Traducción del artículo publicado por Anthony Esolen en THE CATHOLIC THING.
“La estupidez”, dice Jacques Maritain, “es siempre un vicio”. Es de tan mal gusto y trabaja descuidadamente.
Maritain debía haber sido el editor de la New American Bible (cuyos derechos de autor pertenecen a la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos), y del leccionario en uso en Estados Unidos –un tenebroso misterio donde los haya–. Por favor, vuestras excelencias, dadle muerte a esas horribles y desalentadoras criaturas.
A veces puedes beneficiarte de la Iglesia solamente dejando de hacer algo estúpido. Muchos de nosotros hemos conocido tal adición por sustracción. Retiras la sucia alfombra felpuda y el contrachapado, y encontrarás un bello piso de blanco ceniza debajo. Quitas la cal para revelar las coloridas pinturas populares de tus ancestros antiguos. Conviertes a las malas lecturas para niños en combustible para estufa de leña, y encontrarás nuevamente a Rudyard Kipling y Jane Austen y Robert Louis Stevenson.
Así que quisiera, en unos pocos ensayos, categorizar las meteduras de pata que nuestros traductores hicieron, mostrar por qué la NAB y el leccionario actual deberían ser enviados a la nada, y sus nombres no ser más conocidos.
La primera categoría es esta: Volver lo palpable y visible en abstracción.
Estamos equivocados al suponer que los poetas lo vuelven todo en símbolos vagos, dejando atrás este bendito mundo de sol y viento, pasto y roca, gorrión y lirio. El pobre escritor piensa con metáforas muertas, la monótona y muy manoseada moneda común del periodista y el político. Él habla de gente “marginalizada” sin pensar en un margen. Él dice que un líder tiene “rienda suelta” pero no piensa en montar caballos. El poeta no es así. El poeta no se aleja de las cosas. John Keats escribió anhelantemente sobre las criaturas cuyas vidas no sobrevivirán al Otoño del año:
Requiere real sofisticación para alcanzar las profundidades de la tontería. Nuestros traductores tienen esa sofisticación.
Considera el extraño verbo hebreo en Génesis: “Y conoció Adán a Eva su mujer, y ella concibió, y parió a Caín, y dijo: Adquirido he varón por el Señor”. Eso en la eminente Versión del Rey Jacobo.
La palabra clave es conoció [יָדַע, yada]. No es fácil de interpretar. No se supone que sea fácil. Recuerda que el árbol prohibido fue el del conocimiento del bien y del mal. ¿Adán y Eva permanecieron ignorantes? No de hecho, puesto que fueron hechos a imagen de Dios, que les concedió una bendición más allá de la que les dio a las bestias: iban a tener dominio sobre la creación.
Este dominio ha sido mostrado por el nombrar de las bestias por un Adán semejante a Dios, con Dios sometiendo generosamente a permitr a las bestias llevar cualesquier nombres que Adán les dio. Tam bién se muestra en el primer reporte de habla de Adán, cuando explota en alabansa al contemplar a Eva: “Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.
¿Significó que permanecerían libres del placer sexual, como niños? Eso no puede ser, porque Dios les ordenó fructificar y multiplicarse –con las palabras hebreas para fruto (פְרִי, peri) y muchos (רַב, rab) transformadas en verbos (פָרָה, parah; רָבָה, rabah). ¿Qué, entonces, significa para Adán conocer a su mujer, y cómo es eso diferente al especioso conocimiento prometido por la serpiente, que le dijo a Eva que el día que ella coma del fruto, sus ojos serían abiertos, y ellos “ser[án] como dioses, sabiendo el bien y el mal”?
Esa pregunta presenta ante nosotros el misterio del ser personal, y el muy diferente misterio del mal. Unir en el abrazo que trae la vida es conocer a alguien, pero revelarse contra el Dador de la vida es arrojarte en el “conocimiento” que oscurece los ojos y el alma.
¿Entonces cómo la NAB traduce este poderoso verbo? Lo asfixia, oscureciendo las conexiones entre los pasajes a los que he aludido: “El hombre tuvo relaciones con su esposa Eva, y ella concibió, y dio a lus a Caín, diciendo: ‘He producido un niño varón con la ayuda del Señor’”.
