Columna del Ing. Patricio Shaw Mihanović para PERIODISTA DIGITAL.
LA NO-PAPABILIDAD DE LEÓN XIV
Hay dos sentidos principales y muy distintos del verbo «juzgar»:
A. Sentido legal: Determinar un juez o tribunal si un hecho es contrario a la ley, y sentenciar lo procedente.B. Sentido racional: Ejercer la segunda operación del entendimiento humano, que consiste unir a un sujeto un predicado, o desunírselo, y de ese modo comprometerse por reconocer un estado de cosas.
Es un horror vertiginoso y grosero confundir y mezclar ambos significados. Cuando se dice que un Papa no puede ser juzgado sino por Dios, se entiende en sentido legal y no en sentido racional; además, se entiende que se dice eso de un hombre de quien no hay pruebas apodícticas de que no es Papa, y que por ende tiene derecho a ser presumido inocente y legítimo, y a ser reconocido y obedecido. No es el caso de León XIV.
La no-papalidad de León XIV es perfectamente cognoscible por vías intelectuales, a partir de sentencias de Fe sobre qué es imposible que haga un Papa. Encontrar, a partir de la Fe, que es imposible que León XIV sea papa no es, ni un juicio legal, ni siquiera un juicio intelectual sobre un papa verdadero, sino sobre un hombre a quien el papado no le pertenece como una propiedad intrínseca, y a quien ni siquiera le pertenece por el único modo como el papado pertenece a un Papa: por delegación directa de Cristo comprobada en los hechos por la defensa del Depósito de la Fe por ese delegado.
No hace falta un juicio futuro de la Iglesia para saber que León XIV no puede ser Papa, y tampoco hay excusa para esperar a eso. Renunciar al razonamiento en área religiosa para depender únicamente de lo que dice Roma, es perder la Fe, porque es imposible tenerla verdadera sin que la razón tenga motivos suficientes para tenerla y conocerla como verdadera. Además, es una contradicción, porque si no se puede saber si León XIV es papa hasta que un futuro papa lo diga, tampoco se va a saber que ese futuro papa sea papa y diga la verdad sobre León XIV, hasta que un papa más futuro todavía lo diga, y así hasta el Fin del Mundo.
El Volkswagen Tipo 1 no se hunde. Si veo que un auto se hunde y digo que no es un Volkswagen Tipo 1, no estoy «juzgando legalmente el Volkswagen Tipo 1» ni «negándolo» ni necesito que venga un especialista en ese tipo de auto para saber que no es un Volkswagen. La indefectibilidad e infalibilidad de la potestad papal en gobernar, enseñar y administrar sacramentos es más segura aún que la resistencia del Volkswagen Tipo 1 al hundimiento. Si veo que en un pretendiente papal ciertamente no se cumple esa indefectibilidad, tengo lo suficiente para saber que no es Papa, sin ninguna sentencia ni opinión de ninguna autoridad, y no tendré excusa ante Dios el día del juicio para decir que «no se podía saber» si León XIV no era papa.
Dar por posible que León XIV sea Papa, es dar por posible que el delegado autorizado y asistido por Cristo para dirigir y organizar la Revelación de Cristo en la tierra puede incitarnos positiva y explícitamente, y además con derecho divino, a descreer de dicha Revelación: esto es contrario a la misma Revelación, es herejía, es blasfemia; además es una completa imbecilidad, porque si la autoridad que debiera ser infalible para transmitir, explicitar e interpretar la Revelación y hasta debiera ser Regla próxima de la Fe católica es falible, no hay Revelación divina segura. Esto equivale a decir que no hay Revelación divina ninguna, pues una Revelación que fuera divina sería segura. Si no hay Revelación divina, no hay modo conocido como el hombre haya de rendir culto a Dios. Pero siendo el hombre racional e inmortal, si Dios existe no puede no haberle prescrito un modo debido de rendirle culto. Resulta entonces, del falibilismo, y del antisedevacantismo obstinado y ciego, que Dios no existe, y que el hombre fue hecho para alimentarse y copular, y para terminar comido por gusanos.
Los que no adoptan el sedevacantismo por no haberse visto ante las razones del mismo, si están en ignorancia invencible, pueden encontrar misericordia en Dios. Pero los que rechazan el sedevacantismo habiendo visto e ignorado sus razones, pueden esperar un juicio terrible y la condenación eterna. Resistir la verdad conocida como tal es uno de los siete pecados contra el Espíritu Santo, de los cuales Cristo dijo que no tienen perdón.
Patricio Shaw Mihanović
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)