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viernes, 22 de noviembre de 2024

ORDEN Y CONTRAORDEN DESTRUYENDO EL CALENDARIO ROMANO EN EL NOVUS ORDO

Elementos tomados de GLORIA NEWS y TRADITIO.
  
El Kalendárium Románum o Calendario Romano, usado para la Misa y el Divino Oficio de la Iglesia verdadera hasta las corrupciones de los años 50 y 60.
Ahora el apóstata antipapa Francisco Bergoglio quiere destruir el Calendario ya-no-romano eb su apóstata Iglesia Sinodal de la Nueva Era.
   
El 16 de Noviembre, se publicó por el Vaticano una carta con fecha a 9 de Noviembre por la cual Francisco Bergoglio ordena en pocas palabras que no habrá un Calendario universal en su Secta Novusordita, sino una babel de calendarios locales donde «todo, todo, todo» vale, en conformidad con el artículo 37 de “Sacrosánctum Concílium”, la Constitución deuterovaticana sobre la Liturgia (traducción tomada de la Agencia ZENIT):
CARTA DEL SANTO PADRE PARA EL RECUERDO EN LAS IGLESIAS PARTICULARES DE SUS SANTOS, BEATOS, VENERABLES Y SIERVOS DE DIOS. 16.11.2024
  
Con la Exhortación apostólica “Gaudéte et exsultáte” he querido volver a proponer a los fieles discípulos de Cristo en el mundo contemporáneo la llamada universal a la santidad. Está en el corazón de la enseñanza del Concilio Vaticano II, que recordó que «todos los que creen en Cristo, cualquiera que sea su estado o rango, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Lumen Géntium, 40). Todos, pues, están llamados a acoger el amor de Dios que «ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo» (Rom. 5, 5). En efecto, la santidad, más que ser fruto del esfuerzo humano, es dar espacio a la acción de Dios.
   
Cada uno puede reconocer en tantas personas que ha encontrado en su camino, testigos de las virtudes cristianas, especialmente de la fe, la esperanza y la caridad: esposos que han vivido fielmente su amor, abriéndose a la vida; hombres y mujeres que, en sus diversas ocupaciones, han sostenido a sus familias y cooperado en la difusión del Reino de Dios; adolescentes y jóvenes que han seguido a Jesús con entusiasmo; pastores que, con su ministerio, han derramado los dones de la gracia sobre el pueblo santo de Dios; religiosos y religiosas que, viviendo los consejos evangélicos, han sido imágenes vivas de Cristo Esposo. No podemos olvidar a los pobres, los enfermos, los que sufren, que en su debilidad han encontrado apoyo en el divino Maestro. Se trata de esa santidad «cotidiana» y «de la puerta de al lado» en la que siempre ha sido rica la Iglesia esparcida por el mundo.
   
Estamos llamados a dejarnos inspirar por estos modelos de santidad, entre los que destacan en primer lugar los mártires que derramaron su sangre por Cristo y los que han sido beatificados y canonizados por ser ejemplos de vida cristiana y nuestros intercesores. Pensamos después en los Venerables, hombres y mujeres cuyo heroico ejercicio de la virtud ha sido reconocido, en quienes en circunstancias singulares han hecho de su vida una ofrenda de amor al Señor y a los hermanos, así como en los Siervos de Dios cuyas Causas de beatificación y canonización están en curso. Estos procesos muestran hasta qué punto el testimonio de santidad está presente también en nuestro tiempo, en el que brillan como estrellas los grandes testigos de la fe (cf. Filip. 2, 15), que han marcado la experiencia de las Iglesias particulares y, al mismo tiempo, han fecundado la historia. Todos ellos son nuestros amigos, compañeros de camino, que nos ayudan a realizar plenamente nuestra vocación bautismal y nos muestran el rostro más bello de la Iglesia, que es santa y madre de los santos.
   
A lo largo del año litúrgico, la Iglesia honra públicamente a los Santos y Beatos, en fechas preestablecidas y de formas predeterminadas. Sin embargo, me parece importante que todas las Iglesias particulares conmemoren a los Santos y Beatos en una misma fecha, así como a los Venerables y Siervos de Dios de sus respectivos territorios. No se trata de insertar una nueva memoria en el calendario litúrgico, sino de promover con iniciativas adecuadas fuera de la liturgia, o de recordar dentro de ella, por ejemplo en la homilía o en otro momento que se considere oportuno, a aquellas figuras que han caracterizado el camino y la espiritualidad cristiana local. Por tanto, exhorto a las Iglesias particulares a que, a partir del próximo Jubileo de 2025, recuerden y honren a estas figuras de santidad, cada año el 9 de noviembre, fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán.
   
