Dispuesto por el Padre Fray José Francisco Valdés, religioso franciscano descalzo de la provincia de San Diego de México, y reimpreso en la Puebla de los Ángeles por Pedro de la Rosa en 1814.
DÍA DIEZ Y SEIS DE CADA MES, CONSAGRADO AL CULTO DEL GLORIOSÍSIMO PROTOMÁRTIR DEL SIGILO SACRAMENTAL DE LA PENITENCIA, SEÑOR SAN JUAN NEPOMUCENO, ABOGADO DE LA HONRA
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Amantísimo Redentor mío JESÚS, mi Padre, mi Dueño, mi Señor, ¡quién pudiera sacarse del pecho el corazón, para decirte con él cuanto dolor me causa la mala correspondencia que he dado a tus finezas! Tú quisiste morir en una Cruz cercado de dolores y tormentos, para comprar con tu muerte mi libertad y sacarme del cautiverio del demonio, pero lejos de agradecer tanta fineza, me he vuelto mil veces a hacerme esclavo suyo, por dar satisfacción a mis desordenados apetitos. Yo no hallo voces, Señor, para explicar la confusión que me causa tan culpable ingratitud. Tú que solo registras los corazones, entra en el mío, y verás que penetrado de dolor espera que apliques a mí aquellas dulcísimas palabras que hablaste a tu Eterno Padre estando para morir: «Padre, perdónalos: que no saben lo que hacen». Perdóname, Señor, que no supe lo que me hice, y dame tu gracia para no volver a ofenderte. Amén.
ORACIÓN
Omnipotente Dios y Señor mío, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en quien creo como verdad infalible, en quien espero como bondad infinita, a quien amo como único bien mío: humildemente postrado en tu divino acatamiento te bendigo, te alabo y te doy las más debidas gracias, porque a más de los innumerables beneficios que me has hecho y haces cada día, te has dignado de darme por Abogado en el Tribunal de tu misericordia a tu fiel Siervo SAN JUAN NEPOMUCENO, para que poniendo en sus manos mis pretensiones, logre su buen despacho. Seas eternamente bendito por tan singular beneficio; y pues esa es tu voluntad santísima, yo lo elijo por mi Abogado, por mi Defensor y Protector: en sus manos pongo los negocios de mi vida: mi honra, mi fama, mi crédito corren desde hoy de cuenta suya: y pues dármelo tú por Abogado es darme a entender cuánto deseas el buen despacho de mis ruegos y peticiones, espero que tu bondad infinita hará conmigo de manera, que cuidando de conservar mi honra en este mundo, atenderé a conservar la honra verdadera de servirte y cumplir con las obligaciones de Cristiano. No sean parte, Señor mío, mis maldades para que se pierda una causa en que hace oficio de Abogado tu amado Siervo el Señor SAN JUAN NEPOMUCENO: mira que lo que ahora alega a mi favor es la afrentosa Pasión y Muerte de mi Redentor JESÚS y su Sangre preciosísima. No padezca la terrible afrenta y confusión de ser condenada a las llamas eternas un alma que tiene ya comprada con su Sangre mi dulcísimo JESÚS.
ORACIÓN A SAN JUAN NEPOMUCENO
Esclarecido Mártir de Jesucristo y Protector mío SAN JUAN NEPOMUCENO, en tu presencia tienes un miserable pecador, que fiado en el valimiento que gozas con la Divina Majestad, viene a buscar tu amparo. Cuando Dios te nombró Abogado de la honra y fama de tus devotos, a ti te puso en la obligación de defenderme, y a mí me dio esperanzas de ser bien despachado. Guiado de este conocimiento vengo a poner en tus manos los negocios todos de mi vida y mis intereses, así del alma como del cuerpo. Tú que ves las cosas con la luz de la Divinidad, me has de dirigir de modo que acierte a darle gusto a mi Dios y Señor. Esas luces que aparecieron en tu casa cuando naciste, y que rodearon tu cadáver después de ahogado, son lenguas que publican la estimación que hace de ti el Altísimo, y el deseo que tiene de que seas reverenciado y honrado de todos: recibe de mí este corto obsequio en testimonio de mi veneración, y alcánzame de Dios nuestro Señor que me aproveche del Santo Sacramento de la Penitencia, y que libre de la infamia de pecador, logre la honra verdadera de predestinado para la Gloria. Amén.
Se rezarán tres Padre nuestros y tres Ave Marías a honra y gloria de la Beatísima Trinidad, y después se dice la Oración siguiente a María Santísima:
ORACIÓN
Purísima Virgen MARÍA, Reina de los Ángeles, ¿a quién ha de recurrir un pecador que tan justamente teme la indignación de Dios, sino a la que es Refugio de pecadores, Abogada de los pecadores, Madre de los pecadores? ¿A quién ha de volver los ojos un infeliz cargado de miserias, sino a la que es Consuelo de afligidos? Tú lo eres, Señora, y esas entrañas de misericordia, de que Dios te dotó cuando te hizo Abogada nuestra, nadie las necesita más que yo. En tus manos me pongo, ya de aquí en adelante corro de cuenta tuya: dame luz para conocer la bondad de aquel Señor a quien he ofendido: infunde en mi alma un arrepentimiento serio de mis culpas; enciende en mi corazón el fuego del amor de Dios, consérvalo, mantenlo y cuida que no se apague, sino que arda siempre, para que pueda presentarse con la lámpara encendida y entrar a las bodas del Divino Esposo y acompañarte por toda la eternidad. Amén.
GOZOS
Todo el mundo tienes lleno
De favores y mercedes:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
Naces de padres ancianos,
Fruto de sus oraciones:
Porque con esto te abones
Don de las divina manos:
Sus deseos no fueron vanos,
Dándoles tú todo el lleno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
Una luz maravillosa
Cuando naces aparece;
Pues naces a ser parece
Copia de Cristo gloriosa;
Sino es que luz misteriosa
Sales del materno seno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
En tu edad tierna la muerte
Arrebatarte quería;
Mas vino pronta MARÍA
De tal riesgo a defenderte:
Ya con escudo tan fuerte
Te ves libre del ajeno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
Profundamente humillado
De lágrimas hecho un mar,
Vas a ofrecer al Altar
El Cordero Inmaculado:
A un Dios contra el mundo airado
Dejas con esto sereno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
Que el sigilo le reveles
Te pide el tirano impío,
Instando su desvarío
Con las amenazas crueles:
Nada hay con que le desveles
Gusto tan del juicio ajeno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
Ya amenaza, ya promesa,
Te muestra el duro tirano;
Mas trabaja siempre en vano
Sin rendir tu fortaleza:
Jamás padece flaqueza
Tu espíritu de Dios lleno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
Del Moldava en las corrientes
Te manda el rey arrojar,
Y Dios te quiso allí honrar
Con cinco estrellas lucientes:
Aun sus aguas reverentes
Te forman nicho en su seno:
Pues todo con Dios lo puedes.
Óyeme, NEPOMUCENO.
℣. Ruega por nosotros, San Juan Nepomuceno.
℞. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Atiende, Señor, a nuestras súplicas, que en memoria de tu Mártir el Confesor San Juan Nepomuceno te presentamos, para que libres de toda infamia e irrisión temporal, arrepentidos y confesados antes de morir merezcamos llegar al Puerto de la eterna felicidad: Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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