Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
A LOS HERMANOS Y HERMANAS DE LA TERCERA ORDEN DE PENITENCIA DE SANTO DOMINGO
PREFACIO
Al publicar, siguiendo un consejo autorizado para él, este pequeño Mes de Santo Domingo, el autor pretende llevar ante los ojos del piadoso lector los principales acontecimientos de la vida admirable del santo fundador de una Orden ilustre, que continúa su doctrina y su apostolado en la Iglesia de Dios. La forma de meditaciones, tan degustada en las publicaciones anteriores del mismo modo, facilita la elevación del alma a Dios, autor de todo don y de toda santidad, y ayuda a devolver la admiración al campo de la práctica cristiana, proponiendo la imitación de las virtudes que meditamos.
Los miembros de la Tercera Orden Dominicana, a quienes nos atrevemos a dedicar este libro, lo acogerán con bondad, inspirado por una ardiente devoción a su santo patrón y por una filial devoción a su familia espiritual.
Es justo reconocer que las obras del Padre Lacordaire, del Padre Henri Chirat, del Padre Antonin Danzas y las colecciones especiales de oraciones para el uso de los Terciarios, nos han sido de gran ayuda en la redacción de este escrito, por lo que solicitamos la misma indulgencia que el público religioso tuvo la amabilidad de conceder a sus humildes antecesores.
Marsella, 5 de mayo de 1878, fiesta de San Pío V, Papa, de la orden de los Frailes Predicadores.
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
31 DE JULIO – VÍSPERAS DEL MES DE SAN DOMINGO: GLORIAS DOMINICANAS
PRELUDIO
Uníos, de pensamiento y de corazón, a todas las almas que, en este día, se disponen a honrar a nuestro glorioso patrón, durante el mes que le dedica la piedad de sus hijos espirituales, para aumentar, por esta comunión de los santos, el ardor de nuestra devoción y asegurar el fruto de esta práctica.
PENSAMIENTOS
Lo que el padre Lacordaire dijo, con una intención más general, lo diremos aquí, de la posteridad espiritual de Santo Domingo, colocando así nuestras piadosas reflexiones de todo el mes bajo la égida de una palabra tan filialmente dedicada a nuestro santo protector como digna de hacernos comprender la grandeza de su obra, para tenerla mejor estudiada, meditada, comprendida y traducida:
«La historia ha contado las labores (de los hijos de Santo Domingo). Surgieron terribles herejías, se descubrieron nuevos mundos pero, en las regiones del pensamiento como en las olas del mar, ningún navegante pudo ir más allá de su devoción o de su doctrina. Todas las orillas han conservado la huella de su sangre, y todos los ecos el sonido de su voz. El indio, perseguido como una fiera salvaje, encontró asilo bajo sus cogullas; el negro todavía tiene en el cuello la marca de sus abrazos; los japoneses y los chinos, separados del resto de la tierra por la costumbre y el orgullo más aún que por el camino, se sentaron a escuchar a estos maravillosos extranjeros; el Ganges los vio comunicar la sabiduría divina a los marginados; las ruinas de Babilonia les prestaron una piedra para descansar y pensar por un momento, mientras se secaban la frente, en los tiempos antiguos. ¿Qué arenas o bosques los ignoraron? ¿Qué idioma no hablaban? ¿Qué herida del alma o del cuerpo no ha sentido su mano? Y, mientras viajaban y recirculaban el mundo bajo todos los pabellones, sus hermanos llevaron la palabra en los concilios y en las plazas públicas de Europa; escribieron sobre Dios mezclando el genio de los Padres de la Iglesia con el de Aristóteles y Platón, el pincel con la pluma, el cincel del escultor con el compás del arquitecto, levantando en todas las formas estas famosas sumas teológicas, diversas en sus materiales, únicas en el pensamiento, que nuestro siglo comience nuevamente a leer y amar…».
Antes de morir, Domingo prometió ayudar a sus hijos: la historia ha contado las maravillas de esta asistencia del padre en su posteridad, pero nosotros, que somos hijos de este santo, tenemos un motivo especial para dejarnos llevar por la alegría que da al alma piadosa el cuadro de los beneficios del patronato que el gran Patriarca de la Orden Dominica nunca ha dejado de ejercer sobre sus miembros. Sin duda, todos los fundadores de Órdenes viven en su Instituto, pero la presencia perpetua del maestro entre los discípulos, este legado de sus labios moribundos, nos da a nosotros, hijos privilegiados de Santo Domingo, una confianza especial. Este sentimiento nos acompañará durante todo el mes que dedicaremos a meditar sobre las virtudes y glorias de su vida.
PRÁCTICA: Difundid en torno a vosotros la práctica del mes dedicado a Santo Domingo y preparaos a seguirlo con filial devoción, sin perder un solo día.
INVOCACIÓN: Santo Domingo, jefe y padre de la Orden de Frailes Predicadores, ¡ruega por nosotros!
CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: La Canción de Dante.
He aquí el elogio que hizo a la Orden Dominicana, en el siglo XV, uno de los más grandes poetas cristianos, el cantor independiente de la Divina Comedia:
«En esta parte del mundo donde parte el céfiro y viene a abrir las nuevas hojas de Europa; no lejos del sonido de las olas que ocultan el sol a todo hombre tras su inmensidad; Caleruega se asienta bajo la protección del gran escudo, donde está el León domina la Torre y la Torre al León. Allí nació el amoroso siervo de Dios, el santo campeón de la fe cristiana, amable con los suyos y duro con los enemigos. Apenas su alma había sido creada cuando, llena de virtud viva, hizo profetizar a su madre. Cuando, en el sagrado bautismo, la fe y él estaban comprometidos juntos, y prometieron salvarse mutuamente por medio del otro, la madrina que había dado su consentimiento vio en sueños el fruto maravilloso que había de nacer de él y de sus herederos. Y, para que su nombre correspondiera a su naturaleza, vino un ángel a nombrarlo con el mismo nombre del Señor, de quien era enteramente. Se llamaba Domingo y de él hablo como jardinero elegido por Cristo para ayudarlo en su jardín. Parecía que era el enviado y amigo de Cristo, ya que su primer amor fue por el primer consejo dado por Cristo. Muchas veces su niñera lo encontraba tendido en el suelo, silencioso y despierto, como si hubiera dicho: A esto vine. ¡Oh! padre realmente feliz! ¡Oh! ¡Verdaderamente llena de gracia, su madre! como lo dicen sus propios nombres Félix y Juana. En poco tiempo, no por amor vano al mundo, sino por amor al verdadero maná, se convirtió en un gran médico, y comenzó a trabajar la vid que se blanquea y se seca cuando el viticultor no es digno de ella. No pidió dar menos en lugar de dar más, ni el primer beneficio vacante, ni los diezmos que pertenecen a los pobres de Dios; pero sólo la libertad de luchar por el Evangelio contra los errores del mundo» (Paraíso, canto XII, trad. del padre Lacordaire).
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)