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NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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lunes, 14 de octubre de 2024

MES DE LOS SANTOS ÁNGELES – DÍA DECIMOCUARTO

Dispuesto por el padre Alejo Romero, y publicado en Morelia en 1893, con licencia eclesiástica.
  
MES DE OCTUBRE, CONSAGRADO A LOS SANTOS ÁNGELES, EN QUE SE EXPONEN SUS EXCELENCIAS, PRERROGATIVAS Y OFICIOS, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE LA SAGRADA ESCRITURA, LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA.
 
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Soberano Señor del mundo, ante quien doblan reverentes la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y del infierno; miradnos aquí postrados en vuestra divina presencia para rendiros los homenajes de amor, adoración y respeto que son debidos a vuestra excelsa majestad y elevada grandeza. Venimos a contemplar durante este mes las excelencias, prerrogativas y oficios con que habéis enriquecido en beneficio nuestro a esos espíritus sublimes que, como lámparas ardientes, están eternamente alrededor de vuestro trono, haciendo brillar vuestras divinas perfecciones. Oh Sol hermoso de las inteligencias, que llenáis de inmensos resplandores todo el empíreo, arrojad sobre nuestras almas un destello de esos fulgores, a fin de que, conociendo la malicia profunda del pecado, lo aborrezcamos con todas nuestras fuerzas, y se encienda en nuestros corazones la viva llama del amor divino, para que podamos camina por los senderos de la virtud, hasta llegar a la celestial Jerusalén, donde unamos nuestras alabanzas a las de los angélicos espíritus y bienaventurados, para glorificarlos por toda la eternidad. Amén.
   
DÍA DECIMOCUARTO – PENA DE LOS DEMONIOS
   
MEDITACIÓN
PUNTO 1º. Considera alma mía, que los Ángeles malos no perdieron en su caída los dones puramente naturales con que fueron enriquecidos, y el conocimiento de su propia belleza intelectual es para ellos su mayor suplicio, pues que privados del conocimiento sobrenatural de Dios, se desesperan y rabian al verse despojado de esta felicidad. Criados para un Dios de bondad y para Él solo, sienten en el fondo de su naturaleza una viva y poderosa inclinación hacia Él, como el único centro de su felicidad, como el término y objeto final de todas sus facultades. Sienten y conocen que han sido criados para Dios, como el ave para volar, como el pez para el agua, como el ojo para la luz, como el corazón para el amor; pero al mismo tiempo su voluntad obstinada en el mal se vuelve henchida de cólera y orgullo contra su Criador, su principio y su fin, y al contemplar a sus hermanos los Ángeles buenos en posesión de una bienaventuranza infinita que jamás perderán, porque jamás podrán pecar, la envidia los despedaza y padecen amargamente. La voluntad del demonio no es como la del hombre mientras vive sobre la tierra: el hombre no se adhiere al mal inamoviblemente, porque después de la elección del pecado, puede arrepentirse y volver a la virtud; el Ángel malo, por el contrario, una vez que ha elegido el mal, permanece adherido a él fija, inamovible, inflexiblemente para siempre, he aquí per qué su infierno o su tormento es eterno.
   
PUNTO 2º. Considera que los demonios emplean todos sus dones naturales no sólo en su propio mal, sino también en el mal de los hombres, de cuya desgracia son los más eficaces cooperadores; las luces de su inteligencia se han convertido en astucia y artificios malignos, y podemos apostrofarlos con Bossuet diciéndoles: «Oh ministros injustos de la justicia de Dios, vosotros habéis sido los primeros en experimentarla: vosotros aumentáis vuestros tormentos, haciendo experimentar al hombre vuestros celosos rigores: vuestra tiranía hace vuestra gloria, y no sois capaces sino de este placer negro y maligno, si es que se le puede llamar así, que proporciona un orgullo ciego y una baja envidia. Vosotros sois aquellos espíritus privados de amor que no viven más que del veneno de los celos y del odio. ¿Y cómo se ha verificado en vosotros tamaña mudanza? Os habéis retirado de Dios y Él se ha retirado de vosotros: he aquí vuestro gran suplicio y su grande y admirable justicia. Gemís bajo los golpes incesantemente redoblados de su mano invencible e incansable: por sus órdenes soberanas la criatura corpórea que estaba a vosotros sometida, os domina y os castiga; el fuego os atormenta, su humo, por decirlo así, os ahoga; espesas tinieblas os tienen cautivos en aquellas prisiones eternas: malditos espíritus, aborrecidos del Dios odiado de vosotros, ¿cómo habéis caído tan bajo? Vosotros lo habéis querido, lo queréis aún, puesto que queréis siempre ser soberbios, y que por vuestro orgullo indómito vivís obstinados en vuestra desgracia. Hombres soberbios y rebeldes, tomad ejemplo del príncipe de la rebelión y del orgullo; y ved y considerad y entended lo que un solo sentimiento de orgullo ha hecho en él y en todos sus secuaces. Huyamos, huyamos, huyamos de nosotros mismos: volvamos a entrar en nuestra nada y entreguémonos a Dios, nuestro apoyo como nuestro amor».
    
