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miércoles, 12 de abril de 2023

EL VATICANO ABJURANDO DE DOCTRINA (SEGLAR) DEL DESCUBRIMIENTO

El pasado viernes 30 de Marzo, los Dicasterios vaticanos para la Cultura y la Educación, y para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, emitieron la siguiente declaración conjunta repudiando la denominada “Doctrina del Descubrimiento”:
DECLARACIÓN CONJUNTA DE LOS DICASTERIOS PARA LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN, Y PARA LA PROMOCIÓN DEL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL, SOBRE LA “DOCTRINA DEL DESCUBRIMIENTO”
  
1. Fiel al mandato recibido por Cristo, la Iglesia católica se esfuerza por promover la fraternidad universal y el respeto de la dignidad de todo ser humano.
    
2. Por este motivo, en el curso de la historia los Papas han condenado los actos de violencia, opresión, injusticia social y esclavitud, entre ellos los cometidos contra las poblaciones indígenas. Ha habido numerosos ejemplos de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos que han dado su vida en defensa de la dignidad de esos pueblos.
    
3. Al mismo tiempo, el respeto por los hechos de la historia exige el reconocimiento de la debilidad humana y de los fallos de los discípulos de Cristo en cada generación. Muchos cristianos han cometido actos de maldad contra las poblaciones indígenas, por los cuales los Papas recientes han pedido perdón en numerosas ocasiones.
   
4. En nuestros días, un diálogo renovado con los pueblos indígenas, sobre todo con los que profesan la fe católica, ha ayudado a la Iglesia a comprender mejor sus valores y sus culturas. Con su ayuda, la Iglesia ha tomado mayor conciencia de sus sufrimientos, pasados y presentes, provocados por la expropiación de sus tierras, que consideran un don sagrado de Dios y de sus antepasados, así como por las políticas de asimilación forzada, promovidas por las autoridades de gobierno de la época, que buscaban eliminar sus culturas indígenas. Como ha subrayado el Papa Francisco, sus sufrimientos constituyen una fuerte llamada a abandonar la mentalidad colonizadora y a caminar junto con ellos, en el respeto recíproco y en el diálogo, reconociendo los derechos y los valores culturales de todos los individuos y los pueblos. A este respecto, la Iglesia está comprometida en acompañar a los pueblos indígenas y en promover esfuerzos encaminados a promover la reconciliación y la sanación.
    
5. En este contexto de escucha a los pueblos indígenas, la Iglesia ha visto la importancia de afrontar el concepto denominado “doctrina del descubrimiento”. El concepto jurídico de “descubrimiento” ha sido debatido por las potencias coloniales desde el siglo XVI y ha encontrado una expresión particular en la jurisprudencia del siglo XIX, en los tribunales de diferentes países, según la cual el descubrimiento de tierras por parte de los colonos concedía el derecho exclusivo de extinguir, mediante la compra o la conquista, el título o la posesión de dichas tierras por parte de las poblaciones indígenas. Algunos estudiosos han sostenido que la base de la llamada “doctrina” se encuentra en diversos documentos papales, como las bulas Dum Divérsas (1452), Románus Póntifex (1455) e Inter Cœ́tera (1493).
    
6. La “doctrina del descubrimiento” no forma parte de la enseñanza de la Iglesia católica. La investigación histórica demuestra claramente que los documentos papales en cuestión, escritos en un período histórico específico y relacionados a cuestiones políticas, nunca han sido considerados expresiones de la fe católica. Al mismo tiempo, la Iglesia reconoce que estas bulas papales no reflejaban adecuadamente la igual dignidad y los derechos de los pueblos indígenas. La Iglesia también es consciente del hecho de que el contenido de estos documentos ha sido manipulado para fines políticos por las potencias coloniales que competían entre sí, para justificar actos inmorales contra las poblaciones indígenas, realizados algunas veces sin oposición de las autoridades eclesiásticas. Es justo reconocer estos errores, reconocer los terribles efectos de las políticas de asimilación y el dolor experimentado por las poblaciones indígenas, así como pedir perdón. Además, el Papa Francisco ha exhortado: «Que la comunidad cristiana no se deje contaminar nunca más por la idea de que existe una cultura superior a otras y que es legítimo usar medios de coacción contra los demás».
    
7. El magisterio de la Iglesia sostiene, en términos inequívocos, el respeto debido a cada ser humano. Por tanto, la Iglesia católica repudia los conceptos que no reconocen los derechos humanos intrínsecos de los pueblos indígenas, comprendida la que se ha dado a conocer legal y políticamente como “doctrina del descubrimiento”.
    
8. Numerosas y recurrentes declaraciones de la Iglesia y de los Papas sostienen los derechos de los pueblos indígenas. Por ejemplo, en la bula Sublimis Deus de 1537, el Papa Pablo III escribió: «Determinamos y declaramos [...] que dichos Indios, y todas las gentes que en el futuro los cristianos llegasen a conocer, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus propiedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y que todo lo que se hubiese hecho de otro modo es nulo y sin valor».
    
