Novena según se celebraba en el Convento de la Pasión que tenía la misma Orden en Madrid (siguiendo las consideraciones expuestas en la “Historia de la portentosa vida y milagros de San Vicente Ferrer” escrita por el padre Francisco Vidal y Micò OP en 1735), donde fue impresa por Eusebio Aguado en 1832, con las debidas licencias. Puede rezarse en cualquier momento del año, pero especialmente en preparación a su fiesta, que es el 5 de Abril.
COMPENDIO DE LA PRODIGIOSA VIDA DEL GLORIOSO SAN VICENTE FERRER
El día 23 de enero del año 1340 nació San Vicente Ferrer en Valencia, ciudad que da nombre a su reino. Su nacimiento verdaderamente fue un rasgo de la gran bondad, misericordia y providencia de Dios para con su Iglesia. Se hallaba ésta entonces sumamente agitada de la corrupción de costumbres e ignorancia en los deberes para con Dios y su santa ley, que reinaban en la mayor parte de las naciones de Europa, y resfriada la caridad y la piedad de muchos de sus hijos. Dios ofendido castigó a casi toda la Europa con la peste horrorosa que la envió el año 1338, y que duró cerca de dos años; al fin de los cuales envió al glorioso San Vicente Ferrer, como un signo de su misericordia, para que como su Apóstol con las señales de un verdadero apostolado reparase la piedad, purificase el santuario, y atrajese a Dios y a su felicidad a los que ni aun aquel castigo horroroso del Señor (la peste dicha) había abierto los ojos de sus almas, cerrados con el sueño de los vicios.
Fue prevenido San Vicente con las dulzuras de la gracia, y educado por sus piadosos padres en el santo temor de Dios y virtudes cristianas, cual convenía a las sublimes ideas que el Señor tenía sobre él. Fue un Ángel desde niño, y de un Ángel fueron sus acciones y sus estudios. De diez y siete años era ya filósofo y teólogo, y tenía sublimes conocimientos de la ciencia de los Santos, que no es otra que la de las virtudes fundadas en la humildad y perfeccionadas con la caridad.
Para llenar por su parte los designios de Dios, que ya conocía, y de que le había dado exactas ideas y signos nada equívocos, tomó el hábito de Santo Domingo en el convento de Predicadores de Valencia, su patria. Aqui, al paso que se perfeccionó en todas las virtudes, y heroicamente cumplió y llenó sus solemnes votos y leyes de su Orden, hizo otro tanto con las ciencias y con la oratoria sagrada propias de su instituto, que sus Prelados, aun siendo muy joven, le mandaron enseñar públicamente, graduándole de Doctor y Maestro.
Dios, como va dicho, le destinaba para su Apóstol en la mayor parte de Europa, y le separó, como en otro tiempo a Pablo y Bernabé, de la enseñanza en las Universidades para la grande obra a que le destinó; a saber, la de llevar su santo nombre a las gentes, a los reinos y a los hijos de Israel, como hizo con aquéllos.
Comenzó pues su Apostolado y predicación con tal celo, con tanta erudición, con tales signos prodigiosos, que muy en breve se vieron unos efectos tan admirables, que dieron bien a entender que su misión era de Dios. Judíos, herejes, mahometanos, malos cristianos a millares se convertían al Señor. España, Francia, Inglaterra, parte de Alemania, la Italia, fueron reinos que experimentaron las mayores y mejores reformas con la predicación y vida santa de este nuevo Apóstol.
Como a tal, Dios le dio la autoridad y poder de hacer milagros, ilustrándole con los dones de su santo espíritu, señales, dice San Pablo, de un verdadero Apóstol. Con estos, si su doctrina fue alguna vez despreciada de los enemigos de la fe, quedaban todos enmudecidos, confundidos, y convertidos. Predicaba siempre en su nativo idioma, y todas las gentes le entendían en los suyos propios. La naturaleza y sus leyes parece están a su disposición: él mandaba en los elementos, y tenía, digámoslo así, dominio sobre la vida y la muerte.
Resucitó muchos muertos, sanó paralíticos, curó toda clase de enfermos, dio vista a los ciegos, oído a los sordos, hizo andar a los cojos y tullidos, lanzó el maligno espíritu de los obsesos, dio partos felices, y aun sacó en ellos de los umbrales de la muerte a muchas mujeres que peligraban. Por último, fueron tantos los milagros que en vida y muerte obró, que averiguados sobre ochocientos por los jueces de su canonización, dejaron ya de comprobar otros muchos por no hacer interminable el proceso. Para conocer si serian muchos los que obró, basta saber que todos los días después del sermón mandaba al compañero que llevaba tocar una campanilla a hacerlos. “Toca á fer milacres”, decía en su idioma nativo.
Sobre estos divinos dones el Espíritu Santo le enriqueció con el de profecía, de consejo, de discreción de espíritus, de sabiduría, últimamente de cuantos estuvieron adornados los que el Señor destinó para sus Apóstoles.
Mas no por solo este destino sublime y angelical que el Señor dio a su siervo San Vicente le hizo tan poderoso en obras y palabras, sino por el modo con que correspondió a su divina gracia y a sus dones, siendo heroico en todas las virtudes morales y cristianas. Fue humilde hasta el extremo de no firmarse sino con el nombre de pecador, persuadiéndose era el mayor de todos los pecadores. Así es que fue cruelísimo consigo mismo, usando siempre del cilicio, de la disciplina, abstinencias, ayunos y toda obra de mortificación y de penitencia, con que procuraba aplacar al Señor por sus culpas enormes en sola su imaginación. Fue purísimo en alma y cuerpo; paciente, lleno de mansedumbre, de piedad, de celo, de caridad, sosteniendo estas virtudes con una oración continua; en una palabra, era en un todo conforme a Jesucristo.
