Semanas atrás, había salido en los medios que el inmigracionista y pro-islamista arzobispón demérito de Tánger (Marruecos) Santiago Agrelo Martínez OFM (el mismo que había declarado que existen «abortos no inmorales», y rechazó restaurar la iglesia del Carmen en Ceuta –entrometiéndose en jurisdicción ajena, toda vez que Ceuta es territorio español y depende eclesiásticamente del Obispado de Cádiz– con dinero que de otra manera alimentaría la invasión), había propuesto alterar el Credo Apostólico, añadiendo después de «Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica», la coda «ungida y enviada para evangelizar a los pobres».
Al parecer, esa idea “no pegó del todo” porque Bergoglio le respondió: «A propósito de eso, lo consultaré con gente fiable» (vaya uno a saber quién es esa “gente fiable” a la que se refiere). Pero… sí hubo quienes redactaron un “Credo por el Papa”, que va del siguiente tenor literal:
No sólo eso, sino que so capa de “oración” ha llegado a ser recitado en un servicio del Novus Ordo en la parroquia de San Agustín de Hipona en Tlajomulco de Zúñiga, Jal., parroquia dirigida por los padres franciscanos.
Ver a partir del minuto 48:21
Un gesto claro de la más abyecta papolatría que se ha entronizado en ambientes conciliares (y algunos “tradicionalistas”, cabe señalar), como señalara el padre Leonardo Castellani hace 60 años:
«Existen entre nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo Pontificado decir que el Papa “gloriosamente reinante” en cualquier tiempo “es un santo y un sabio”, “ese santazo que tenemos de Papa”, aunque no sepan un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es mentir sencillamente a veces, es ridículo; y nos vuelve la irrisión de los infieles» (Las Parábolas de Cristo, pág. 131).
Agravada por el hecho que desde las 3:25h el 9 de Octubre de 1958, NO HAY PAPA EN LA IGLESIA CATÓLICA sino usurpadores nacidos bien en ocasión y/o a causa del conciliábulo Deuterovaticano o de “cónclaves”/“concilios imperfectos” para plantarles oposición a aquéllos.
Ese castellani era un chanta también porque criticaba a los verdaderos papas de su época los preconciliares y se reconcilió con uno posconciliar pablo sexto. Castellani también es un ídolo para algunos. No me merece confianza castellani.
ResponderEliminarLo mismo dicen del padre Feeney (excomulgado en tiempos de Pío XII, pero reconciliado con Pablo VI).
EliminarNo somos expertos sobre el padre Castellani, pero sobre el episodio de su expulsión de los jesuitas y suspensión a divínis (ojo, no excomunión) por ser postulado como candidato a diputado por la Alianza Libertadora Nacionalista (pero más peso lo tuvieron sus Cartas Provinciales a Tomás Juan Travi donde denunció la esclerotización de los votos religiosos en la Compañía –en particular sobre la obediencia, de la cual Castellani parecía intuir una falsa acepción que a la postre causará la difusión que alcanzó la Apostasía del Vaticano II–). Y como colofón, el mismo Padre General Jean-Baptiste Janssens –que dicho sea de paso, su concepción del “Apostolado social” sembró el activismo hoy endémico en ellos– que lo detuvo en un hospicio en Manresa, recibió amistosamente en la romana Villa Cavalletti al maldito Teilhard de Chardin (a quien hoy la Compañía, la secta conciliar y el mundo tienen cual Arca del Testamento). Con todo y eso, Castellani, lejos de apostatar de la Fe como le sugería Leónidas Barletta, se fortaleció más en su defensa y en la esperanza de la Parusía como única solución a la crisis presente de la Iglesia. De hecho, sus obras más famosas de temática católica nacieron durante la persecución a manos de los hombres de Iglesia, de esos aprovechateguis y chupópteros del óbolo de la viuda (como dice Juan Manuel de Prada) que en todas épocas merodean los ambientes eclesiásticos.
ResponderEliminarEn cuanto al padre Leonard Feeney, como se ha dicho en otras oportunidades, su excomunión es inválida porque se funda en una carta privada (por tanto, sin fuerza vinculante) como fue el Protocolo Marchetti-Selvaggiani y porque el arzobispo apóstata Richard Cushing (que influyó en Nostra Ætáte y en el catecismo wojtyliano de 1992) accedió a las demandas de su amigo Robert Francis Kennedy, que no sufría que el padre Feeney defendiera el dogma “Extra Ecclésiam nulla salus”. En últimas, todo sucedió PORQUE PÍO XII NO DEFENDIÓ EL DOGMA COMO DEBÍA, y por ello los herejes aprovecharon la ocasión para propagar el error, y con el Vaticano II lograron ver coronada su falsa doctrina.
En todo caso, para la época no estaba tan claro el tema de la Sede Vacante como lo es ahora (faltaba aún para que el padre Joaquín Sáenz y Arriaga publicara sus obras); y sobre el restablecimiento de Castellani y Feeney en su ministerio, la injusticia no triunfa para siempre (aun cuando un poder no católico sea quien la tenga que remediar).