A propósito de la celebración por el obispo anglicano Jonathan Baker en la Archibasílica de Letrán, viene a relucir esta historia:
Ante la inminencia del Vaticano II, Juan XXIII solicitó el envío de “vota” (opiniones) de obispos, congregaciones e instituciones católicas para la Comisión Preparatoria. Una de las más interesantes fue la del obispo ítalo-suizo Edgar Aristide Maranta Rada OFM Cap., primer arzobispo de Dar es-Salaam en Tanganica Británica (antigua África Oriental Alemana, actual Tanzania), el cual en su “votum” del 7 de Octubre de 1959, propuso en materia doctrinal la definición dogmática de María Medianera de todas las gracias, y varias cuestiones disciplinarias, siendo la primera de ellas la siguiente:
«Sobre frenar o tal vez restringir el uso de la lengua latina en la liturgia.En los tiempos actuales, hemos visto que muchos, con mucha vehemencia, proponen de forma frecuentemente inconsiderada la renovación de la liturgia, y principalmente la introducción de la lengua vernácula. Aseguran que la lengua latina es más un obstáculo que una ayuda en la propagación y la preservación de la fe. Cosa que nosotros consideramos no ser verdad. El idioma latino es símbolo pulquérrimo y de fácil entendimiento de la unidad de la Iglesia Católica. Si, por ejemplo, el sacrificio de la Misa es celebrado en lengua vernácula, ¿cómo sabrá el extraño si realmente está asistiendo al sacrificio de la Misa en la Iglesia Católica y no en una iglesia tal vez protestante, donde frecuentemente son imitadas nuestras ceremonias, como sucede en las iglesias anglocatólicas?».
Fuente: Acta et Documenta Concílio Œcuménico Vaticáno II, tomo II, pág. 473.
Una propuesta y advertencia profética que fue solitaria (al igual que la exhortación «Non proponántur experiménta liturgica!» [¡No propongáis experimentos litúrgicos!] del obispo Hermann Eberhard Spieß Hepp OSB, abad núllius de Peramiho) si la comparamos con los “vota” de los demás perlados de Tanganica (hubo uno que llegó a proponer el vernáculo para toda la Misa –excepto el Canon–, y otro que propuso eliminar el Último Evangelio y el «Ite, Missa est»), y de acuerdo al desarrollo posterior de los acontecimientos, no prosperó, PERO LAS CONSECUENCIAS SE ESTÁN VIENDO (Y SUFRIENDO) HASTA EL PRESENTE.
De aquellos polvos, estos lodos.
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