Rosa Coloma Asdente, hija de los condes de Luceramo, nació en Taggia, ciudad del Piamonte, en 1770. Despreciando las pompas mundanas, ingresó al convento dominico de Santa Catalina de Siena a los trece años, donde llevó una vida de eminente santidad, que se expresaba en su espíritu de oración, profusión de lágrimas y mortificaciones, y la observancia exacta de las reglas religiosas, junto con una profundísima humildad que la hacía ocultar, aun con algunas extrañezas, las gracias particulares que recibía.
Considerada mística en la época de una renovación en la orden dominica, Rosa Coloma se hizo famosa por predicciones que llegaban a cumplirse, obteniendo la estima y atención de las hermanas y la fama de santidad fuera de los muros del convento.
Predijo su propia muerte, anunciando que antes de morir ella llegaría al último estado de consunción, quedando casi transparente y con la piel pegada a los huesos; que su muerte ocurriría el viernes infraoctava de Corpus Christi, mientras los padres dominicos se encargaban de la procesión del Santísimo Sacramento. Así sucedió, el viernes 6 de Junio de 1847.
El arzobispo titular de Nacianzo y obispo eméroto de Ventimiglia, Giovanni Battista De Albertis, hizo compilar las predicciones proféticas de sor Rosa Coloma Asdente que habían circulado en sus últimos años, a partir de testimonios debidamente recopilados y confirmados bajo juramento, y de la correspondencia con su tío el canónigo Carlos Francisco Alberto Julio Lorenzo de Vivaldi, que fue misionero en Minnesota y la Patagonia. Parte de ellas fueron publicadas en el libro “I futuri destini degli stati e delle nazioni” de Mons. Domenico Cerri en 1864, y traducidas al inglés en “The Christian trumpet: or, Previsions and predictions about impending general calamities” del padre pasionista Gaudencio de San Esteban Rossi en 1878, con una reseña biográfica.
En francés, el padre Jean-Marie Curicque incluyó sus profecías en el libro de 1872 “Voix Prophétiques ou Signes, Apparitions et Prédictions Modernes touchant les grands évènements de la Chrétienté au XIXème siècle et vers l’approche de la Fin des Temps”. En el siglo XX, el canónigo Giuseppe Ferrari publicó su biografía en el libro “La Monaca di Taggia, o Suor Rosa Colomba Asdente dei conti di Luceramo, Domenicana claustrale nel Convento di S. Caterina da Siena à Taggia (1770-1847): vita e predizioni” en 1933, y el padre Richard Gerald Culleton incluyó sus profecías en los libros “The Prophets and Our Times” (1941) y “The Reign of Antichrist” (1974).
Predijo la caída de Luis Felipe de Orléans del trono francés y su muerte en el exilio, la derrota de Carlos Alberto de Saboya y que sería sucedido por su hijo Víctor Manuel:
«¡Pobre Luis Felipe, tú huirás un día fuera de Francia y morirás exiliado en Inglaterra! Saldrán muchas banderas tricolores junto con la bandera del Papa, y obligarán a los sacerdotes a bendecirlas; esta será la señal de las guerras que vendrán después; el rey de Piamonte se pondrá a cabeza de los voluntarios, será vencido y tomará camino al extranjero, donde irá a morir en la frontera de España; a él le sucederá su joven hijo primogénito. Surgirá un gobierno pueril, que acabará por conducir al monarca a la pérdida de…»,
la ascensión de Pío IX, su exilio y regreso a Roma gracias a Luis Napoleón Bonaparte, el futuro Napoleón III (amigo de Luis Felipe, y de quien decía nuestra monja: «no estaba bien sentado en su trono, y su caída sería por un largo asunto; y será remplazado por un rey legítimo»), la captura de Roma por las tropas del masón Giuseppe Garibaldi (que, tal como anunció Rosa Coloma, era aclamado en muchas ciudades italianas como Redentor de Italia, Mesías, Cristo y Dios por sus partisanos; incluso le aplicaban al INRI el significado «José de Niza, Redentor de Italia»), y que el Papa perdería su poder terrenal. Sobre su ciudad Taggia, predijo que no vería nunca decir Misa en una capilla que estaban construyendo junto al convento y a la cual ella se oponía (decía: «Jamás oiría la misa en esta iglesia donde los rusos alimentarán y guardarán sus caballos»; y en efecto, murió pocos días antes de ser bendecida dicha capilla).