Desde su misma niñez así lo fue, y en él no hubo más alteración que los mayores grados de perfección con que cada día adelantaba en esta conformidad y en sus heroicas virtudes. En medio pues de tanta heroicidad, amado de Dios y de los hombres, entre los dulcísimos nombres de Jesús y de María rindió su espíritu en manos del Señor a 5 de abril de 1419 en Vannes, ciudad de la Bretaña menor en el reino de Francia, y le colocó el Omnipotente en su paraíso celestial, premiando así sus virtudes, su celo apostólico, su heroica santidad, y haciendo que su memoria permanezca por medio de signos prodigiosos y de milagros estupendos en el corazón de sus devotos entre bendiciones, alabanzas y eterna gratitud.
Luego que el Santo fue beatificado y canonizado, creciendo cada día más y más la fama de los milagros y beneficios que por su poderosa intercesión Dios hacia a sus devotos, comenzaron éstos a reclamarla por medio de cultos piadosos y religiosos, y de novenarios que hacían en su honor. Nuestra España especialmente ha adoptado éstos, y por su medio ha interesado frecuentemente al Santo.
Con los calamitosos tiempos que han transcurrido no ha dejado de resfriarse la piedad y devoción en algunos, que con frecuencia omiten estas y otras prácticas piadosas: y en otros una piedad mal entendida ha hecho emplear las novenas de los Santos en meras estériles alabanzas, sin tratar de edificarse con sus virtudes. Para ocurrir al primer escollo y avivar la piedad de aquellos, ha parecido conveniente ofrecerles esta Novena de San Vicente Ferrer, bastante abreviada, extractada de otra que por dilatada, aunque muy devota, algunos se cansaban de ella: y para evitar el segundo, se ha puesto esta misma por orden de virtudes, para que la consideración de una de ellas cada día nos excite a imitarla en el ejemplar que nos ofrece el mismo Santo: y así al paso que le alabemos y procuremos su favor en la secuela de sus virtudes, nos proporcionemos iguales objetos de alabanza en la Gloria de los bienaventurados.
ADVERTENCIAS
COMPENDIO DE LA PRODIGIOSA VIDA DEL GLORIOSO SAN VICENTE FERRER
El día 23 de enero del año 1340 nació San Vicente Ferrer en Valencia, ciudad que da nombre a su reino. Su nacimiento verdaderamente fue un rasgo de la gran bondad, misericordia y providencia de Dios para con su Iglesia. Se hallaba ésta entonces sumamente agitada de la corrupción de costumbres e ignorancia en los deberes para con Dios y su santa ley, que reinaban en la mayor parte de las naciones de Europa, y resfriada la caridad y la piedad de muchos de sus hijos. Dios ofendido castigó a casi toda la Europa con la peste horrorosa que la envió el año 1338, y que duró cerca de dos años; al fin de los cuales envió al glorioso San Vicente Ferrer, como un signo de su misericordia, para que como su Apóstol con las señales de un verdadero apostolado reparase la piedad, purificase el santuario, y atrajese a Dios y a su felicidad a los que ni aun aquel castigo horroroso del Señor (la peste dicha) había abierto los ojos de sus almas, cerrados con el sueño de los vicios.
Fue prevenido San Vicente con las dulzuras de la gracia, y educado por sus piadosos padres en el santo temor de Dios y virtudes cristianas, cual convenía a las sublimes ideas que el Señor tenía sobre él. Fue un Ángel desde niño, y de un Ángel fueron sus acciones y sus estudios. De diez y siete años era ya filósofo y teólogo, y tenía sublimes conocimientos de la ciencia de los Santos, que no es otra que la de las virtudes fundadas en la humildad y perfeccionadas con la caridad.
Para llenar por su parte los designios de Dios, que ya conocía, y de que le había dado exactas ideas y signos nada equívocos, tomó el hábito de Santo Domingo en el convento de Predicadores de Valencia, su patria. Aqui, al paso que se perfeccionó en todas las virtudes, y heroicamente cumplió y llenó sus solemnes votos y leyes de su Orden, hizo otro tanto con las ciencias y con la oratoria sagrada propias de su instituto, que sus Prelados, aun siendo muy joven, le mandaron enseñar públicamente, graduándole de Doctor y Maestro.
Dios, como va dicho, le destinaba para su Apóstol en la mayor parte de Europa, y le separó, como en otro tiempo a Pablo y Bernabé, de la enseñanza en las Universidades para la grande obra a que le destinó; a saber, la de llevar su santo nombre a las gentes, a los reinos y a los hijos de Israel, como hizo con aquéllos.
Comenzó pues su Apostolado y predicación con tal celo, con tanta erudición, con tales signos prodigiosos, que muy en breve se vieron unos efectos tan admirables, que dieron bien a entender que su misión era de Dios. Judíos, herejes, mahometanos, malos cristianos a millares se convertían al Señor. España, Francia, Inglaterra, parte de Alemania, la Italia, fueron reinos que experimentaron las mayores y mejores reformas con la predicación y vida santa de este nuevo Apóstol.
Como a tal, Dios le dio la autoridad y poder de hacer milagros, ilustrándole con los dones de su santo espíritu, señales, dice San Pablo, de un verdadero Apóstol. Con estos, si su doctrina fue alguna vez despreciada de los enemigos de la fe, quedaban todos enmudecidos, confundidos, y convertidos. Predicaba siempre en su nativo idioma, y todas las gentes le entendían en los suyos propios. La naturaleza y sus leyes parece están a su disposición: él mandaba en los elementos, y tenía, digámoslo así, dominio sobre la vida y la muerte.
