«María fue más dichosa por aceptar la fe en Cristo que por concebir la humanidad de Cristo» (San Agustín, De Virginitáte, cap. III).
Si
el objetivo de la fiesta de la Divina Maternidad de María (11 de
Octubre) es conmemorar la dignidad incomunicable de la Virgen María como
Madre de Dios, ya que en la persona divina de Cristo se da la unión
hipostática entre las naturalezas humana y divina; el de la fiesta de la
Pureza de Santa María es reconocer la perfecta santidad por la cual
resplandece sobre todos los Ángeles y Santos, santidad que se refleja en
el hecho de que en todos los momentos de su vida en la tierra escuchó
la Palabra de Dios y la puso en práctica (cf. Lucas 11, 28), santidad
que el mismo Jesús nos propone para imitar.
REFLEXIÓN
«Bienaventurados los que tienen el corazón puro, porque ellos verán a Dios». Estas palabras de Nuestro Señor, junto a la intercesión de la Santísima Virgen, deben motivarnos a preservar la castidad correspondiente a nuestro estado, y a conservar la pureza de alma y cuerpo. En especial hemos de evitar las modas y máximas, la literatura e iconografía inmoral de estos tiempos tan peligrosos en que nos hallamos, y rechazar las malas conversaciones y compañías.
REFLEXIÓN
«Bienaventurados los que tienen el corazón puro, porque ellos verán a Dios». Estas palabras de Nuestro Señor, junto a la intercesión de la Santísima Virgen, deben motivarnos a preservar la castidad correspondiente a nuestro estado, y a conservar la pureza de alma y cuerpo. En especial hemos de evitar las modas y máximas, la literatura e iconografía inmoral de estos tiempos tan peligrosos en que nos hallamos, y rechazar las malas conversaciones y compañías.
ORACIÓN
Concédenos
te suplicamos, omnipotente y sempiterno Dios, que cuantos veneramos con
festiva celebración la integérrima virginidad de la purísima Virgen
María, obtengamos por su intercesión pureza de alma y cuerpo. Por J. C.
N. S. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)