Ella le decía constantemente a las demás monjas que si tuvieran el mismo conocimiento que ella sobre las cosas futuras, pasarían también tristes. Un sacerdote dominico contemporáneo a ella decía que Rosa Coloma daba sus profecías durante diferentes circunstancias, sin un orden cronológico:
«Estallará una persecución contra la Iglesia, que será obra de sus propios hijos.Vendrá un gran enemigo de la Iglesia, un precursor del Anticristo, que tomará el título del Salvador, se llamará a sí mismo Redentor. Muchos sectarios se unirán a él, que perseguirá a la Iglesia con falsas doctrinas y con violencia, y su malicia será tan superfina que tendrán éxito con su astucia e hipocresía en engañar a muchos de los buenos y atraerlos a sí.No sólo las comunidades religiosas, sino también buenos seglares, tendrán confiscadas sus propiedades. Muchos de los nobles serán arrojados a prisión. Un espíritu anárquico y democrático de desorden reinará supremo por toda Europa. Habrá una subversión general, y la paz no será restaurada hasta que la flor blanca, esto es, el lirio de los descendientes de San Luis, haya tomado posesión del trono de Francia.Habrá una gran confusión de pueblo contra pueblo, y naciones contra naciones, para exterminarse unos a otros, entre choques de armas y golpes de tambores. Los rusos y prusianos vendrán a hacer la guerra en Italia. Profanarán muchas iglesias, y las volverán establos para sus caballos. Los rusos serán amonestados por el Pontífice y se volverán más humanos hacia los católicos; y al final los turcos se volverán a la fe.Al Anticristo lo precederán hambrunas y terremotos.Muchas terribles calamidades acaecerán sobre Italia. Los sacerdotes y religiosos serán descuartizados como ganado en el matadero, y la tierra, especialmente en Italia, será anegada con su sangre.El Pontífice Supremo será despojado del dominio temporal, y llamado solamente Obispo de Roma. Esto tendrá lugar en Italia, donde habrá muchas marchas durante una muy sangrienta guerra movida a la religión.La persecución en Italia comenzará por la supresión de los jesuitas, que resurgirán nuevamente; luego serán suprimidos una última vez, para nunca más resurgir.Durante una fuerte tormenta contra la Iglesia, todas las órdenes religiosas serán abolidas, salvo dos, a saber, los capuchinos y los dominicos, junto con los hospitalarios, que recibirán a los piadosos peregrinos, que, en grandes números, irán a visitar y venerar los muchos mártires en Italia, asesinados durante la persecución.No todos los religiosos perseverarán en la fe. Muchos de los que permanecerán fieles serán crucificados en el monte Olivete, junto con otros que buscarán refugio en el monasterio. Los confesores de Cristo en estos momentos serán confortados por piadosos y doctos sacerdotes, particularmente de la orden de Santo Domingo.Algunos obispos defeccionarán de la fe, pero muchos más permanecerán firmes y sufrirán mucho por la Iglesia, aunque muchos protestantes darán consuelo a los hijos de Dios convirtiéndose a la Iglesia Católica. La misma Inglaterra dará un gran espectáculo convirtiéndose a la unidad.Austria, Prusia y Rusia se aliarán para convertir y subyugar a los rebeldes. Prusia (¿Rusia?) se convertirá a la Fe Católica. La Iglesia, purgada en persecuciones, se levantará nuevamente más hermosa. Los fieles serán reducidos en número, pero serán más fervorosos que antes».
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)