Tomado de CATÓLICOS ALERTA
“Satanás combate en todas partes y en todas partes intenta eliminar lo sobrenatural”. (R. P. Denis Fahey)
El
ser entero de este puro espíritu, toda esa incansable energía, de la
cual nosotros, pobres criaturas de músculos y nervios, no podemos
hacernos una idea; adecuada, está, siempre y por todas partes, dirigida
contra la sumisión sobrenaturalmente amorosa a la Santísima Trinidad.
Nosotros
cambiamos de parecer y tenemos necesidad de descanso y de sueño. No le
ocurre lo mismo a Satanás. Toda su espantosa energía está dirigida, sin
cesar, con el más infatigable encarnizamiento, contra la obra de
salvación y de restauración del Verbo hecho carne.
Hemos visto que el resultado de tal revuelta era, sobre el plan de las ideas, el naturalismo.
Desde
el punto de vista en que ahora nos situamos, el de un combate más
concreto, podemos observar que los ataques del infierno tendrán,
primeramente, como objetivo la humanidad en general, en cuanto
privilegiada del Amor divino; seguidamente el orden cristiano más
estrictamente considerado, y en fin, la Iglesia Católica, más
directamente vulnerable en sus miembros, laicos o sacerdotes. Los
sacerdotes, sobre todo, serán el objeto del odio infernal, no solamente
porque son cristianos por excelencia, sino porque son los hombres de la
Misa.
La
Misa es, en efecto, la renovación del sacrificio del Calvario por el
cual la humanidad se reconcilia con Dios, con lo que el orden inicial se
encuentra de esta forma restablecido por una unión nueva, en cierta
manera, de lo natural y de lo sobrenatural: unión que habían destruido y
como rechazado nuestros primeros padres.
“El
olvido de esas verdades fundamentales -escribe el R. P. Fahey- hace
difícil a las gentes, que no leen más que los periódicos y frecuentan el
cine, comprender- el odio a la Misa y al sacerdocio mostrando por la
Revolución, masónica o comunista, en España, en México o en otras
partes. La formación dada por Moscú no basta para justificarlo...”
De
todas maneras, no huelga saber distinguir lo que Satanás buscaba con la
crucifixión de Nuestro Señor y la finalidad que persigue ahora, al
provocar y dirigir los ataques contra los que celebran Misa y los que a
ella asisten.
“Satanás
movió a los jefes del pueblo judío a desembarazarse de Nuestro Señor;
pues tenia conciencia de la presencia en el hombre Jesucristo de una
excepcional intensidad de esa vida sobrenatural que detesta; pero,
ciertamente, no quería y no pensaba entrar en el orden del plan divino
de la Redención. Su orgullo no le permitió comprender el misterio de un
Amor que llegaba hasta la divina locura de una inmolación en la Cruz.
Los demonios no sabían, en efecto, que el acto de sumisión del Calvario
significaba el retorno al orden divino por la restauración de la Vida
Sobrenatural de la Gracia para el género humano”. [1]
San
Pablo insiste que si (los demonios) “lo hubiesen sabido, no habrían
nunca crucificado al Señor de la Gloria" (1 Corintios, 11, 5). Y explica
Santo Tomás de Aquino: ”Si los demonios hubiesen estado absolutamente
ciertos de que Nuestro Señor era el Hijo de Dios y si hubieran sabido de
antemano los efectos de Su Pasión y de Su Muerte, nunca hubieran hecho
crucificar al Señor de la Gloria”. [2]
Pero,
si bien los demonios comprendieron demasiado tarde el sacrificio del
Calvario, están, por el contrario, perfectamente enterados de la
significación de la Misa. Ahí se adivina su rabia. Todos sus esfuerzos
van dirigidos para impedir su celebración. Pero, no pudiendo terminar
totalmente con este acto único de adoración, Satanás intentará limitarlo
a los espíritus y a los corazones del menor número posible de
individuos...
Y esta lucha continuará hasta el fin de los tiempos.
De
esta forma se comprenden las apremiantes recomendaciones de los
Apóstoles y de los Santos para ponernos en guardia contra Satanás y sus
demonios. Conocemos la fórmula de San Pedro sobre el león rugiente
buscando a quien devorar. San Pablo, por su parte, no temía escribir a
los Efesios:
“Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del Diablo, que no es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires. Tomad, pues, la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y, vencido todo, os mantengáis firmes” (Efesios, 6, 11-13).
Cuando
se ha comprendido el sentido y el alcance de esta lucha, cuando se
conoce el plan de universal restauración realizado por Jesucristo y su
Iglesia, aparece inevitable que Lucifer y todo el Infierno con él se
encarnicen en hacer fracasar este plan y que a la catolicidad
(entiéndase: a la universalidad) de la salvación operada por la acción
sobrenatural de la Gracia, Satanás busque oponer la negación de un
universalismo puramente natural, del cual el Señor de la Gloria sería
expulsado y en el cual la obra de la redención estaría neutralizada,
anulada.
Pero... “ad orto solis úsque ad occásum... im omni loco sacrificátur et offerétur Nómini Meo oblátio munda...” (“Desde el Levante hasta el Poniente, en todas partes, he aquí que sacrifican y ofrecen a Mi Nombre una oblación pura...”)
Esta frase del profeta Malaquías indica, por el contrario, el orden divino.
JEAN OUSSET (Tomado de su libro “Para que Él reine”)
NOTAS
[1] Como observa San Agustín, “Cristo
no ha sido conocido por los demonios más que en tanto que lo ha
querido. Cuando Él creyó conveniente ocultarse un poco más
profundamente, el príncipe de las tinieblas dudó de Él y Lo tentó
incluso para saber si era verdaderamente Cristo, el Hijo de Dios” (“La Ciudad de Dios”, IX, 21).
[2] Cfr. Suárez (tercera parte: dio. Thomae, cuestión XLI; art. 1, co. III): “Sobre todo para saber si era el Hijo de Dios se acercó el demonio a Jesucristo para tentarlo”. Sus primeras palabras manifestaron su pensamiento: “Si eres el Hijo de Dios...”
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)