Resucitó muchos muertos, sanó paralíticos, curó toda clase de enfermos, dio vista a los ciegos, oído a los sordos, hizo andar a los cojos y tullidos, lanzó el maligno espíritu de los obsesos, dio partos felices, y aun sacó en ellos de los umbrales de la muerte a muchas mujeres que peligraban. Por último, fueron tantos los milagros que en vida y muerte obró, que averiguados sobre ochocientos por los jueces de su canonización, dejaron ya de comprobar otros muchos por no hacer interminable el proceso. Para conocer si serian muchos los que obró, basta saber que todos los días después del sermón mandaba al compañero que llevaba tocar una campanilla a hacerlos. “Toca á fer milacres”, decía en su idioma nativo.
Sobre estos divinos dones el Espíritu Santo le enriqueció con el de profecía, de consejo, de discreción de espíritus, de sabiduría, últimamente de cuantos estuvieron adornados los que el Señor destinó para sus Apóstoles.
Mas no por solo este destino sublime y angelical que el Señor dio a su siervo San Vicente le hizo tan poderoso en obras y palabras, sino por el modo con que correspondió a su divina gracia y a sus dones, siendo heroico en todas las virtudes morales y cristianas. Fue humilde hasta el extremo de no firmarse sino con el nombre de pecador, persuadiéndose era el mayor de todos los pecadores. Así es que fue cruelísimo consigo mismo, usando siempre del cilicio, de la disciplina, abstinencias, ayunos y toda obra de mortificación y de penitencia, con que procuraba aplacar al Señor por sus culpas enormes en sola su imaginación. Fue purísimo en alma y cuerpo; paciente, lleno de mansedumbre, de piedad, de celo, de caridad, sosteniendo estas virtudes con una oración continua; en una palabra, era en un todo conforme a Jesucristo.
Desde su misma niñez así lo fue, y en él no hubo más alteración que los mayores grados de perfección con que cada día adelantaba en esta conformidad y en sus heroicas virtudes. En medio pues de tanta heroicidad, amado de Dios y de los hombres, entre los dulcísimos nombres de Jesús y de María rindió su espíritu en manos del Señor a 5 de abril de 1419 en Vannes, ciudad de la Bretaña menor en el reino de Francia, y le colocó el Omnipotente en su paraíso celestial, premiando así sus virtudes, su celo apostólico, su heroica santidad, y haciendo que su memoria permanezca por medio de signos prodigiosos y de milagros estupendos en el corazón de sus devotos entre bendiciones, alabanzas y eterna gratitud.
Luego que el Santo fue beatificado y canonizado, creciendo cada día más y más la fama de los milagros y beneficios que por su poderosa intercesión Dios hacia a sus devotos, comenzaron éstos a reclamarla por medio de cultos piadosos y religiosos, y de novenarios que hacían en su honor. Nuestra España especialmente ha adoptado éstos, y por su medio ha interesado frecuentemente al Santo.
Con los calamitosos tiempos que han transcurrido no ha dejado de resfriarse la piedad y devoción en algunos, que con frecuencia omiten estas y otras prácticas piadosas: y en otros una piedad mal entendida ha hecho emplear las novenas de los Santos en meras estériles alabanzas, sin tratar de edificarse con sus virtudes. Para ocurrir al primer escollo y avivar la piedad de aquellos, ha parecido conveniente ofrecerles esta Novena de San Vicente Ferrer, bastante abreviada, extractada de otra que por dilatada, aunque muy devota, algunos se cansaban de ella: y para evitar el segundo, se ha puesto esta misma por orden de virtudes, para que la consideración de una de ellas cada día nos excite a imitarla en el ejemplar que nos ofrece el mismo Santo: y así al paso que le alabemos y procuremos su favor en la secuela de sus virtudes, nos proporcionemos iguales objetos de alabanza en la Gloria de los bienaventurados.
ADVERTENCIAS
- Para hacer con fruto esta Novena se debe confesar y comulgar el día que se empiece, con el objeto de que sea con toda pureza de alma y cuerpo, y merecer que el Señor oiga nuestras oraciones. Y será muy bueno repetir esta diligencia el último día.
- En el tiempo que se destina para la meditación, procuraremos recoger nuestro interior y dejándonos de rezos y otras devociones, meditaremos precisamente en la virtud que se propone para cada día, procurando fijarla en nuestro corazón.
- Cuando pidamos a Dios el socorro en nuestras necesidades corporales, hágase con fe viva, pero resignados en la divina voluntad; porque si no nos conviene, es gran piedad de Dios el que no nos lo conceda.
- Será muy bueno que los Predicadores dirijan sus sermones a engrandecer la virtud que toque meditar aquel día, declamando contra el vicio opuesto, y procurando excitar a los fieles a abrazarla con los ejemplos que de ella dio el glorioso San Vicente.
NOVENA DEVOTA DEL GLORIOSO APÓSTOL DE VALENCIA SAN VICENTE FERRER, HONOR Y LUSTRE DEL ORDEN DE PREDICADORES.
