Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
15 DE AGOSTO – DÍA DECIMOQUINTO DEL MES DE SAN DOMINGO: LA DISPERSIÓN
PRELUDIO
Representémonos al santo patriarca, de pie ante el altar, y hablando a sus hermanos arrodillados a sus pies para recibir su obediencia.
PENSAMIENTOS
Es a los pies de Nuestra Señora de Prulla donde Santo Domingo reúne a sus primeros hijos, los padres de la orden dominica, para repartirles el mundo. María, la Reina del Santísimo Rosario, preside este acto de sublime determinación, juzgada imprudente y loca por los idiotas del siglo. Pero aún esta vez, la sabiduría de Dios tiene pensamientos que la sabiduría del mundo nunca entenderá.
Ante este espectáculo, involuntariamente retrocedemos trece siglos y, naturalmente, nos viene a la mente la idea de comparar a Domingo con Simón Pedro. Entonces como hoy, en el Cenáculo como en Prulla, María preside, el representante de Jesucristo está en pie con autoridad y los Apóstoles reciben su misión.
Bienaventurados compañeros del hombre apostólico, contadnos nuevamente, vosotros que las habéis oído y gustado, las exhortaciones llenas de fuego que avivaron vuestro celo, en el momento de esta dispersión, ¡Ah! como debió costar a vuestro corazón que dejéis a este padre, que abandonéis este dulce y querido asilo de San Román, donde acabasteis de pasar días tan hermosos, los días de vuestro seminario, de vuestro Nazaret, de vuestra educación apostólica. Pero ha llegado la hora, la cosecha está blanca, y espera a los recolectores. Así que id con la hoz de oro de vuestra elocuencia: no se necesita ninguna otra arma. No pidáis dinero, bolsos o ropa. Domingo os los negaría, os envía, con vuestro corazón, con vuestra doctrina, con vuestro amor. Esto es suficiente, cuando Dios está con nosotros, para salvar al mundo.
La pequeña tropa fue, pues, dispersada por el santo fundador. Los envió a fundar centros de predicación en Roma, en París, en Bolonia, en España, dondequiera que el espíritu del cielo le inspiró a elegir las primeras sedes del apostolado de su orden. Arengados por su líder, estos valientes soldados del más heroico de los capitanes partieron, con santo ardor e ingenua confianza, a conquistar el mundo.
PRÁCTICA: Confía ciegamente en la Providencia, cuando se está seguro de cumplir la santa voluntad de Dios en una empresa humanamente considerada difícil o incluso imposible.
INVOCACIÓN: Santo Domingo, a quien Dios ha enviado por todo el mundo, ¡ruega por nosotros!
CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: La partida.
Cuando Domingo exhortó a los Hermanos a guardar sus votos y trabajar con todo el corazón en la fundación de nuevos conventos, en la predicación y en los estudios, los despidió, después de haberlos bendecido. Los nuevos apóstoles partieron a pie, sin dinero, desprovistos de todo recurso humano, con la misión no sólo de predicar, sino de fundar conventos. Sólo uno de ellos, Juan de Navarra, se negó a partir en tales condiciones y pidió dinero. Domingo, al ver a un hermano predicador que no confiaba en vivir en la Providencia, comenzó a llorar y se arrojó a los pies de este hijo de poca fe. Pero, como no pudo superar su desconfianza en Dios, ordenó que le dieran doce denarios. Algunos cistercienses que estaban presentes expresaron, se dice, su sorpresa, en términos poco mesurados, de que hombres sin letras y sin conocimientos se atrevieran a ser enviados a enseñar y predicar; sus expresiones eran más que libres, eran desdeñosas. Domingo soportó estas declaraciones extraoficiales con la ecuanimidad que siempre mostraba en tales circunstancias. «¿Qué decís, hermanos míos», respondió suavemente, «¿no sois un poco como los fariseos? Lo sé, incluso estoy seguro de que mis hijos viajarán sanos y salvos, pero no será lo mismo para vosotros» (Vida de Santo Domingo, de varios autores).
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)