«Existen entre nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo
Pontificado decir que el Papa “gloriosamente reinante” en cualquier
tiempo “es un santo y un sabio”, “ese santazo que tenemos de Papa”,
aunque no sepan un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es
mentir sencillamente a veces, es ridículo; y nos vuelve la irrisión de
los infieles». (P. Leonardo Castellani, Las Parábolas de Cristo)
Es verdad que desde la antigüedad, a los Papas se les ha profesado
devoción, en especial en Roma (Santa Catalina de Siena, por ejemplo,
llamaba al Papa “el Dulce Cristo en la Tierra”). Pero desde Juan Pablo
II a esta parte, la devoción que muchos muestran al reclamante del Solio
Petrino ha tomado una desviación rayana en la idolatría, que bien
merece el nombre de “Papolatría”. Pero ahora, la situación ha pasado a
más:
En la basílica de San Pedro y San Pablo en Acireale (provincia de
Catania, Italia), no pudieron encontrar mejor idea para su sepulcro del
Jueves Santo que colocar en el altar el retrato del Antipapa Francisco I
Bergoglio.
Y en la catedral San Pedro de Alcántara en Petrópolis (Brasil), en el
servicio dominical de la Pascua, se presentó una estatua de cera de
Bergoglio, notable por su gran similitud con el personaje. Esta figura
de cera, luego de ser objeto de fotografías y veneración por los
feligreses y curiosos presentes en el lugar, fue trasladada al Museo de
Cera de dicha ciudad, donde permanece en exposición desde entonces.
Bien vale recordar ante estos hechos (símiles al omnipresente culto de
la personalidad en los regímenes totalitarios de Cuba, Venezuela y Corea
del Norte) que la Sana Teología prohíbe la veneración de imágenes de
personas vivas; adicional a que esto parece una nueva fase del
cumplimiento del pasaje del Apóstol: “El hombre de iniquidad, el hijo de
la perdición, que se contrapone y se levanta sobre todo lo que es
llamado Dios o es objeto de veneración, al punto de sentarse en el
templo de Dios, proclamándose
a sí mismo Dios” (2 Tesalonicenses 2, 4).
¡VERDADERAMENTE, CUANDO DIOS QUIERE CASTIGAR LA APOSTASÍA, REDUCE A LOS HOMBRES A SER BESTIAS!
El malaventurado Juan Pablo II, en parte por su sueño frustrado de ser actor, se volvió un rockstar, con todos sus ademanes cuidadosamente estudiados para cada ocasión (y tenía sus groupies también). Pero ciertamente Jorge Mario Bergoglio Sívori le supera en narcisismo y megalomanía. Quiere que todo el mundo lo vea y hable de él, y capaz de hacerle de striper si se le presenta. Quiere que su iglesia sea a su imagen y semejanza, “El Vaticano II soy yo” es su lema.
ResponderEliminarPayaso que es ese Bergoglio, y ridículos idólatras los que lo defienden.
ResponderEliminarQuien no cree en Dios, a cualquier burro adora.
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