Puesto de rodillas delante del Altar o Imagen de San Vicente, y hecha la Señal de la Cruz, dirá el Acto de Contrición siguiente:
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, en cuyos misterios y Fe creo, en cuya misericordia y méritos infinitos de vuestra Pasión y muerte espero ser eternamente feliz, y a quien amo sobre todas las cosas y aun sobre mi propia vida, me pesa, Dios mío, haberos ofendido, por ser Vos quien sois y por vuestra infinita bondad; y propongo perder mil vidas que tuviese, antes que volveros a ofender, y satisfaceros, ayudado de vuestra divina gracia, por mis ofensas. Os doy palabra firme de confesarme y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos: espero en vuestra misericordia infinita me perdonareis todos mis pecados, y me daréis gracia para perseverar en estos mis propósitos firmes, y emplearme en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, en cuyos misterios y Fe creo, en cuya misericordia y méritos infinitos de vuestra Pasión y muerte espero ser eternamente feliz, y a quien amo sobre todas las cosas y aun sobre mi propia vida, me pesa, Dios mío, haberos ofendido, por ser Vos quien sois y por vuestra infinita bondad; y propongo perder mil vidas que tuviese, antes que volveros a ofender, y satisfaceros, ayudado de vuestra divina gracia, por mis ofensas. Os doy palabra firme de confesarme y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos: espero en vuestra misericordia infinita me perdonareis todos mis pecados, y me daréis gracia para perseverar en estos mis propósitos firmes, y emplearme en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso Padre San Vicente, dignísimo hijo de Santo Domingo, que destinado por Dios para Predicador de las gentes, mereciste que tu alma fuese adornada con todas las virtudes y dones del Espíritu Santo, para que con tu doctrina y ejemplo convirtieses los pecadores a verdadera penitencia, y atrajeses a los infieles a la Fe de Jesucristo: humildemente te pido interpongas tus poderosos méritos ante nuestro Dios y Señor, para que apartando de mí cuanto le sea desagradable, me conceda la gracia de imitar tus virtudes, y con ellas emplearme en su santo servicio hasta el último momento de mi vida. Amén.
DÍA PRIMERO – 27 DE MARZO
TEMOR DE DIOS
ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO
DÍA PRIMERO – 27 DE MARZO
TEMOR DE DIOS
ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO
Dulcísimo Jesús, que deseando que todos los hombres, ayudados por vuestra divina gracia, obrasen en temor y temblor su eterna felicidad, les manifestasteis siempre con vuestras palabras y ejemplos el fundamento de la verdadera sabiduría en este mismo temor, y que en vuestro siervo San Vicente Ferrer les ofrecisteis un modelo práctico de este precioso don del Espíritu Santo, mandándole anunciase a todas las gentes la proximidad de vuestro Juicio, para que los pecadores se retrajesen de vuestras ofensas, y emprendiesen una saludable penitencia: concededme, Dios mío, por la intercesión del mismo Santo, que penetrada mi alma de este santo temor, y teniendo a la vista vuestros altos juicios, huya de todas las ocasiones de pecar, y me haga digno de vuestras misericordias. Amén.
Aquí meditará cada uno el día del Juicio, y procurará imprimir en su alma el santo temor de Dios.
Concluida la meditación dirá los versos y oración siguientes, que dispusiera San Vicente Ferrer para implorar una buena muerte:
Misericordia, Señor, y atended piadoso a mi corazón. (Salmo 4, 2)
Aquí meditará cada uno el día del Juicio, y procurará imprimir en su alma el santo temor de Dios.
Concluida la meditación dirá los versos y oración siguientes, que dispusiera San Vicente Ferrer para implorar una buena muerte:
Misericordia, Señor, y atended piadoso a mi corazón. (Salmo 4, 2)
Misericordia, Dios mío, que mi alma se halla enferma, y las virtudes que (como los huesos al cuerpo) debieran sustentarla, están en ella muy desmayadas y perdidas. (Salmo 6, 3)
Misericordia, Señor, y atended a lo humillado y abatido que me veo de mis enemigos. (Salmo 9, 14)
Misericordia, Señor, que me veo angustiado, y con vista de haber provocado contra mí vuestra justicia, me hallo confuso, y se estremece mi cuerpo. (Salmo 30, 10)
Misericordia, Dios mío, y sea según vuestra gran clemencia. (Salmo 50, 1)
Misericordia, Señor, que me atropella el enemigo; todo el día me impugna y molesta. (Salmo 55, 2)
Misericordia, Señor, pues en Vos confía mi alma, y se alegra mi corazón en Vos. (Salmo 56, 2)
Misericordia, Señor, pues cada día clamo a Vos: Alegra el alma de tu siervo, cuando levanto mi corazón y lo dirijo hacia tu piedad. (Salmo 85, 3)
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos afrentados y corridos. (Salmo 122, 3)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, y ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.
Señor mío Jesucristo, que cuanto es de ti a todos salvas, y no quieres que nadie se pierda, y a quien nunca se pide sin una segura esperanza de tu misericordia, pues por tu misma boca santa y bendita dijiste: Cuanto en mi nombre pidiereis al Padre Celestial, se os concederá. Suplícote, Señor, por tu Santo Nombre, que en el artículo de mi muerte me des el conocimiento entero, me conserves el habla, y me concedas una grande contrición de mis pecados, una fe viva y constante, una bien ordenada esperanza y una caridad perfecta, para que con puro corazón te pueda decir: En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu; que eres bendito y glorioso en los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA PRIMERO.
Señor mío Jesucristo, que cuanto es de ti a todos salvas, y no quieres que nadie se pierda, y a quien nunca se pide sin una segura esperanza de tu misericordia, pues por tu misma boca santa y bendita dijiste: Cuanto en mi nombre pidiereis al Padre Celestial, se os concederá. Suplícote, Señor, por tu Santo Nombre, que en el artículo de mi muerte me des el conocimiento entero, me conserves el habla, y me concedas una grande contrición de mis pecados, una fe viva y constante, una bien ordenada esperanza y una caridad perfecta, para que con puro corazón te pueda decir: En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu; que eres bendito y glorioso en los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA PRIMERO.
Amado Padre San Vicente, que poseído del santo temor de Dios, diste abundantísimos frutos de verdadera sabiduría, y predicándole a los pecadores e infieles, los ilustraste en los verdaderos caminos de su eterna felicidad: alcánzame, que temiendo yo a Dios siga el camino de las virtudes, de que tantos y tan repetidos ejemplos nos diste, que guía al objeto de mi felicidad, que consiste en la posesión del mismo Dios. Amén.