9. Más recientemente, la solidaridad de la Iglesia con los pueblos indígenas ha dado lugar al apoyo decidido de la Santa Sede a los principios contenidos en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. La implementación de tales principios mejoraría las condiciones de vida y ayudaría a proteger los derechos de los pueblos indígenas, además de facilitar su desarrollo en un modo que respete su identidad, lengua y cultura.
    
[00515-ES.01] [Texto original: Inglés]

La declaración se dio meses después que, en Julio del año pasado, un grupo de indígenas canadienses le exigieran a Francisco Bergoglio rescindir de la “Doctrina del Descubrimiento”, siguiendo la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas del 13 de Diciembre de 2007, que sin embargo, NO ES VINCULANTE.
  
La “Doctrina del Descubrimiento” fue un principio del derecho internacional público por el cual se reconocía el dominio de los territorios más allá del Océano, pero con el deber también de velar por la protección de los habitantes y la propagación de la Fe Católica. Estos principios, establecidos por la Santa Sede a España y Portugal, fueron usados por Francia, Inglaterra y Holanda para justificar (estas sí) sus empresas colonizadoras.
  
Es en 1823, con el caso Thomas Johnson y el arrendatario de Graham v. William M‘Intosh (un conflicto sobre tierras de la extinta tribu Piankeshaw en el estado de Ilinois, que valga anotar, es el primer caso que se estudia en Derecho de Propiedad en las escuelas de leyes de los Estados Unidos), que la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos fija la “Doctrina del Descubrimiento” en su forma definitiva, estableciendo que el derecho de soberanía del descubridor prevalece sobre los derechos de ocupación, y que en dado caso, el Estado tenía poder preferente para comprar las tierras, estableciéndose como único comprador (monopsonio). Y es con ese precedente, que el gobierno estadounidense inició sus campañas contra la población indígena, despojándolos.
  
Ante la declaración de arriba, presentamos el siguiente pronunciamiento publicado en el Diario LA ESPERANZA:
Hace unos días un dicasterio de la Santa Sede ha publicado una declaración para rechazar la «doctrina del Descubrimiento» en el sentido de que su contenido no forma parte de la enseñanza de la Iglesia. El organismo de la curia romana cita a tal efecto diversos documentos papales, como las bulas Dum Divérsas (1452), Románus Póntifex (1455) e Inter Cœ́tera (1493).
    
Las dos primeras las otorgó el Papa Nicolás V al rey de Portugal, en un contexto de respuesta a la amenaza sarracena.
    
El papa Alejandro VI dictó la bula Inter Cœ́tera (1493) en favor de los reyes Fernando II de Aragón e Isabel de Castilla. En este documento, el Papa en cuanto supremo Pontífice y máxima autoridad de la Cristiandad, impone al reino de Castilla una obligación grave, simultánea a la concesión del comercio en exclusiva en las tierras «halladas y por hallar» cien leguas al Oeste de las islas Azores y Cabo Verde (límite modificado en 1494 a 370 leguas). Alejandro VI fue muy claro al respecto: «os mandamos en virtud de santa obediencia que, haciendo todas las debidas diligencias del caso, destinéis a dichas tierras e islas varones probos y temerosos de Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes».
    
Aparte de cuestiones de política coyuntural que se encuentren en el texto de Inter Cœ́tera, esa orden pontificia mencionada en el párrafo anterior es concreción histórica del imperativo divino «id a todo el mundo y anunciad la buena nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se condenará» (San Marcos XVI, 15-16).
    
En consecuencia, la bula Inter Cœ́tera sí expresa la fe católica, mientras que el documento curial más bien es concreción de esas palabras que el papa Francisco expuso en una entrevista: el proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. En esta línea, el dicasterio para la Cultura y Educación afirma que «la Iglesia católica se esfuerza por promover la fraternidad universal». A la vista del texto, resulta además chocante que los curiales critiquen una supuesta manipulación política de Inter Cœ́tera, cuando su escrito recién publicado no escapa a influencias ideológicas de la leyenda negra y modernistas, entre otras.
    
Esta última declaración vaticana incluye también una nueva petición de perdón de la Iglesia, siguiendo la senda inaugurada por Juan Pablo II. Este pedido de perdón ―en abstracto y sin concreción― funciona como un mantra que pretende dotar de bondad a un documento en el que trasluce algo de ignorancia y mucha ideología al insinuar que Castilla fue una potencia colonial en el siglo XVI.
    
También varios días atrás, en un contexto diferente, al referirse a la Misa Tradicional el cardenal Roche dijo «que el rito cambia porque la teología ha cambiado». Los documentos vaticanos y declaraciones de algunos miembros de la jerarquía de la Iglesia pretenden estar a la moda para evolucionar. De esa manera, pareciera que la verdad católica no es eterna, cuando lo que sucede es que sus modas no son católicas. 
    
Padre José Ramón García Gallardo FSSPX, Consiliario de las Juventudes Tradicionalistas.
Claro, como Católicos e Hispanos, decimos que Bergoglio y sus adláteres Michael F. Czerny Hayek SJ y José Tolentino de Mendonça no tienen más autoridad sobre la Iglesia Católica que la que tendría el “arzobispo” anglicano de Canterbury, o el Gran rabino de Israel, o el Patriarca budista de Tailandia: NINGUNA, y sus declaraciones y documentos no valen el papel ni los bytes que los soportan.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)