Lóbrego. Una frase verbal técnica, “tuvo relaciones con”, remplaza el verbo. El terreno “adquirido” se fue también, remplazado por el pálido “produjo”. El grito triunfante de Eva, “Adquirido he varón”. haciendo eco a Adán, “ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”, es reducido a un comentario sobre un niño varón –cuando niño no está en el original hebreo. ¿Y “por el Señor”, directo, potente? Reducido a “con la ayuda del Señor”. ¿Qué estaba haciendo Dios, hirviendo agua para el parto?
No estoy recogiendo cerezas ácidas. Lo que he ilustrado está en todos lados en la NAB. “Sed fértiles y multiplicaos”, dice Dios a las criaturas y luego al hombre. ¿En serio? ¿Cuando el verbo hebreo es construido del sustantivo fruto [peri]? ¿En una historia sobre qué fruto comer y qué no comer? ¿Cuando se suponía que Caín y Abel ofrecerían al Señor los primeros frutos de su trabajo?
En todas partes –gris por colorido, vago para forma. En todas partes los traductores evitaron la cosa concreta que lleva en sí misma y sus significados figurativos y ecos poéticos. Es casi como si quiseran que nosotros pensemos menos en el texto y más en sus notas al pie de página. Dios nos ayude.
“La estupidez”, dice Jacques Maritain, “es siempre un vicio”. Es de tan mal gusto y trabaja descuidadamente.
Maritain debía haber sido el editor de la New American Bible (cuyos derechos de autor pertenecen a la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos), y del leccionario en uso en Estados Unidos –un tenebroso misterio donde los haya–. Por favor, vuestras excelencias, dadle muerte a esas horribles y desalentadoras criaturas.
A veces puedes beneficiarte de la Iglesia solamente dejando de hacer algo estúpido. Muchos de nosotros hemos conocido tal adición por sustracción. Retiras la sucia alfombra felpuda y el contrachapado, y encontrarás un bello piso de blanco ceniza debajo. Quitas la cal para revelar las coloridas pinturas populares de tus ancestros antiguos. Conviertes a las malas lecturas para niños en combustible para estufa de leña, y encontrarás nuevamente a Rudyard Kipling y Jane Austen y Robert Louis Stevenson.
Así que quisiera, en unos pocos ensayos, categorizar las meteduras de pata que nuestros traductores hicieron, mostrar por qué la NAB y el leccionario actual deberían ser enviados a la nada, y sus nombres no ser más conocidos.
La primera categoría es esta: Volver lo palpable y visible en abstracción.
Estamos equivocados al suponer que los poetas lo vuelven todo en símbolos vagos, dejando atrás este bendito mundo de sol y viento, pasto y roca, gorrión y lirio. El pobre escritor piensa con metáforas muertas, la monótona y muy manoseada moneda común del periodista y el político. Él habla de gente “marginalizada” sin pensar en un margen. Él dice que un líder tiene “rienda suelta” pero no piensa en montar caballos. El poeta no es así. El poeta no se aleja de las cosas. John Keats escribió anhelantemente sobre las criaturas cuyas vidas no sobrevivirán al Otoño del año:
Then in a wailful choir the small gnats mournGerard Manley Hopkins pudo celebrar sin verguenza los “cielos jaspeados, bicolores cual si berrenda vaca fueran”. Robert Browning, en el canalla de un obispo, yaciendo en su lecho de muerte y dando órdenes para su tumba, puede revelar en el encaje la fisicalidad de las Misas para ser celebradas en su iglesia:
Among the river sallows, borne aloft
Or sinking, as the light wind lives or dies.[Cual lastimero coro los mosquitos se quejan
En los sauces del río, alzados, descendiendo
Conforme el leve viento se reaviva o muere].
And then, how I shall lie through centuries,Los más grandes poetas dibujan cerca de la gente ordinaria. Una canción de salvajes puede ser salvaje, pero no es aburrida.
And hear the blessed mutter of the Mass,
And see God made and eaten all day long,
And feel the steady candle-flame, and taste
Good strong thick stupefying incense smoke.[Y luego, como yaceré entre los siglos,
Y oiré el bendito murmullo de la Misa,
Y veré a Dios hecho y comido todos los días
Y sentiré la pronta llama de la vela, y probaré
la buena fuerza espesa y estupefaciente del humo del incienso].