Para alcanzar esta gracia se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria, y se concluirá con la siguiente oración:
Para alcanzar esta gracia se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria, y se concluirá con la siguiente oración:
Glorioso Apóstol de Valencia San Vicente, te consta, Santo mío, la necesidad de mi alma, y el consuelo que necesita; por tanto te suplico humildemente interpongas delante de Dios tus poderosos méritos, para que consiga de su divina piedad las virtudes y la gracia que pido en esta Novena; y que en el artículo de mi muerte me dé conocimiento entero, me conserve el habla para la confesión de mis culpas, me conceda una perfecta contrición de ellas, una Fe viva, una esperanza firme, y una caridad ardiente, para que con toda seguridad y puro corazón pueda decir: En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu, que eres bendito y glorioso en los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Que San Vicente Ferrer sea con nosotros en el ocaso de la vida, para conducirnos por seguro camino a Cristo.
GOZOS AL GLORIOSO SAN VICENTE FERRER
Pues gozas supremo honor
Pues gozas supremo honor
Por tu virtud eminente:
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
El Cielo antes de nacer
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
El Cielo antes de nacer
Tu santidad pronostica,
Y con milagros publica
Los prodigios que has de hacer:
De tu virtud superior
De tu virtud superior
Fue el indicio más patente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Valencia en tu nacimiento
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Valencia en tu nacimiento
Se explicó con alborozo,
Adelantándose el gozo
Para aplaudirte portento.
Hizo inmortal su esplendor
Con las luces del Oriente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Predicador soberano
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Predicador soberano
Quiso constituirte el Cielo,
Siendo esfera tu desvelo
El cielo Dominicano:
Con esto Predicador
Te instituyó propiamente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Su mano el Verbo encarnado
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Su mano el Verbo encarnado
En tu mejilla imprimió,
Con que al mundo te dejó
Predicador señalado.
Predicando tu fervor
Lo mostrabas claramente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Que erais Ángel persuasivo
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Que erais Ángel persuasivo
Predicaste con acierto,
Haciendo tu voz que un muerto
Diese testimonio vivo.
Fue tu crédito mayor
Con el milagro presente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Lo que en un idioma hablabas
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Lo que en un idioma hablabas
Entendían las naciones,
Oyéndose tus sermones,
Aunque ausente predicabas;
Sin ser para oír el clamor,
La distancia inconveniente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Por tres días sin cesar,
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Por tres días sin cesar,
Desde un lienzo retratada,
Se oyó tu Imagen sagrada
Con gran fruto predicar.
A todos causó temor
Oír tu voz elocuente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Con portentos singulares
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Con portentos singulares
De infieles y hombres perdidos,
Fueron por ti convertidos
Para Dios muchos millares,
Confesando con dolor
Sus culpas públicamente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Por suplir la carestía
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Por suplir la carestía
Los panes multiplicaste,
Y con quince alimentaste
Dos mil de tu compañía:
Imitando al Redentor
En obra tan excelente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Si alguna vez fatigado,
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Si alguna vez fatigado,
De hacer milagros cesabas,
Para hacerlos le prestabas
La facultad al Prelado.
Este admirable primor
En ti se vio solamente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
A tu piedad peregrina
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
A tu piedad peregrina
Concurrían los mortales,
Porque hallaban de sus males
Universal medicina.
Con tu presencia el rigor
Cesaba en todo accidente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
De tu virtud cada día
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
De tu virtud cada día
Ve milagros la experiencia,
Siendo especial tu asistencia
En el mal de alferecía,
Dándote por tal favor
Las gracias continuamente.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Sed, Apóstol San Vicente,
Nuestro amado protector.
Antífona: Que San Vicente Ferrer sea con nosotros en el ocaso de la vida, para conducirnos por seguro camino a Cristo.
℣. Ruega por nosotros, San Vicente.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que hiciste que la multitud de las naciones viniese al
conocimiento de tu Nombre por la admirable predicación de tu confesor el
bienaventurado San Vicente, concédenos te suplicamos, que merezcamos
tener como Premiador en el cielo a Aquél que anunció en la tierra como
Juez venidero, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 28 DE MARZO
HUMILDAD.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA SEGUNDO
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 28 DE MARZO
HUMILDAD.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA SEGUNDO
Dulcísimo Jesús, que deseoso de plantar en el corazón de los hombres la verdadera humildad, no dudasteis tomar forma de siervo, humillándoos hasta la muerte de Cruz; y que en vuestro siervo San Vicente renovasteis frecuentemente ejemplos de humildad, con los que yo abatiese mi amor propio: ilustrad, Dios mío, mi alma, para que conociendo mi miseria huya del orgullo y vanidad, enemigos capitales de ella, y únicamente apetezca el desprecio y abatimiento, para que así algún día sea por Vos, según vuestra promesa, ensalzado y glorificado entre los verdaderos humildes en la gloria. Amén.
Aquí considerará cada uno su propia nada, y pedirá a Dios la verdadera humildad. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA SEGUNDO.
Aquí considerará cada uno su propia nada, y pedirá a Dios la verdadera humildad. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA SEGUNDO.
Amado Padre San Vicente, espejo clarísimo de humildad, que alabado y aclamado de Pontífices, de Reyes, de Príncipes, y de los pueblos, quienes a porfía te llenaban de honores, supiste conservarte humilde, desechando todo orgullo y vanidad: alcánzame, Santo mío, esta virtud, con la cual a su ejemplo desprecie el vicio de la soberbia, y viendo mi nada y mi miseria, conozca que solo Dios es el grande, a quien únicamente es debido el honor y la gloria; y de él espere la que tiene preparada a los humildes y mansos de corazón. Amen.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 29 DE MARZO
CARIDAD.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA TERCERO
Dulcísimo Jesús, que llevado del amor al hombre bajasteis del Cielo a la tierra, os vestisteis de nuestra humana naturaleza, y padecisteis muerte atroz en una cruz, para de este modo llamar su atención a fuerza de beneficios a vuestro amor y servicio, dándole además un ejemplar de heroica caridad en vuestro siervo San Vicente, con cuya virtud supo él tanto agradaros y serviros: os suplico inflaméis mi voluntad con el fuego de esta caridad, para que a Vos solo ame, a Vos solo sirva, y desprecie por Vos aun mi propia vida, ganándola así para mi propia felicidad. Amén.
