hermano menor –entonces de once años–, irá también para recibirse como doctor in utróque jure. Francisco, por su parte, asistirá en 1758 y 1759 a los cursos que le permitirán recibirse como bachiller en derecho canónico el 17 de julio de 1760. A su regreso, será nombrado vicario en Olliergues donde permanece de 1761 a 1765, donde el párroco, el Padre Juan Chambrotty, influirá mucho en la caridad. En 1766, solicita su admisión entre los misioneros de Notre Dame de l’Hermitage, un instituto diocesano dedicado a las misiones parroquiales, donde es recibido el 28 de agosto de 1769 y une la vida de oración y penitencia al don de la predicación, donde nunca falta en sus sermones la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
La aldea de Lavaudieu, gracias a una gran cruz de hierro que sobrevivió felizmente a la Revolución, guarda la memoria de una misión famosa, presidida por el Padre Gaschon en 1779. En efecto, ella comenzó muy mal, por una epidemia que se declara súbitamente en la región, causando numerosas víctimas. Los habitantes estaban dispuestos a encarcelar a los misioneros, a los cuales atribuían esta desgracia. Es entonces que el Padre Gaschon monta en chaire, para dirigir a Dios una oración ferviente a fin que cesara el azote, ofreciéndose él como víctima expiatoria, al punto que la asamblea prorrumpe en sollozos… La epidemia cesa, y la misión tuvo frutos extraordinarios.
En 1789, el Padre Gaschon, como se le conoce, tiene cincuenta y siete años y se encuentra en Banelle. En los primeros tiempos de la Revolución, nada cambia en la vida de la misión: al ser una comunidad de sacerdotes seglares, los misioneros diocesanos no son tocados por el decreto de supresión de las órdenes religiosas proclamado por la Asambea Constituyente el 13 de febrero de 1790. Mas la misión diocesana quedará muy ligada a Mons. Francisco de Bonal. Él había tomado una posición resueltamente hostil a las agitaciones de su tiempo (en la Cuaresma de 1789, le advirtió a sus diocesanos de las licencias de la prensa en propagar doctrinas impías, y que vendría una gran visitación de Dios para la Francia), con la oposición de gran parte del clero, que apoyaba algunas reformas. En su carta pastoral del 23 de noviembre de 1790, de Bonal denunció la Constitución Civil del Clero (de clara impronta jansenista), adoptada el día 12 de julio. Rehusándose al juramento de fidelidad a tal ley, fue declarado dimisionario por la administración departamental de Puy-de-Dôme el 25 de enero de 1791, y remplazado el 13 de febrero por el dominico Jean-François Périer, director del colegio militar de Effiat. De Bonal, residente en París tras ser expelido de su sede, exhorta por sus vicarios a que los sacerdotes no reconozcan al usurpador, y a que los fieles no acudan a los constitucionales.
El decreto contra los sacerdotes refractarios del 29 de noviembre de 1791, la ley del 27 de mayo de 1792 que ordenaba la deportación de todo refractario y la del 27 de agosto de 1792 que ordena que los sacerdotes refractarios abandonen la Francia en un término de 15 días obligaba a los sacerdotes a esconderse o irse al exilio. El padre Gaschon decide de regresar a Livradois para ejercer su ministerio; gracias a dos amigos, dispone de muchos escondites en toda la región de Ambert y Olliergues: enseña la fe, distribuye los Sacramentos, da confianza a los agricultores perseguidos, y escapa a menudo, a sus perseguidores, de una manera a veces milagrosa.
Durante esta época ocurre otro milagro: estando en el castillo de Lyonne, una camarera que dio a luz un bebé natimorto, pidió que le llevaran al Padre Gaschon. Éste, antes de administrarle, pide que le lleve el bebé a la capilla del castillo para bautizarlo. Y allí, el infante vuelve a la vida y recibe el bautismo, sobreviviendo cuarenta y ocho horas, luego de las cuales murió. Desde entonces, a la tumba del Padre Gaschon eran llevados los cuerpos de los bebés muertos.
Con la caída de Robespierre (26 de julio de 1794), la calma regresa cuando tanto los convencionales como el representante en misión, Étienne Christophe Maignet deciden velar por la seguridad de sus conciudadanos. El 21 de febrero de 1795, el Estado proclama la libertad de cultos, luego las elecciones legislativas del 21 de marzo y el 4 de abril de1797 amènent los realistas al poder y abrogan las últimas leyes contra los refractarios, pero el Golpe de Estado del 18 de fructidor del año V (4 de septiembre de 1797) hace que el gobierno tome nuevas medidas contra los refractarios, que deberán nuevamente dejar su ministerio. El Padre Gaschon es asignado a residir en Olliergues el 11 de diciembre de 1797.
