Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
1 DE AGOSTO – DÍA PRIMERO DEL MES DE SAN DOMINGO: NACIMIENTO
PRELUDIO
Transportémonos por el pensamiento en el castillo de Guzmán, en el momento en que el nacimiento de Santo Domingo, acompañado de señales milagrosas, trae alegría.
PENSAMIENTOS
Domingo nació en una familia de santos: su madre es honrada en los altares, al igual que uno de sus hermanos. Entre todas sus ilustraciones, esta gran y noble familia de Guzmán prefirió la que da la santidad de la vida. Dios parecía así predestinar una casa, a la que estaba reservada una gloria inmortal en los anales de la Santa Iglesia.
Incluso antes del nacimiento de este glorioso hijo, era sabido entre su pueblo que el Señor predestinaba a este niño a grandes cosas. Un famoso cartel, inmortalizado por el escudo de la orden dominicana, reveló a la madre de Domingo lo que algún día sería su hijo. Vio, en un sueño misterioso del que el espíritu de Dios le dio la explicación, el fruto de sus entrañas saliendo de su vientre materno en forma de un perro que llevaba una antorcha encendida en la boca y se lanzaba a través del mundo que incendiaba con un gran fuego. Esta visión profética, que se convirtió en el escusón de los Hermanos Predicadores, presagiaba la gran doctrina y las poderosas palabras del futuro fundador, a quien la Providencia encomendó la difusión del Evangelio por todas partes del mundo.
Apenas nacido, el niño fue honrado con un nuevo milagro. La noble señora, que lo sostenía sobre la pila bautismal, vio brillar una estrella luminosa en la frente del niño, en el momento en que el agua bendita fluía sobre esta frente de un día. El Beato Angélico de Fiesole no dejó de inmortalizar la memoria de este prodigio, pintando el retrato de su venerado padre.
¡Oh Domingo, luz de la Iglesia y del mundo, ves que las almas bautizadas borran de sus frentes esta estrella brillante que la fe y la gracia colocaron allí en su entrada a la vida! ¡Ayuda con tu poderoso patrocinio a quienes predican para revivir las llamas moribundas y restaurar las luces del candelero! Ayúdanos a nosotros, hijos tuyos, a mantener intacta la antorcha de la fe que tantos vientos contrarios hacen vacilar, a preservar nuestras almas del barro que deja allí la oscuridad del pecado, cuando mancha, aunque sea por un momento, los corazones demasiado débiles para resistirlo.
PRÁCTICA: Renovarse en el espíritu de fe, que debe distinguir a los verdaderos hijos de Santo Domingo.
INVOCACIÓN: Santo Domingo, luz del mundo, ¡ruega por nosotros!
CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: La estrella misteriosa.
Dijimos anteriormente que una estrella simbólica brillaba en la frente de Santo Domingo cuando era niño, mientras era bautizado. La pintura cristiana ha fijado este recuerdo en las representaciones que dedica al gran patriarca. Hemos citado a Fra Angelico; deberíamos citar a todos los pintores y escultores que se han ocupado de este tema. Uno de ellos, al colocar la tradicional rama de lirio en las manos de Santo Domingo, hizo surgir una llama de cada flor. Es un recuerdo de la estrella del Baptisterio de Caleruega. Algún vestigio, de hecho, siempre quedará, desde su bautismo, en el rostro del santo, y los historiadores han observado, como rasgo particular de su fisonomía, que se ha convertido también en su carácter iconográfico, que un cierto esplendor brotaba de su frente y atraía hacia él el corazón de todos los que lo miraban. Una de sus piadosas hijas espirituales, sor Cecilia, nos ha conservado una descripción de este noble rostro: «En su frente», dijo, «y entre sus cejas brillaba una luz brillante que inspiraba a los hombres respeto y amor».
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)