Dulcísimo Jesús, que llevado del amor al hombre bajasteis del Cielo a la tierra, os vestisteis de nuestra humana naturaleza, y padecisteis muerte atroz en una cruz, para de este modo llamar su atención a fuerza de beneficios a vuestro amor y servicio, dándole además un ejemplar de heroica caridad en vuestro siervo San Vicente, con cuya virtud supo él tanto agradaros y serviros: os suplico inflaméis mi voluntad con el fuego de esta caridad, para que a Vos solo ame, a Vos solo sirva, y desprecie por Vos aun mi propia vida, ganándola así para mi propia felicidad. Amén.
Aquí se considerará el amor que nos tiene nuestro Dios, y la obligación que tenemos de corresponder a este amor. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA TERCERO.
Amado Padre San Vicente, que cual Serafín abrasado en amor de Dios, día y noche meditabas su santa ley con el objeto de agradarle en todo; indagabas su divina voluntad para cumplirla, y en continuas alabanzas al Señor explicabas tu caridad: abrasa, Santo mío, mi alma con el fuego de esta heroica virtud, para que a imitación tuya yo sirva a mi Dios, y le ame con todo mi corazón, a fin de que despreciando todas las cosas por su amor, merezca alcanzar su gracia y su gloria. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 30 DE MARZO
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA TERCERO.
Amado Padre San Vicente, que cual Serafín abrasado en amor de Dios, día y noche meditabas su santa ley con el objeto de agradarle en todo; indagabas su divina voluntad para cumplirla, y en continuas alabanzas al Señor explicabas tu caridad: abrasa, Santo mío, mi alma con el fuego de esta heroica virtud, para que a imitación tuya yo sirva a mi Dios, y le ame con todo mi corazón, a fin de que despreciando todas las cosas por su amor, merezca alcanzar su gracia y su gloria. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 30 DE MARZO
CASTIDAD.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA CUARTO
Dulcísimo Jesús, que agradándoos en tanto grado la virtud de la pureza, nacisteis de una Madre Virgen y distinguisteis con particular amor a vuestro virgen discípulo San Juan; y sobre estos ejemplares nos habéis dado en vuestro siervo San Vicente un Ángel en esta santa virtud, para que a su ejemplo nosotros seamos puros y castos en obras, palabras y pensamientos: concededme, Jesús mío, por su intercesión poderosa, que aparte yo de mi corazón todo impuro deseo, y sea casto en obras y palabras, para que así sea digno de entonar aquel dulce cántico que cantan los puros y castos en el Cielo. Amén.
Aquí se meditará sobre la hermosura de la Pureza, pidiendo al Señor que nos la dé en alma y cuerpo. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA CUARTO.
Amado Padre San Vicente, espejo cristalísimo de pureza y castidad, que conservaste con los auxilios de la gracia todo el discurso de tu vida, apartándote de aquellas ocasiones peligrosas que los enemigos de nuestras almas escogen para empañarlas y perderlas, viviendo siempre mortificado en tus sentidos, y conteniendo tus pasiones con el ayuno y la penitencia: alcánzame, Santo mío, que mortificando yo mis pasiones y apetitos, y manteniéndome siempre puro y casto en obras, palabras y pensamientos, sea templo vivo del Espíritu Santo. Amén.
Dulcísimo Jesús, que agradándoos en tanto grado la virtud de la pureza, nacisteis de una Madre Virgen y distinguisteis con particular amor a vuestro virgen discípulo San Juan; y sobre estos ejemplares nos habéis dado en vuestro siervo San Vicente un Ángel en esta santa virtud, para que a su ejemplo nosotros seamos puros y castos en obras, palabras y pensamientos: concededme, Jesús mío, por su intercesión poderosa, que aparte yo de mi corazón todo impuro deseo, y sea casto en obras y palabras, para que así sea digno de entonar aquel dulce cántico que cantan los puros y castos en el Cielo. Amén.
Aquí se meditará sobre la hermosura de la Pureza, pidiendo al Señor que nos la dé en alma y cuerpo. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA CUARTO.
Amado Padre San Vicente, espejo cristalísimo de pureza y castidad, que conservaste con los auxilios de la gracia todo el discurso de tu vida, apartándote de aquellas ocasiones peligrosas que los enemigos de nuestras almas escogen para empañarlas y perderlas, viviendo siempre mortificado en tus sentidos, y conteniendo tus pasiones con el ayuno y la penitencia: alcánzame, Santo mío, que mortificando yo mis pasiones y apetitos, y manteniéndome siempre puro y casto en obras, palabras y pensamientos, sea templo vivo del Espíritu Santo. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 31 DE MARZO
MORTIFICACIÓN.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA QUINTO
Dulcísimo Jesús, que venido al mundo a redimir al hombre, y a enseñarle los caminos de su salvación con vuestros ejemplos y doctrina, le guiasteis por el de la mortificación, ayunando, velando, padeciendo hambre, desnudez y cansancio; y le disteis para ejemplar de esta virtud a vuestro siervo San Vicente, para que como él mortificásemos nuestra carne con nuestros apetitos: infundid, Salvador mío, en mi alma vivísimos deseos de imitaros, para que mortificados mis apetitos y pasiones, y macerada mi carne con la penitencia, satisfaga en algún modo a vuestra justicia por mis culpas, y merezca ser escrito en el libro de la vida. Amén.
