Reflexión enviada por un lector.
LAS IBÁÑEZ: EL VERDADERO ORIGEN DE LA PUTREFACTA OLIGARQUÍA COLOMBIANA
Aquí no importa que sean de origen libanes, escoces, alemán, español, indígena, italiano, etc. En Colombia, los políticos vienen de dos mujeres que se apretaban los senos para resaltarlos y se ponían corsé para aplanar sus estómagos lascivos y sus vientres ávidos, su apellido Ibáñez, dos hermanas reputas, putísimas, que utilizaron la vagina con fines políticos y dejarnos esta escoria de mandatarios que nos gobiernan por años.
Miren esto: En las elecciones presidenciales de 2014, tres candidatos: JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN, Rafael Pardo Rueda y Clara López Obregón tuvieron en común algo más que su deseo de ocupar la primera magistratura de la nación, los tres son tataranietos de dos de esas hermanas Ibáñez que enloquecieron a Bolívar y Santander, desabrochados que murieron tísicos de tanto sexo con ellas y con otras.
Nicolasa y Bernardina. He aquí la historia de Colombia entre sábanas, sudores, miasmas y peos.
La descendencia (Nicolasa y Bernardina) de Miguel Ibáñez Vidal y Manuela Jacoba Arias es un poderoso clan familiar por el que los colombianos hemos votado desde hace siete generaciones para elegirle seis presidentes, ministros, gobernadores, alcaldes de Bogotá y muchos congresistas.
Originaria de Ocaña, Norte de Santander, esta es una de las familias con mayor vocación de poder político en Colombia.
Como oportunistas en un nido, en su seno conviven las ideologías más dispares, encarnadas en el fundador del Partido Conservador, José Eusebio Caro, hijo de Nicolasa y en su tataranieto, el ex presidente del Partido Liberal Colombiano, Rafael Pardo Rueda. Su tataranieta Clara López Obregón, mujer burgués, sobrina de Alfonso López Michelsen, milita en la izquierda como presidenta del Polo Democrático, y más a la izquierda el cofundador del M-19 Jaime Báteman Cayón, disfrazado de comunista para conseguir el poder ayudado de las masas.
Pero ¿quiénes eran Nicolasa y Bernardina, las integrantes más famosas de la familia?
Nicolasa Ibáñez, nacida el 30 de abril de 1794, tenía 19 años el 9 de enero de 1813, cuando coloca en Ocaña sobre las sienes de Bolívar (que regresaba de la campaña del Bajo Magdalena) la que será su primera corona de laurel, ya estaba comprometida en matrimonio con el realista Antonio José Caro, preso en Mompós cuando subía de Santa Marta por las tropas patriotas de Bolívar, quien lo libera y el matrimonio se efectúa el 16 de marzo.
No sin antes Bolívar cobrar la noche de pernada. Bolívar no era marica.
En junio de 1815 aparece en Ocaña el Coronel Francisco de Paula Santander, de 23 años, jefe de los ejércitos del Norte y se convierte en amante de Nicolasa.
Los celos de Santander por Nicolasa fueron comidilla pública y generaron muchos escándalos, entre ellos uno muy grave cuando era Presidente de Colombia.
Nicolasa, todavía hermosa cumplía 41 años, su cabello y sus senos abultados atrajeron al vicepresidente José Ignacio de Márquez, quien le llevó un regalo hasta su casa el 30 de abril de 1835. El General Santander (como en novela mexicana) apareció y por poco mata al vicepresidente lanzándolo por la ventana, quien en venganza se le opone en las elecciones del 37 y lo vence. El episodio se considera como el origen de los dos partidos políticos corruptos tradicionales de Colombia. Nacidos esos partidos no en idearios, sino en los cucos sucios, manchados y apetecidos de esta gran puta.
Nicolasa fue amante del presidente Santander, abuela del presidente Miguel Antonio Caro, abuela política del presidente Carlos Holguín y bisabuela política del presidente Roberto Urdaneta.
Su hermana Bernardina Ibáñez nace en 1803. En 1819 fue escogida por su belleza para colocar a Bolívar la corona de laurel después de la Batalla de Boyacá. Bolívar tenía 36 años, Bernardina 16 y el guerrero desde ese instante la asedió con sus requiebros afrancesados amorosos.
Le levantó la falda en el patio y le hizo el amor en la alcoba de la guardia luego de hacer huir a los centinelas. Bolívar prendado de su juventud y pasión le escribe desde Cali el 15 de enero de 1822:
“Para la melindrosa y más que melindrosa bella Bernardina. Mi adorada B… lo que puede el amor. No pienso más que en ti y cuanto tiene relación con tus atractivos. Lo que veo no es más que una imagen de lo que imagino. Tú eres sola en el mundo para mí. Tú, ángel celeste, sola animas mis sentimientos y deseos más vivos. Por ti espero tener aún dicha y placer, porque en ti está lo que yo anhelo. Te escribo mil veces, pero tú ingrata no me respondes”.