Requiere real sofisticación para alcanzar las profundidades de la tontería. Nuestros traductores tienen esa sofisticación.
El erudito en su estudio por Rembrandt van Rijn, 1634 [Galería Nacional, Praga].
Considera el extraño verbo hebreo en Génesis: “Y conoció Adán a Eva su mujer, y ella concibió, y parió a Caín, y dijo: Adquirido he varón por el Señor”. Eso en la eminente Versión del Rey Jacobo.
La palabra clave es conoció [יָדַע, yada]. No es fácil de interpretar. No se supone que sea fácil. Recuerda que el árbol prohibido fue el del conocimiento del bien y del mal. ¿Adán y Eva permanecieron ignorantes? No de hecho, puesto que fueron hechos a imagen de Dios, que les concedió una bendición más allá de la que les dio a las bestias: iban a tener dominio sobre la creación.
Este dominio ha sido mostrado por el nombrar de las bestias por un Adán semejante a Dios, con Dios sometiendo generosamente a permitr a las bestias llevar cualesquier nombres que Adán les dio. Tam bién se muestra en el primer reporte de habla de Adán, cuando explota en alabansa al contemplar a Eva: “Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.
¿Significó que permanecerían libres del placer sexual, como niños? Eso no puede ser, porque Dios les ordenó fructificar y multiplicarse –con las palabras hebreas para fruto (פְרִי, peri) y muchos (רַב, rab) transformadas en verbos (פָרָה, parah; רָבָה, rabah). ¿Qué, entonces, significa para Adán conocer a su mujer, y cómo es eso diferente al especioso conocimiento prometido por la serpiente, que le dijo a Eva que el día que ella coma del fruto, sus ojos serían abiertos, y ellos “ser[án] como dioses, sabiendo el bien y el mal”?
Esa pregunta presenta ante nosotros el misterio del ser personal, y el muy diferente misterio del mal. Unir en el abrazo que trae la vida es conocer a alguien, pero revelarse contra el Dador de la vida es arrojarte en el “conocimiento” que oscurece los ojos y el alma.
¿Entonces cómo la NAB traduce este poderoso verbo? Lo asfixia, oscureciendo las conexiones entre los pasajes a los que he aludido: “El hombre tuvo relaciones con su esposa Eva, y ella concibió, y dio a lus a Caín, diciendo: ‘He producido un niño varón con la ayuda del Señor’”.
Lóbrego. Una frase verbal técnica, “tuvo relaciones con”, remplaza el verbo. El terreno “adquirido” se fue también, remplazado por el pálido “produjo”. El grito triunfante de Eva, “Adquirido he varón”. haciendo eco a Adán, “ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”, es reducido a un comentario sobre un niño varón –cuando niño no está en el original hebreo. ¿Y “por el Señor”, directo, potente? Reducido a “con la ayuda del Señor”. ¿Qué estaba haciendo Dios, hirviendo agua para el parto?
No estoy recogiendo cerezas ácidas. Lo que he ilustrado está en todos lados en la NAB. “Sed fértiles y multiplicaos”, dice Dios a las criaturas y luego al hombre. ¿En serio? ¿Cuando el verbo hebreo es construido del sustantivo fruto [peri]? ¿En una historia sobre qué fruto comer y qué no comer? ¿Cuando se suponía que Caín y Abel ofrecerían al Señor los primeros frutos de su trabajo?
En todas partes –gris por colorido, vago para forma. En todas partes los traductores evitaron la cosa concreta que lleva en sí misma y sus significados figurativos y ecos poéticos. Es casi como si quiseran que nosotros pensemos menos en el texto y más en sus notas al pie de página. Dios nos ayude.
Anthony Esolen es un conferencista, traductor y escritor. Entre sus libros están Ten Ways to Destroy the Imagination of Your Child [Diez formas de destruir la imaginación de su hijo], Out of the Ashes: Rebuilding American Culture [Fuera de las cenizas: Reconstruir la cultura estadounidense], y Nostalgia: Going Home in a Homeless World [Nostalgia: Ir a casa en un mundo sin hogar]. Es profesor y escritor residente en el Magdalen College of the Liberal Arts, en Warner, Nueva Hampshire.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)