Dulcísimo Jesús, que venido al mundo a redimir al hombre, y a enseñarle los caminos de su salvación con vuestros ejemplos y doctrina, le guiasteis por el de la mortificación, ayunando, velando, padeciendo hambre, desnudez y cansancio; y le disteis para ejemplar de esta virtud a vuestro siervo San Vicente, para que como él mortificásemos nuestra carne con nuestros apetitos: infundid, Salvador mío, en mi alma vivísimos deseos de imitaros, para que mortificados mis apetitos y pasiones, y macerada mi carne con la penitencia, satisfaga en algún modo a vuestra justicia por mis culpas, y merezca ser escrito en el libro de la vida. Amén.
Aquí se meditará cuánta necesidad tenemos de mortificar nuestra carne, para que no se rebele contra el espíritu. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA QUINTO.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA QUINTO.
Amado Padre San Vicente, que para tener siempre sujetos tus apetitos y pasiones, los tuviste toda tu vida clavados en la cruz de Jesucristo, mortificándolos con ayunos, abstinencias, cilicios, disciplinas y demás géneros de penitencias con que pudiste vencer los enemigos de nuestra salud: alcánzame, Santo mío, aquel espíritu de mortificación que vino a enseñarnos Jesucristo, para que crucificado yo con él en la tierra, merezca resucitar con él en su gloria. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 1 DE ABRIL
PACIENCIA.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA SEXTO
Dulcísimo Jesús, que anunciado como varón de dolores y enfermedades tolerasteis con la más heroica paciencia los que cargaron sobre Vos por los pecados de los hombres; y lejos de abrir la boca para quejaros de los golpes, injurias, oprobios y contusiones, con que indignamente fuisteis tratado, orasteis por los mismos enemigos, que así os mortificaron y crucificaron; y a mayor abundamiento quisisteis poneros por admirable ejemplar de paciencia a vuestro siervo San Vicente en los trabajos que padeció, para que nos avergonzásemos de nuestro poco sufrimiento: dadme, Dios mío, esta paciencia, para que á imitación vuestra yo sufra, resignado en vuestra divina voluntad, los agravios e injurias de mis prójimos, y los trabajos que de cualquier modo me vengan, y así se cumpla en mí el dicho de vuestro Apóstol: «Si con Cristo padecemos, con Cristo seremos glorificados». Amén.
Dulcísimo Jesús, que anunciado como varón de dolores y enfermedades tolerasteis con la más heroica paciencia los que cargaron sobre Vos por los pecados de los hombres; y lejos de abrir la boca para quejaros de los golpes, injurias, oprobios y contusiones, con que indignamente fuisteis tratado, orasteis por los mismos enemigos, que así os mortificaron y crucificaron; y a mayor abundamiento quisisteis poneros por admirable ejemplar de paciencia a vuestro siervo San Vicente en los trabajos que padeció, para que nos avergonzásemos de nuestro poco sufrimiento: dadme, Dios mío, esta paciencia, para que á imitación vuestra yo sufra, resignado en vuestra divina voluntad, los agravios e injurias de mis prójimos, y los trabajos que de cualquier modo me vengan, y así se cumpla en mí el dicho de vuestro Apóstol: «Si con Cristo padecemos, con Cristo seremos glorificados». Amén.
Aquí se meditará la resignación que tuvo Jesucristo en medio de sus tormentos y su muerte, y el poco sufrimiento que tenemos en nuestros trabajos. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA SEXTO.
Amado Padre San Vicente, que perfecto imitador de Jesucristo crucificado sufriste con la mayor paciencia y mansedumbre, así los grandes trabajos y enfermedades con que Dios provocaba tu virtud, como los malos pensamientos, falsos testimonios, calumnias y burlas pesadas de hombres perdidos, de mujeres escandalosas, y aun de algunos de tus discípulos, perdonándolos a imitación del mismo Jesucristo, y dispensándoles favores y beneficios: alcánzame, Padre mío, que imite yo esta misma mansedumbre y paciencia, para que con verdad diga a mi Dios: «Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores». Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 2 DE ABRIL
ORACIÓN.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA SÉPTIMO
Dulcísimo Jesús, que después de haber persuadido a los hombres la necesidad de orar, y enseñándoles el modo de hacerlo, les disteis continuos ejemplos de oración, y quisisteis que dedicado siempre a esta virtud vuestro siervo San Vicente se verificase en él lo que decía San Pablo; que nuestra conversación es en los cielos, para que nosotros, siguiendo sus pasos, nos acostumbrásemos a este santo ejercicio: moved, Jesús mío, mi alma para que se dedique en un todo a la oración, y merezca conseguir por ella vencer los enemigos de mi eterna salud, y tolerar las tribulaciones por donde debo pasar para ser feliz. Amén.
Aquí se meditará cuánta necesidad tenemos de los auxilios de Dios, los cuales se consiguen por medio de la oración. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA SÉPTIMO.
Amado Padre San Vicente, que penetrado de la bondad y misericordia del Señor para con los hombres, y que solo de sus benéficas manos les han de venir los auxilios y la gracia para amarle, servirle y vencer los enemigos de su salvación, te elevabas en la más alta contemplación para darle gracias por tan incomparables beneficios: alcánzame, Santo mío, que penetrado yo de estos mismos sentimientos, tenga una oración fervorosa, por la que consiga todo cuanto necesito para la salud de mi alma. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 3 DE ABRIL
Dulcísimo Jesús, que después de haber persuadido a los hombres la necesidad de orar, y enseñándoles el modo de hacerlo, les disteis continuos ejemplos de oración, y quisisteis que dedicado siempre a esta virtud vuestro siervo San Vicente se verificase en él lo que decía San Pablo; que nuestra conversación es en los cielos, para que nosotros, siguiendo sus pasos, nos acostumbrásemos a este santo ejercicio: moved, Jesús mío, mi alma para que se dedique en un todo a la oración, y merezca conseguir por ella vencer los enemigos de mi eterna salud, y tolerar las tribulaciones por donde debo pasar para ser feliz. Amén.
