Traducción del artículo del filósofo italiano Giorgio Agamben para Quodlibet.
LOS AÑOS TREINTA ESTÁN POR DELANTE DE NOSOTROS
En Noviembre de 1990, Gérard Granel, una de las mentes más lúcidas de la filosofía europea de aquellos años, pronunció una conferencia en la New School for Social Research de Nueva York cuyo título, ciertamente significativo, no dejó de provocar algunas reacciones de escándalo entre los biempensantes: Los años treinta están por delante de nosotros.
Si el análisis realizado por Granel era genuinamente filosófico, sus implicaciones políticas eran en realidad inmediatamente perceptibles, ya que en el aparentemente anodino sintagma cronológico se trataba pura y simplemente del fascismo en Italia, del nazismo en Alemania y del estalinismo en la Unión Soviética, es decir, los tres intentos políticos radicales de «destruir y sustituir por un “nuevo orden” aquel en el que Europa se había reconocido hasta entonces», Granel tuvo una buena mano para mostrar cómo la clase intelectual y política europea había estado tan ciega ante esta triple novedad como lo estaba –en los años 1990 como hoy– ante su inquietante, aunque cambiado, resurgimiento.
Cuesta creer que León Blum, líder de los socialistas franceses, pudiera declarar, comentando las elecciones alemanas de Julio de 1932, que, ante los representantes de la vieja Alemania, «Hitler es el símbolo del espíritu de cambio, renovación y revolución» y que por tanto la victoria de Kurt von Schleicher habría parecido «aún más desoladora que la de Hitler». ¿Y cómo juzgar la sensibilidad política de Georges Bataille y André Breton, quienes, ante las protestas por la ocupación alemana de Renania, supieron escribir sin vergüenza: «en cualquier caso preferimos la brutalidad antidiplomática de Hitler, más pacífica, de hecho, que la excitación babeante de los diplomáticos y políticos».
La tesis de este ensayo, que recomiendo mucho su lectura, es que lo que define el proceso histórico en marcha, en los años 1930 y en los años 1990 en los que escribió, es la misma primacía de lo infinito sobre lo finito, que, en nombre de un desarrollo que pretende ser absolutamente ilimitado, busca abolir en todos los ámbitos –económico, científico, cultural– las barreras éticas, políticas y religiosas que hasta entonces lo habían contenido de alguna manera. Y, al mismo tiempo, también a través de los ejemplos del fascismo, el nazismo y el estalinismo, Granel mostró cómo un proceso similar de infinitización y movilización total de todos los aspectos de la vida social sólo puede conducir a la autodestrucción.
Sin entrar en los méritos de este análisis ciertamente persuasivo, me interesa aquí subrayar las analogías con la situación que atravesamos. El hecho de que la década de 1930 todavía esté por delante no significa que veamos que los acontecimientos aberrantes en cuestión se repiten hoy exactamente en la misma forma; más bien significa lo que Bordiga había querido expresar al escribir, después del final de la Segunda Guerra Mundial, que los vencedores serían los verdugos de los vencidos. Los gobiernos de todas partes, cualquiera que sea su color y ubicación, actúan como ejecutores de la misma voluntad, aceptada sin beneficio de inventario. Por todos lados vemos continuar ciegamente el mismo proceso ilimitado de incremento productivo y desarrollo tecnológico que denunció Granel, en el que la vida humana, reducida a su base biológica, parece renunciar a cualquier otra inspiración que no sea la nuda vida y se muestra dispuesta al sacrificio sin reservas, como hemos visto en los últimos tres años, de su existencia política. Con la diferencia, tal vez, de que los signos de ceguera, de ausencia de pensamiento y de una probable e inminente autodestrucción, que evocaba Granel, se han multiplicado dramáticamente.
Todo hace pensar que estamos entrando –al menos en las sociedades postindustriales de Occidente– en la fase extrema de un proceso cuyo final no se puede predecir con certeza, pero cuyas consecuencias, si no se despierta de nuevo la conciencia de los límites, podrían ser catastróficas…
15 de Enero de 2024
Giorgio Agamben
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán relacionarse con el artículo. Los administradores se reservan el derecho de publicación, y renuncian a TODA responsabilidad por el contenido de los comentarios que no sean de su autoría. La blasfemia está estrictamente prohibida, y los insultos a la administración es causal de no publicación.
Comentar aquí significa aceptar las condiciones anteriores. De lo contrario, ABSTENERSE.
+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)