Noticia tomada de ACTUALITÉS FSSPX.
Actualmente, según Le Monde, «cada diez días se abre una iglesia evangélica en Francia». La nebulosa evangélica cuenta con un millón de fieles en l’Hexagone (la Francia metropolitana), incluyendo a los practicantes ocasionales. No faltan razones para explicar el auge de una religión que constituye un desafío para el catolicismo francés.
En Francia, de 1950 a 2024, los protestantes pasaron de 50.000 practicantes regulares a 750.000, con un aumento de los lugares de culto referenciados «que pasaron de 2.000 a 3.000 en quince años», explica Le Figaro, mientras que 42.000 iglesias católicas se han fusionado para formar alrededor de 10.000 parroquias que reúnen apenas dos millones de fieles, de forma más o menos regular.
Los evangélicos tienen un objetivo: «alcanzar la proporción de un lugar de culto por cada 10.000 habitantes», ó 6.200 templos, según Le Monde. ¿Cómo podemos explicar tal dinamismo? Una de las razones que viene a la mente es el declive de la matriz católica del país que alguna vez fue la Hija mayor de la Iglesia.
Desafiada por una sociedad posmoderna secularizada, enredada desde hace medio siglo, en nombre de un aggiornamento ambiguo, en sus contradicciones tanto teológicas como litúrgicas, la Iglesia de Francia no ha logrado entrar serenamente en un siglo XXI que parece colocarse más bajo el sello del protestantismo evangélico que bajo el del catolicismo.
Resultado: los hijos de los fieles católicos de ayer se ven tentados por un «todoterreno» espiritual fuera del marco institucional y confesional de una Iglesia que no logra convencer. Un «es mi decisión» ha reemplazado ahora los mandamientos tradicionales de Dios y de la Iglesia que ya no son invocados ni enseñados por quienes están a cargo.
Entre los evangélicos, lo que emergió es una nebulosa de comunidades pequeñas, a menudo muy heterogéneas, que parecen todo menos un movimiento unificado: por eso, «en 2010, se creó una estructura nacional, el CNEF» (Consejo Nacional de Evangélicos de Francia), que hoy reúne aproximadamente dos tercios de los lugares de culto dedicados del país.
Una estructura que necesitó diez años de trabajo para ver la luz: «El protestantismo evangélico se ve afectado por una tendencia patológica a la fragmentación», reconoce Stéphane Lauzet, ministro de culto evangélico que colaboró en la creación del CNEF, citado por Le Figaro.
El factor migratorio también entra en juego para explicar este éxito: poblaciones de origen asiático o africano se establecieron más recientemente en Francia y trajeron consigo la religión en la que crecieron.
Esto fue lo que dijo el historiador y sociólogo Sébastien Fath, especialista en el estudio del protestantismo, en una conferencia en el Centro Nacional para la Investigación Científica: el movimiento evangélico sigue siendo «muy popular en las comunidades de origen inmigrante», pero también, subrayó que «donde el Estado y los servicios están ausentes, porque este culto se distingue por vínculos sociales muy fuertes».
Vínculos sociales que la disolución casi general del tejido parroquial católico ha distendido, pero que aún existen y que han sido trasladados a otra parte, pues la naturaleza siempre tiene horror al vacío.
Además (¿es una coincidencia?), la «tasa de reproducción espiritual» o la capacidad de una religión de transmitir sus fundamentos sigue siendo actualmente más alta en el islam y en el movimiento evangélico que en el catolicismo, según Guillaume Cuchet, citado por La Croix, sin olvidar la evangelización de los no cristianos que se lleva a cabo de manera desinhibida por los evangélicos, mientras que muchos católicos ven esto como un proselitismo fuera de lugar, incluso dentro de la jerarquía.
¿Esto confirma la reducción a una categoría inferior del catolicismo francés? Nada es definitivo al respecto, y las grandes manifestaciones espirituales que vieron caminar a miles de peregrinos por las carreteras de Chartres y la Beauce están ahí para demostrar que un catolicismo orgulloso de sus tradiciones todavía tiene voz.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)