JACULATORIA
Ángeles santos, alcanzadnos la gracia de tener el valor de sufrir todas las penas de esta vida, a fin de no sufrir la mayor y más terrible pena de vernos privados de la visión de Dios y de su amor.
   
PRÁCTICA
Sufrid con paciencia y resignación todos los trabajos con que el Señor quiere probaros, considerando que por vuestros pecados habéis merecido las penas del Infierno. Se rezan tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri, y se ofrecen con la siguiente:
   
ORACIÓN
Espíritus gloriosos, que vivís en medio de un torrente de delicias, sin que jamás el más leve de los males perturbe vuestro reposo y bienaventuranza, que no deseáis otra cosa de nosotros los mortales de este mundo, sino que participemos de vuestra inmortal ventura, rogad a vuestro supremo Señor, que, fortaleciendo nuestras almas, nos dé la conformidad en nuestras penas, a fin de que nos veamos libres de los tormentos eternos del Infierno. Amén.
 
EJEMPLO
Un religioso de la Compañía de Jesús, el P. Juan José Surin, célebre en el siglo decimoséptimo por sus virtudes, su ciencia y sus desgracias, experimentó durante cerca de veinte años las angustias de tan terrible estado (el de la condenación eterna) para arrancar á una pobre y santa religiosa de la posesión del demonio, que había resistido a tres meses largos de exorcismos, oraciones y austeridades; el caritativo Padre llevó su heroísmo hasta ofrecerse el mismo por víctima, si la divina Misericordia se dignaba al fin escuchar sus votos y librar a una infortunada criatura. Fue escuchado, y Nuestro Señor permitió, para la santificación de su servidor, que el demonio tomase posesión de su cuerpo y lo atormentase durante largos años. Nada más auténtico que los extraños y públicos hechos que marcaron esta posesión del pobre Padre Surin y que sería largo referir aquí. Después de su libertad, recopiló en un escrito, que nos ha sido conservado, lo que recordaba de aquel estado sobrenatural en que el demonio, apoderándose materialmente, por decirlo así, de sus facultades y sentidos, le hacía experimentar una parte de sus propias impresiones y de su desesperación de condenado. «Parecía, dice, que todo mi ser, que todas las potencias de mi alma y de mi cuerpo se dirigían con indecible vehemencia hacia el Señor mi Dios; que veía era mi suprema dicha, mi bien infinito, el objeto único de mi existencia; y al mismo tiempo sentía una fuerza irresistible que me apartaba de Él, que me retenía lejos de Él: de suerte que, criado para vivir, me veía, me sentía privado de Aquel que es la Vida; criado para la verdad y la luz me veía absolutamente repelido por la Luz y la Verdad; criado para amar, estaba sin amor, estaba rechazado por el Amor; criado para el bien, estaba sumergido en el abismo del mal». «No podría, añade, comparar las angustias y la desesperación de aquella inexplicable situación sino con el estado de una flecha vigorosamente lanzada hacia un objeto, del cual la repele incesantemente una fuerza invencible: irresistiblemente impelida hacia adelante, y siempre a invenciblemente rechazada hacia atrás». Y esto no es más que una pálida imagen de aquella espantosa realidad que se llama la condenación. (Mons. Luis de Ségur, El Infierno).
     
ORACIÓN A LA REINA DE LOS ÁNGELES PARA TODOS LOS DÍAS
Oh, María, la más pura de las vírgenes, que por vuestra grande humildad y heroicas virtudes, merecisteis ser la Madre del Redentor del mundo, y por esto mismo ser constituida Reina del universo y colocada en un majestuoso trono, desde donde tierna y compasiva miráis las desgracias de la humanidad, para remediarlas con solicitud maternal; compadeceos, augusta Madre, de nuestras grandes desventuras. El mundo no ha dejado en nosotros más que tristes decepciones y amargos desengaños; en vano hemos corrido en pos de la felicidad mentida que promete a sus adoradores, pues no hemos probado otra cosa que la hiel amarga del remordimiento, y nuestros ojos han derramado abundantes lágrimas que no han podido enjugar nuestros hermanos. Por todas partes nos persiguen legiones infernales incitándonos al mal, y no tenemos otro abrigo que refugiarnos bajo los pliegues de vuestro manto virginal, como los polluelos perseguidos por el milano no tienen otro asilo que agruparse bajo las alas del ave que les dio el ser. Por esto, desde el fondo de nuestras amarguras clamamos a Vos para que enviéis hasta nosotros y para nuestra defensa a los espíritus angélicos, de quienes sois la Reina y Soberana, a fin de que nos libren de sus astutas asechanzas y nos guíen por el recto camino de la felicidad. Amén.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)