Mons. de Bonal murió en Múnich el 3 de septiembre de 1800. La firma del Concordato, el 15 de julio de 1801, permite finalmente el regreso a una situación religiosa normal. Conforme a las disposiciones interinas, Perrier, el obispo constitucional, presenta su dimisión el 12 de octubre (será nombrado obispo de Aviñón el año siguiente). El 20 de junio de 1802, el nuevo obispo de Clermont, Charles-Antoine-Henri Duvalk de Dampierre, es solemnement instalado en su sede. Poco después, nombra dos vicarios generales: uno del antiguo régimen, Étienne Caillot de Bégon, y el otro antiguo constitucional –reconciliado en 1795– Joseph Michel Micolon de Guérines. Juntos, se dedicarán a reorganizar la diócesis.
En la parroquia de Banelle, el anciano cura Imarigeon recupera oficialmente la posesión de su curato el 17 de abril de 1802. Pero, a su edad de 82 años, no puede poner eficazmente en obra la reorganización de la parroquia, que contaba entonces con 6.000 habitantes, más de la mitad en el campo. Mons. de Dampierre le remplaza entonces el 16 de noviembre por Louis-François de Rostaing, el padre Imarigeon queeando esta vez en su lugar. El nuevo cura, nacido en 1755, y originario de la diócesis de Lyon, se había refugiado durante la Revolución con su hermana, que vivía en Livradois. De lejos era muy «ancien Régime». Su nombramiemto pareció causar problema a los planes esbozados por la burguesía de Ambert para poner un sacerdote salido de su rango; por otra, Rostaing mostró estima por el ex-convencional Maignet, que indiscutidamente protegió la región durante los problemas del Terror. A pesar del trabajo que realizó para volver a poner en condiciones la parroquia –restauración de la iglesia, socorro a los pobres, reactivación de las asociaciones parroquiales, etc.–, el cura fue entonces hecho objeto de una ruidosa campaña de detracción. Para entonces, el pequeño número de sacerdotes –el cura y sus dos vicarios, así como dos sacerdotes muy ancianos– presentes en esta vasta y poblada parroquia no permiten responder satisfactoriamente a las inmensas necesidades de estos tiempos de reconstrucción: catecismos, visitas a los enfermos y los pobres, confesiones, sufriendo mucho por ello.
El 12 de agosto de 1804, dos hermanas, Jeanne-Marie y Marguerite Dorat, originarias de Craponne-sur-Arzon tomaron a su cargo el hospital de Ambert (antiguo convento de la recolección franciscana) siendo acompañadas por dos coterráneas, Marie Giraud y Madeleine Dapzol. Finalmente ellas reciben el velo, primero de las monjas de la Cruz de Lyon, entonces, y en 1816, de las de San José del Buen Pastor de Clermont, tomando los nombres de Sor Victoria, y Sor San Francisco, Sor Chantal y Sor Coloma.
Aunque las instalaciones estaban muy deterioradas, hasta el punto que en algunos sectores faltaban las baldosas y las ventanas, ellas acogían a los enfermos, ancianos, impedidos físicos y mentales y a numerosos niños abandonados. En noviembre de 1806, el Padre Gaschon se instala en el hospital para estar al servicio de los más pobres. Él se aloja en una habitación sencilla y quiere pagar renta, a fin de no lucrarse de los pobres. Viste una sotana sencilla y come todos los días en la cocina del hospital, contra la chimenea. Todos los días, celebra la misa en capilla con suelo de tierra pisada. Fue allí que el 6 de Octubre de 1813, Sor Coloma cae del balcón, muriendo de forma inmediata, para consternación general. Sin dejarse mover, el Padre Gaschon continúa su Misa, calmando a la audiencia con estas solas palabras: «¡No os preocupéis, ella está en buen camino!».
Además de la misa hace una instrucción religiosa y una lectura piadosa, visita a los enfermos y se promène con los convalecientes y asiste a los moribundos. En la mañana del 27 de noviembre, él se siente fatigado, pidiendo entonces recibir los últimos sacramentos, que le son administrados por el padre Monteilhet, su confesor. Pronto todo el hospital está en agitación, y difundiéndose la noticia en la ciudad, muchos acuden allí. Mencionemos en particular la presencia de una valiente chica de Forez, que fue llamada Sor Lacon; ella luego servirá a San Juan María Vianney; y el padre Alfred Monnin, en su primera biografìa del Cura de Ars, dirá que «su memoria estaba llena de las virtudes y ejemplos de vida de este santo misionero».
