«Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios». (San Mateo 5, 8).
San Casimiro, hijo del rey de Polonia, vivió en castidad, y murió por
conservar esta virtud. La meditación de los sufrimientos de Jesucristo,
los cilicios, el ayuno y las otras austeridades, tales fueron los medios
de que se valió para conservar un pureza angélica. Lleno de celo por la
propagación de la fe, persuadió a su padre Casimiro IV Jallegón a
dictar una ley que prohibió a los rutenos cismáticos la construcción de
nuevos templos y la reparación de los que quedaban en ruinas. Su caridad
para con los pobres era inagotable. Anunció el día de su muerte, y dio
su alma a Dios, a la edad de 23 años, en el año 1484.
MEDITACIÓN SOBRE EL PECADO
I. El pecado mortal es el mal supremo del hombre; es preciso evitarlo a
cualquier precio. Mantente firmemente resuelto a perder tus bienes, tu
honra, tu salud, tu vida, antes que cometer un solo pecado mortal.
¿Estás dispuesto a ello? ¿Cuántas veces ofendes a Dios por un puntillo
de honra, por un leve interés, por un placer transitorio?
II. La misma actitud debemos observar respecto al pecado venial, pues el
pecado disgusta a Dios, y lo ofende. Sí, sería mejor dejar que perezca
el mundo entero antes que proferir una mínima mentira. Es el sentir de
todos los santos; ¿es también el tuyo? ¿Cuántos pecados veniales cometes
por día? Ten cuidado, esas pequeñas enfermedades te predisponen
insensiblemente para una enfermedad mortal. Nunca cometas ni siquiera un
solo pecado venial deliberado.
III. No basta alejarse del pecado mortal y del pecado venial, es
preciso, en la medida en que lo puedas, evitar hasta las menores
imperfecciones, y seguir los consejos que Jesús nos da en el Evangelio.
San Casimiro prefirió morir antes que abandonar el consejo evangélico de
la castidad. ¡Cuán alejado estás tú de la guardia de los consejos, tú
que apenas observas los mandamientos! Pon mucho cuidado en esto: «el que no hace la que manda el Señor, en vano espera la que Él promete». (San Pedro Crisólogo).
La huida del pecado. Orad por los que os gobiernan.
ORACIÓN
Oh Dios, que armasteis a San Casimiro con inquebrantable constancia en
medio de los placeres de la corte y las seducciones del mundo, haced,
benignamente, que por su intercesión vuestros fieles desprecien las
cosas terrenas y suspiren sólo por los bienes del cielo. Por J. C. N. S.
Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)