El pasado 2 de Mayo, el Boletín de Prensa de la Non Sancta Sede publicó un «Llamamiento a la oración del Alto Comité para la Fraternidad Humana», comité creado tras la firma del Documento de Abu Dhabi el 4 Febrero del año anterior por Francisco Bergoglio y Ahmed Muhammad Ahmed el-Tayeb, jefe de la oenegé deuterovaticana y gran imam de la mezquita al-ʾAzhar en El Cairo respectivamente.
Tal documento hace la convocatoria, inspirada en los encuentros ecuménicos de Asís, para el día 14 de Mayo. La convocatoria reza así:
«¡Hermanos que creen en Dios, el Creador! ¡Hermanos en la humanidad en todas partes!Hoy en día, el mundo enfrenta un peligro inminente que amenaza las vidas de millones de personas en todo el mundo, debido a la rápida propagación del coronavirus “Covid-19” [sic]. Junto a la afirmación de nuestra creencia en la importancia del papel de la medicina y la investigación científica en el tratamiento de esta pandemia, no nos olvidamos de dirigirnos a Dios, el Creador, en esta gran crisis. Invitamos a todas las personas, en todo el mundo, a recurrir a Él a través de la oración, la súplica y las obras del bien, cada individuo en su lugar y de acuerdo con su religión, creencia o doctrina, para que Dios elimine esta pandemia, nos ayude a salir de esta aflicción, inspire a los científicos a descubrir un medicamento que acabe con ella, salve al mundo de las consecuencias sanitarias, económicas y humanas debido a la propagación de esta pandemia peligrosa.Para alcanzar los objetivos del Documento de Fraternidad Humana, el Comité Supremo propone el próximo jueves 14 de mayo, como un día de oración y súplica por la humanidad. El Comité llama a todos los líderes religiosos y personas de todo el mundo a responder a este llamamiento humanitario y acudir al Todopoderoso con una sola voz para preservar a la humanidad, ayudarla a superar la pandemia y restablecer la seguridad, la estabilidad, la salud y el desarrollo, para hacer nuestro mundo, después de la finalización de esta pandemia, más humano y fraterno que nunca».
Cabe recordar que este tipo de iniciativas han sido condenadas por la Iglesia:
- «Nadie puede orar en común con los herejes y cismáticos […] No está permitido a los herejes entrar en la casa de Dios, mientras ellos continúan en la herejía». (Concilio de Laodicea, can. 6, año 367).
- «No hay que rezar ni cantar salmos con los herejes, y todo el que se comunica con aquellos que están separados de la comunión de la Iglesia, ya sea clérigo o laico, que sea excomulgado». (Concilio de Cartago, años 397 y 419).
- «El que ora con herejes es un hereje». (PAPA SAN AGATÓN).
- «Si algún eclesiástico o laico, va a la sinagoga de los judíos, o la casa de reunión de los herejes para unirse en oración con ellos, que sean depuestos y privados de la comunión. Si algún obispo o un sacerdote o diácono se unen en oración con herejes, que sea suspendido de la comunión» (Concilio III de Constantinopla, año 680).
- «Se preguntó si un sacerdote del Líbano podía durante la Misa mencionar al Patriarca de los Armenios (que es cismático), con la intención de orar por él. La petición para esta concesión se formuló con carácter urgente en orden de atraer a las gentes a una gran amistad con los Latinos. La Sagrada Congregación respondió que eso NO SE DEBE HACER, y que debería ser firmemente prohibido» (Suprema Congregación del Santo Oficio, Acta del 7 de Junio de 1673).
- «Lejos, sin embargo, de los hijos de la Iglesia Católica ser jamás en modo alguno enemigos de los que no nos están unidos por los vínculos de la misma fe y caridad; al contrario, si aquellos son pobres o están enfermos o afligidos por cualesquiera otras miserias, esfuércense más bien en cumplir con ellos todos los deberes de la caridad cristiana y en ayudarlos siempre y, ante todo, pongan empeño por sacarlos de las tinieblas del error en que míseramente yacen y reducirlos a la verdad católica y a la madre amantísima, la Iglesia, que no cesa nunca de tenderles sus manos maternas y llamarlos nuevamente a su seno, a fin de que, fundados y firmes en la fe, esperanza y caridad y fructificando en toda obra buena (Col. 1, 10), consigan la eterna salvación» (PAPA PÍO IX, Encíclica “Quanto Conficiámur”, 17 de Agosto de 1863).
- «Jesucristo no concibió ni instituyó una Iglesia formada de muchas comunidades que se asemejan por ciertos caracteres generales, pero distintas unas de otras y no unidas entre sí por aquellos vínculos que únicamente pueden dar a la Iglesia la individualidad y la unidad de que hacemos profesión en el símbolo de la fe: “Creo en la Iglesia una”…» (PAPA LEÓN XIII, Encíclica “Satis Cógnitum”, 29 de Junio de 1896).
- «Ahora bien, la doctrina católica nos enseña que el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica ante el error o el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral no menos que en el celo por su bienestar material. Esta misma doctrina católica nos enseña también que la fuente del amor al prójimo se halla en el amor de Dios, Padre común y fin común de toda la familia humana, y en el amor de Jesucristo. […] Nos preguntamos, venerables hermanos, en qué ha quedado convertido el catolicismo de “Le Sillon”. Desgraciadamente, el que daba en otro tiempo tan bellas esperanzas, este río límpido e impetuoso, ha sido captado en su marcha por los enemigos modernos de la Iglesia y no forma ya en adelante más que un miserable afluente del gran movimiento de apostasía, organizado en todos los países, para el establecimiento de una Iglesia universal que no tendrá ni dogmas, ni jerarquía, ni regla para el espíritu ni freno para las pasiones y que, so pretexto de libertad y de dignidad humana consagraría en el mundo, si pudiera triunfar. el reino legal de la astucia y de la fuerza y la opresión de los débiles, de los que sufren y trabajan» (PAPA SAN PÍO X, Encíclica “Notre Charge Apostolique”, 23 de Octubre de 1908).
- «Es ilegal para los fieles ayudar de cualquier manera activa, o participar en los servicios sagrados de los no católicos» (Código Pío-Benedictino de Derecho Canónico, can. 1258 § 1).
- «Eviten los católicos tener disputas o reuniones, principalmente públicas, con los no católicos, sin la autorización de la Santa Sede o, si el caso es urgente, del Ordinario local» (Código Pío-Benedictino de Derecho Canónico, can. 1325 § 3).
- «Una persona que por su propia voluntad y a sabiendas ayuda de cualquier forma a propagar la herejía, o que se comunica en los ritos sagrados con los herejes en violación de la prohibición del Canon 1258, es sospechoso de herejía» (Código Pío-Benedictino de Derecho Canónico, can. 2316)
- «Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio» (PAPA PÍO XI, Encíclica “Mortálium Ánimos”, 6 de Enero de 1928).
- «De acuerdo a la norma del Canon 1325 § 3, está prohibido tanto a los laicos como a los clérigos, ya sean seculares o regulares, asistir a esos encuentros sin la referida autorización. Mucho menos es lícito para los Católicos convocar e instituir esa clase de reuniones» (PAPA PÍO XII, Advertencia “Cum copértum” de la Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio, 5 de Junio de 1948).
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)