Rescatado de MISA TRIDENTINA.
Una persona que crea estar sufriendo en su cuerpo o en su mente una influencia del demonio que va más allá de lo natural, después de rezar el Exorcismo de León XIII, puede decir cada día esta oración:
Señor, Dios todopoderoso, misericordioso y omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, expulsa de mí toda influencia de los espíritus malignos.
Padre, en el nombre de Cristo te pido que rompas toda cadena que los demonios tengan sobre mí. Derrama sobre mí la preciosísima sangre de tu Hijo. Que su sangre inmaculada y redentora quebrante toda atadura sobre mi cuerpo y mi mente. Todo esto te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María.
San Miguel arcángel, intercede, ven en mi ayuda.
En el nombre de Jesús ordeno a todo demonio que pueda tener alguna influencia sobre mí, que salga para siempre.
Por su flagelación, por su corona de espinas, por su cruz, por su sangre, por su resurrección, ordeno a todo espíritu maligno que salga.
Por el Dios verdadero, por el Dios santo, por el Dios que todo lo puede, te ordeno demonio inmundo que salgas en el nombre de Jesús, mi Salvador y Señor.
Esta oración debe ser repetida cada día, una vez o varias. Más que el número de veces que se rece lo que importa es el fervor y la fe con que se haga. Para ello hay que concentrarse en la oración y pedir humildemente a Dios y ordenar al demonio que salga. En esta oración, a Dios se le pide con humildad y amor, al demonio sin embargo se le ordena, sin ira, sólo con fe.
Por supuesto, esta oración debe ir acompañada de una conversión en la vida de la persona. Es decir, de nada sirve pedir que se arranque de nosotros una influencia del demonio si seguimos viviendo en el pecado mortal.
La persona que quiera romper con el demonio debe confesarse y cumplir los diez Mandamientos.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)