Aquí se meditará cuánta necesidad tenemos de los auxilios de Dios, los cuales se consiguen por medio de la oración. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA SÉPTIMO.
Amado Padre San Vicente, que penetrado de la bondad y misericordia del Señor para con los hombres, y que solo de sus benéficas manos les han de venir los auxilios y la gracia para amarle, servirle y vencer los enemigos de su salvación, te elevabas en la más alta contemplación para darle gracias por tan incomparables beneficios: alcánzame, Santo mío, que penetrado yo de estos mismos sentimientos, tenga una oración fervorosa, por la que consiga todo cuanto necesito para la salud de mi alma. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 3 DE ABRIL
AMOR AL PRÓJIMO.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA OCTAVO
Dulcísimo Jesús, que llevado del amor a los hombres quisisteis nacer verdadero hombre sin dejar de ser Dios, vivir y conversar con ellos, enseñarles los caminos de la verdadera felicidad, y morir últimamente por ellos; cuyo ejemplar unido con el de vuestro siervo San Vicente, que se desvivía por el bien de sus prójimos, nos dice el mutuo amor que debe reinar entre los hombres: comunicadme, Dios mío, eficaces deseos de amar a mis prójimos, aun a mis enemigos mismos, y de hacerles todo el bien posible en lo temporal y espiritual, para que así merezca oír algún día de vuestra boca lo que oirán vuestros escogidos: «Venid, benditos de mi Padre, al reino que os tengo preparado». Amén.
Dulcísimo Jesús, que llevado del amor a los hombres quisisteis nacer verdadero hombre sin dejar de ser Dios, vivir y conversar con ellos, enseñarles los caminos de la verdadera felicidad, y morir últimamente por ellos; cuyo ejemplar unido con el de vuestro siervo San Vicente, que se desvivía por el bien de sus prójimos, nos dice el mutuo amor que debe reinar entre los hombres: comunicadme, Dios mío, eficaces deseos de amar a mis prójimos, aun a mis enemigos mismos, y de hacerles todo el bien posible en lo temporal y espiritual, para que así merezca oír algún día de vuestra boca lo que oirán vuestros escogidos: «Venid, benditos de mi Padre, al reino que os tengo preparado». Amén.
Aquí se meditará la obligación que tenemos de amar a nuestros prójimos, pues todos somos hijos de un mismo Padre, que es Dios. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA OCTAVO.
Amado Padre San Vicente, que abrasado en el amor de tus prójimos les procurabas todos los bienes posibles con tu predicación, oraciones y penitencias por su salud eterna, y con tus estupendos milagros por su bien temporal: te suplico, Santo mío, me alcances del Señor iguales deseos de emplearme en la salud de mis hermanos, aunque fuesen mis mayores enemigos, amándolos de todo corazón, y procurando su verdadera felicidad para que yo reciba el premio condigno en el reino de los cielos. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 4 DE ABRIL
PENITENCIA.
Por la Señal,…
Acto de Contrición, y Oración “Glorioso Padre San Vicente,…”.
ORACIÓN PARA EL DÍA NOVENO
Dulcísimo Jesús, que lleno de bondad no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, proporcionándole el remedio de su conversión en la penitencia y aborrecimiento de sus culpas, y dándole un vivo ejemplar en vuestro siervo San Vicente, que a pesar de su inocencia castigaba continuamente su cuerpo, y le reducía a servidumbre para que yo aprendiese a castigar el mío, que tantas veces ha pecado: concededme, Señor mío, fortaleza para satisfaceros con obras de penitencias las muchas ofensas que os tengo hechas, y así justificado como el Publicano merezca vuestro perdón, vuestra gracia y vuestra gloria. Amén.
Aquí se meditará cuánto necesitamos ejercitar la penitencia para satisfacer por nuestros pecados. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA NOVENO.
Dulcísimo Jesús, que lleno de bondad no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, proporcionándole el remedio de su conversión en la penitencia y aborrecimiento de sus culpas, y dándole un vivo ejemplar en vuestro siervo San Vicente, que a pesar de su inocencia castigaba continuamente su cuerpo, y le reducía a servidumbre para que yo aprendiese a castigar el mío, que tantas veces ha pecado: concededme, Señor mío, fortaleza para satisfaceros con obras de penitencias las muchas ofensas que os tengo hechas, y así justificado como el Publicano merezca vuestro perdón, vuestra gracia y vuestra gloria. Amén.
Aquí se meditará cuánto necesitamos ejercitar la penitencia para satisfacer por nuestros pecados. Luego dirá los versos “Misericordia Señor,…” con la oración.
ORACIÓN A SAN VICENTE FERRER PARA EL DÍA NOVENO.
Amado Padre San Vicente, clarísimo espejo de inocencia, que no teniendo culpa de grave de que llorar, derramabas lágrimas copiosas de dolor, y castigabas tu inocente cuerpo con el ayuno, el cilicio y las disciplinas, las más veces de sangre, por los defectos leves y precaverlos: alcánzame, Santo mío, un verdadero conocimiento de mis pecados, un dolor intensísimo de haber ofendido a Dios, y un ánimo resuelto de satisfacer al Señor con obras de penitencia, con que pague en esta vida las penas que merezco por ellos, y así purificado y santificado, pueda entrar en el reino de la gloria. Amén.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
Se dirá tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Oración “Glorioso Apóstol de Valencia, San Vicente…” y los Gozos se rezarán todos los días.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)