Bernardina, llamada la “Novia de Bogotá”, violada y con dudosa virginidad, desdeñó a Bolívar porque estaba enamorada del joven coronel Ambrosio Plaza Obelmejías. Dicen que para separarlos, Santander por orden de Bolívar lo mandó al frente de combate y lo mataron en la batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821. Ya el Congreso había aprobado su ascenso a
General de brigada, que no alcanzó a recibir.
El incidente la hizo odiar a Bolívar. Años más tarde, Bernardina, como puta refinada y damisela se rinde al seductor más reconocido de la época y supuesto progenitor de 180 hijos, el multimillonario Miguel Saturnino de Uribe y Uribe Santos, socorrano, pariente de Antonia Santos.
De esa unión nace Carmen Uribe Ibáñez, a quien como fruto del pecado se le encerró en el convento de monjas de la calle 17 con 7ª en Bogotá, bajo la protección de su padre. Para lavar la honra de Bernardina, el procurador General de la Nación, Florentino González la desposa.
Al paso de los años Carmen Ibáñez casará con el cónsul danés Karl Michelsen Koppel. Su nieta María Michelsen Lombana desposa con Alfonso López Pumarejo y la harán bisabuela del presidente Alfonso López Michelsen.
Muchos son los presidentes de la familia, pero el resto de parentela no es desconocida, entre ellos el Gran Maestro de la Logia Masónica de Colombia, Álvaro López Holguín; María Mercedes Cuéllar López, codirectora del Banco de la República; la canciller María Ángela Holguín Cuéllar; los ex ministros Ángela Montoya Holguín y Miguel Urrutia Montoya; el ex senador Miguel Santamaría Dávila; al ex alcalde de Bogotá Diego Pardo Koppel; el clavicembalista Rafael Puyana Michelsen; el escritor Eduardo Caballero Calderón; el ex presidente de Caracol Pablo Laserna Philips; el periodista Antonio Caballero Holguín; el ex presidente del grupo Grancolombiano Jaime Michelsen Uribe; el pintor Luis Caballero Holguín.
En fin, el listado sería la serie infinita de bastardos del abolengo criollo, una partida de parásitos que se creen descendientes del testículo de Cristóbal Colón, sin ser más que un vello maloliente y púbico de un par de putas de Ocaña.
Mas historia: Dos hijas de Miguel Saturnino Uribe, hermanas medias de Carmen Ibáñez: Eloísa Uribe Maldonado y Francisca Uribe casaron dos veces con Manuel Samper Agudelo, abuelo de Manuel Ancízar Basterra, autor de “Peregrinación de Alpha”, bisabuelo de Alejandro Uribe Castaño, y tío abuelo del presidente Ernesto Samper Pizano.
Para colmo, en 1978 en el Congreso se presentó una propuesta para rendir homenaje a Nicolasa y Bernardina, pero un paisano suyo, el senador Fernando Carvajalino Cabrales, al igual que la nieta de Nicolasa, Margarita Holguín y Caro –que viajó a Ocaña a desaparecer vestigios de la infidelidad con Santander– se opuso aduciendo que la vida de las dos hermosas mujeres no era edificante. Eran unas mujerzuelas que se acostaban en la tolda que tuviera poder político. Variaban de amantes y partidos como los políticos actuales en Colombia… la genética es un hecho irrenunciable.
Hoy muchos políticos se ufanan de ser sus descendientes y rebuscan en sus ramificaciones genealógicas algún parentesco con ellas.
Los otros hermanos de las grandes putas e hijos de Miguel Ibáñez y Manuela Jacoba Arias tampoco descuidaron sus enlaces matrimoniales:
- José Miguel Ibáñez Arias fue alcalde de Bogotá en 1833 y casó con Juana Lozano Lozano, hija del prócer Jorge Tadeo Lozano y nieta del Marqués de San Jorge, primer presidente del Estado Libre de Cundinamarca.
- Vicente Ibáñez Arias casó con María del Pilar Caicedo y Sanz de Santamaría, hermana del presidente Domingo Caicedo.
- Antonio Ibáñez Arias, casó con Mercedes Nariño Ortega, hija del presidente Antonio Nariño y Magdalena Ortega.
Estas historias de alcoba y política nos reafirman que Colombia no es más el país del Sagrado Corazón, sino el de los descendientes de unas vagabundas de la historia llamadas las Ibáñez.
Y que no somos una república democrática, participativa y pluralista como dice la Constitución, sino una democracia hereditaria representada en esta familia presidencial.
En resumen: puede decirse que los descendientes de estas hermanas Ibáñez, son una triple manada de hijos de puta, vividores oportunistas y saqueadores de los impuestos que recolectan del pueblo colombiano. Es lo que hemos elegido y lo que nos merecemos…
¡¡Todos a leer y entender la verdadera historia... no más historias!!
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)