Esto permitirá a cada comunidad diocesana redescubrir o perpetuar la memoria de discípulos extraordinarios de Cristo que han dejado un signo vivo de la presencia del Señor resucitado y siguen siendo guías seguros en nuestro camino común hacia Dios, protegiéndonos y sosteniéndonos. Con este fin, las Conferencias Episcopales podrán elaborar y proponer eventualmente indicaciones y orientaciones pastorales.
  
Que los santos, en quienes resplandecen las maravillas de la gracia divina, nos impulsen a una comunión más íntima con Dios y nos inspiren a cantar con ellos las alabanzas del Altísimo.
   
Roma, San Juan de Letrán, 9 de noviembre, Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán. 
    
FRANCISCO
   
[01801-IT.01] [Texto original: Italiano]
Ni siquiera habrá un calendario general Novus Ordo identificable. El calendario de la Nueva Misa Latina de 1962, si no es totalmente suprimido, también será roto, de conformidad con el decreto motu próprio “Summórum Pontíficum” del apóstata modernista Benedicto XVI Ratzinger.

Católicos tradicionales, Francisco Bergoglio ha ordenado que la Nueva Iglesia reúna a todos sus no santos “locales” para arrojarlos a una gran canasta y venerarlos todos juntos en un mantillo modernista el 9 de Noviembre. Este decreto continúa la destrucción del calendario romano tradicional que comenzó en serio en 1956 y que condujo a la “liturgia” del Nuevo Orden en constante cambio, ahora rebautizada como “liturgia” de la Nueva Era, que dejó de lado a muchos grandes santos venerados por la Iglesia Verdadera durante milenios, como San Cristóbal, San Valentín, Santa Bárbara, Santa Filomena y tantos otros.
  
Ahora, cabe señalar algo de esta carta a la que prácticamente nadie prestará atención, tanto como las celebraciones en días feriales (entre semana) en vía de extinción en el modernismo: va en contradicción flagrante de la misma ley de Bergoglio.
   
El 11 de Julio de 2017, Bergoglio había promulgado el motu próprio “Majórem hac dilectiónem” sobre el heroico ofrecimiento de la vida [= la aceptación libre y voluntaria de la muerte o una enfermedad grave ofreciéndola por alguna causa] modificando en sus secciones pertinentes las wojtilianas Constitución Divínus perfectiónis Magíster (que introdujo el inválido proceso de “beatificación” y “canonización” moderno) y las Normæ servándæ in inquisitiónibus ab Epíscopis facéndis in Cáusis Sanctórum (Normas que se deben observar en las investigaciones hechas por los Obispos en las causas de los Santos). El artículo 6.º del motu próprio modifica el artículo 36 de las Normæ servándæ en el siguiente tenor (Negrillas propias del original):
«De Servis Dei, quórum sánctitas vitæ adhuc legítimo exámini subjécta est, quǽlibet sollémnia vel panegýricæ oratiónes in ecclésiis prohibéntur. Sed étiam extra ecclésiam abstinéndum est ab iis actis quíbus fidéles indúci possint ad falso putándum inquisitiónem ab Epíscopo factam de Servi Dei vita et virtútibus vel vitæ oblatióne vel martýrio certitúdinem secum ferre futúræ ejúsdem Servi Dei canonizatiónis [Se prohíben las solemnidades o panegíricos en las iglesias acerca de los Siervos de Dios cuya santidad de vida está aún sometida a legítimo examen. Y aun fuera de las iglesias, hay que abstenerse de cualquier acto que pueda inducir a los fieles a la falsa idea de que la investigación hecha por el Obispo sobre la vida y virtudes o el ofrecimiento de la vida o el martirio del Siervo de Dios lleva consigo la certidumbre de su futura canonización]».
Así las cosas, si el Vaticano no recuerda hoy lo que ayer ordenó, ¿cómo se espera que sus súbditos atiendan lo que este ordena?

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)