Fallece el 28 de noviembre de 1815. Según los testimonios recogidos en el proceso diocesano, numerosas religiosas oyeron una música celestial en el momento de su muerte. Su velación contó con gran concurrencia de gentes, hasta el punto que algunos querían llevarse trozos de su ropa como reliquias, por lo que hubo que cerrar la capilla para cambiarle el traje. Allí, según Sor San Francisco, primera superiora del hospital, las monjas descubrieron en el pecho del padre Gaschon «un corazón que estaba formado sobre su costado izquierdo, muy rojo», simbolizando su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y la caridad que tenía por las almas.
Según el canónigo Camilo Peyrenchon, era tanta la fama del Padre Gaschon que, años después de su muerte, cuando el Cura de Ars recibía la visita de algún peregrino del Livradois, acostumbraba decirle: «¿Qué necesidad tienes de venir a mí? ¡Tienes en Ambert al Padre Gaschon!». Se cuenta que que San Pío X, luego de beatificar a San Juan María Vianney, «modelo y patrono de los párrocos», había afirmado querer beatificar a Francisco Gaschon como «modelo y patrono de los misionneros». Francisco Gaschon es uno de los innumerables sacerdotes que han trabajado después de veinte siglos con celo en la evangelización del pueblo de Francia. Él vivió durante uno de los períodos más agitados de su historia nacional.
ORACIÓN (Para devoción privada)
Oh Dios, que has prometido a los humildes que serán exaltados, y a los que enseñen a muchos los caminos de la justicia, que brillarán como las estrellas en la eternidad, dígnate glorificar a tu siervo el Padre Francisco Gaschon y haz resplandecer su nombre entre los de tus Santos. Que tus gracias, oh Señor, se multipliquen en favor de los fieles que Te invocan y recuerdan las virtudes que él practicó sobre la tierra, y el celo todo apostólico que él tuvo por la salud de las almas. Que podamos también ver un día a la Santa Iglesia honrar su memoria y nos dé en él un nuevo modelo a imitar, un protector que nos asista en nuestros trabajos y nuestras penas, y nos ayude a alcanzar la celestial bienaventuranza. Amén.
Sacratísimo Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros. Rezar un Ave María.
Fallece el 28 de noviembre de 1815. Según los testimonios recogidos en el proceso diocesano, numerosas religiosas oyeron una música celestial en el momento de su muerte. Su velación contó con gran concurrencia de gentes, hasta el punto que algunos querían llevarse trozos de su ropa como reliquias, por lo que hubo que cerrar la capilla para cambiarle el traje. Allí, según Sor San Francisco, primera superiora del hospital, las monjas descubrieron en el pecho del padre Gaschon «un corazón que estaba formado sobre su costado izquierdo, muy rojo», simbolizando su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y la caridad que tenía por las almas.
Según el canónigo Camilo Peyrenchon, era tanta la fama del Padre Gaschon que, años después de su muerte, cuando el Cura de Ars recibía la visita de algún peregrino del Livradois, acostumbraba decirle: «¿Qué necesidad tienes de venir a mí? ¡Tienes en Ambert al Padre Gaschon!». Se cuenta que que San Pío X, luego de beatificar a San Juan María Vianney, «modelo y patrono de los párrocos», había afirmado querer beatificar a Francisco Gaschon como «modelo y patrono de los misionneros». Francisco Gaschon es uno de los innumerables sacerdotes que han trabajado después de veinte siglos con celo en la evangelización del pueblo de Francia. Él vivió durante uno de los períodos más agitados de su historia nacional.
ORACIÓN (Para devoción privada)
Oh Dios, que has prometido a los humildes que serán exaltados, y a los que enseñen a muchos los caminos de la justicia, que brillarán como las estrellas en la eternidad, dígnate glorificar a tu siervo el Padre Francisco Gaschon y haz resplandecer su nombre entre los de tus Santos. Que tus gracias, oh Señor, se multipliquen en favor de los fieles que Te invocan y recuerdan las virtudes que él practicó sobre la tierra, y el celo todo apostólico que él tuvo por la salud de las almas. Que podamos también ver un día a la Santa Iglesia honrar su memoria y nos dé en él un nuevo modelo a imitar, un protector que nos asista en nuestros trabajos y nuestras penas, y nos ayude a alcanzar la celestial bienaventuranza. Amén.
Sacratísimo Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros. Rezar un Ave María.
Traducción de una estampa difundida por el Hospital de Ambret en 1925. Imprimátur de Mons. Jean-François Marnas, Obispo de Clermont, otorgado el 3 de Febrero de 1925. 30 días de Indulgencia.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)