Dispuesto por un sacerdote de la Compañía de Jesús, y reimpreso en Méjico por la Imprenta de la Biblioteca Menicana, del Lic. D. José de Jauregui, en 1774.
PRÓLOGO DEL AUTOR
El gran valimiento que tiene para con Dios su querido Siervo San Francisco de Borja, y los continuos beneficios que así en el Alma como en el Cuerpo experimentan los que se valen de su intercesión, es lo que ha movido a proponer la práctica de esta devoción, que espero será muy agradable al Santo y provecho de los que la abrazaren.
Cuánta sea la beneficencia con que San Francisco de Borja, así cuando vivía como después de muerto, acudía a los que lo invocan, lo publican los demonios arrojados de los cuerpos, o con la oración del Santo, o con que hiciera sobre ello la señal de la Cruz, o con solo el imperio de su voz, a que sin poder resistir, se rendían luego. Lo manifiestan también los que se han librado de muy feas y molestas tentaciones con la protección del Santo; y sin acordar las ciudades y reinosnque padeciendo frecuentes y espantosos terremotos, jurándolo por su Patrón, no experimentan ya este azote de la Divina justicia; ni haciendo mención de las milagrosas saludes que ha dado a innumerables, que desahuciados ya de los médicos, aplicando alguna Imagen o Reliquia del Santo, e invocando solamente su Nombre con humildad y confianza, la han conseguido cuando menos esperanzas daba lo rebelde de las dolencias, especialmente las tercianas y cuartanas, que con mandarlas el Santo cuando vivo, o mandarles después de su muerte otro en su Nombre, que se quitasen, se han quitado al punto no pocas veces. Lo único que insinuaré es, que tiene tanta voluntad y deseo de favorecer d sus devotos, que a más de beneficiarlos algunas veces, sin acordarse de él, es tanta su prontitud en acudir con el remedio a los que lo invocan, que no tarda más tiempo en conceder el Santo lo que les piden, que lo que ellos tardan en pedirlo.
Baste por otros casos, que podía traer en prueba de esto, el que sucedió en la ciudad de Recanate con una religiosa, que contando ya cinco meses de padecer sin el menor alivio en una cama los imponderables dolores que le causaba el tener del todo encogida una pierna, y todos los miembros de su cuerpo, como muertos, sin poder levantarse si no era ayudada de cuatro monjas. Una noche le crecieron tanto sus dolores, que no esperando ya remedio en lo humano, se acordó por dicha de las muchas y milagrosas saludes que Dios había concedido por la intercesión de San Francisco de Borja, cuya vida había leído poco antes, y de quien había quedado desde entonces muy afecta. Con esta confianza imploró su favor, y al punto cesaron los dolores y percibió una voz que le decía: «Levántate, y ve al coro, donde están aguardando las otras monjas, para cantar Maitines». Sorprendida al oír esto, no sabía qué hacerse hasta que oyó segunda vez que le decían: «¿Cómo no te levantas, que ya estás sana?». Extendió la mano al lugar de la hinchazón, y no halló rastro de ella: probó a extender la pierna, y lo hizo sin dificultad. Con esto le levantó por sí sola, y sin que otra la ayudase, se vistió y fue al coro, donde estaban las otras religiosas, que dudando al principio si era ella, por fin oyendo el milagro y viéndola totalmente sana, alabaron a Dios, le dieron al Santo las gracias, y se resolvieron todas a venerar, obsequiar y valerse de un Santo, que tan liberal y milagroso se muestra con fus devotos.
Lo mismo me persuado que les sucederá a todos los que deseosos de merecer su protección, le hicieren entre otros el obsequio de celebrar en honra suya el día diez de cada mes, que es el que tiene señalado la Iglesia para su Festividad cada año el mes de octubre.
El dicho día será bien confesar, comulgar, dar alguna limosna, y ayunar el día o víspera quien pudiere. En fin, decir con toda devoción las Oraciones siguientes.
DÍA DIEZ DE CADA MES EN HONRA DE SAN FRANCISCO DE BORJA, ANTES DUQUE CUARTO DE GANDÍA Y DESPUÉS TERCERO GENERAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Mi Dios, mi Criador, mi Redentor, y mi Padre, en quien creo, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas, a mí me pesa de todo mi corazón y me arrepiento de haberte ofendido, por ser Tú quién eres tan bueno, tan santo y tan digno de ser amado, y no ofendido. Quisiera primero haber muerto, que haber cometido la más pequeña culpa contra ti. Pero ya señor, fiado en tu divina gracia, propongo firmemente la enmienda en lo adelante; apartándome de todas las ocasiones de pecar, me confesaré enteramente de todos mis pecados, cumpliré la penitencia que me fuere impuesta por ellos, esperando de tu misericordia infinita que me has de perdonar, y me has de conservar en tu santo servicio hasta la muerte. Acuérdate, Señor, de la multitud y grandeza de tus misericordias, y olvidándote de mis ingratitudes, perdóname por los méritos de tu Santísima Pasión y Muerte, y por la intercesión de tu gran Siervo y querido Patrón mío San Francisco de Borja. Pequé, Señor, ten misericordia de mí. Pecamos, de que nos pesa, tened misericordia de nosotros. Amén.
ORACIÓN A SAN FRANCISCO DE BORJA
Gloriosísimo Santo y amantísimo Protector mío, San Francisco de Borja, en cuyas manos ha puesto Dios todos los tesoros de su Omnipotencia, de que usando tú con tanta liberalidad, favoreces sin cesar a los que te invocan en sus necesidades; animado yo con esta confianza, humildemente te pido, que, interponiendo tu valimiento con su Majestad, me alcances el favor que te suplico, si ha de ser del agrado de Dios y provecho de mi Alma, Amén.
Aquí se rezan tres Padrenuestros, y tres Ave Marías con tres Gloria Patri, y se hace al Santo con todo fervor la petición de lo que se necesita y se desea.
ORACIÓN A SAN IGNACIO DE LOYOLA, PARA DAR MÁS EFICACIA A NUESTROS RUEGOS
Esclarecido Padre y Fundador Glorioso de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, a quien quiso favorecer el Cielo con darte un hijo como San Francisco de Borja, no menos digno de la veneración, por la nobleza de su Nacimiento, y de sus empleos, que por lo singular de sus virtudes y milagros; concédeme, Santo mío, que juntándose con su intercesión la tuya, alcance yo de la Divina Bondad, que empleándome en el servicio de Su Majestad, en los obsequios del Santo y en la imitación de sus ejemplos, alcance por su medio y por el tuyo, con la abundancia de todos los bienes, y remedio de todos los males, una santa vida, en que con el ejercicio de todas las virtudes asegure una buena muerte y después de ella una eterna Gloria. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)