Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO.
La Missa Papæ Marcélli de Palestrina es tan sublime, pura y clara, que el compositor persuadió sin ayuda de nadiea los Padres del Concilio Dogmático de Trento para que no prohibieran la polifonía sagrada de la Iglesia.
A diferencia del canto gregoriano sagrado, que utiliza una sola línea melódica, la polifonía utiliza varias líneas melódicas, pero en manos de compositores menores se había convertido en basura vulgar como la mayor parte de la música de la época actual.
Hace 500 años, el 3 de febrero de 1525, nació el mayor compositor de la Iglesia Católica, el italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina. Si bien la auténtica música sacra de la Iglesia es el canto llamado “gregoriano” en honor a su santo compilador, el papa San Gregorio I Magno (540-604), el canto gregoriano inspiró la música de la Iglesia Católica que floreció en los siglos posteriores. El órganum, la escuela de Notre Dame, el ars antíqua y el ars nova florecieron en la Edad Media, dando paso al Renacimiento a principios del siglo XVI.
El problema fue que esta música, conocida como polifonía por utilizar muchas líneas armónicas en lugar de la única línea musical del Canto Sacro, se fue descontrolando poco a poco: demasiado florida, demasiado operística e inadecuada para la Santa Misa y el Oficio Divino. De hecho, los Padres del gran Concilio dogmático de Trento (1545-1563) consideraron seriamente prohibir por completo la Polifonía Sacra de la Iglesia.
Pero Palestrina cambió la opinión de los Padres Conciliares con un ejemplo destacado. Ofreció al Concilio la Missa Papæ Marcélli, la Misa más divina, sublime y perfecta jamás escrita. Utilizando el mejor estilo polifónico, sublime, puro y claro, cautivó tanto a los Padres que cedieron y dieron cabida a la polifonía. Aunque el Renacimiento vio nacer a muchos excelentes compositores polifónicos para la Iglesia, como Josquin des Prés, Tomás Luis de Victoria, Orlando de Lasso y William Byrd, hasta el día de hoy nadie ha igualado la pureza de Palestrina, apodado Princeps Músicæ, el Príncipe de la Música, cuyas composiciones siempre elevaron el texto sagrado, sin llegar a superarlo.
Católicos tradicionales, ninguna cultura sobre la faz de la tierra, ahora o antes, alcanzó jamás la cima de la música divina como lo hizo la civilización católica occidental. Los guardianes de ese legado sagrado son los católicos tradicionales, quienes rechazan la “música” basura de la Iglesia del Nuevo Orden, que corrompe las mentes y las almas de los neoiglesianos. Esto explica en gran medida por qué todo en la Nueva Iglesia es tan vulgar. Tomando prestado al mundo de la informática: «Basura entra, basura sale».
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)