San Germán José nació en Colonia (Alemania) del conde Lotario de Meer e Hildegunda, nobles pero pobres, en el año 1151. Muy joven entró al convento de los premonstratenses en Steinfeld, siendo enviado luego a estudiar a Mariëngaarde en Hallum (Frisia). Antes de ordenarse sacerdote fue sacristán, y no hubiera podido desear nada mejor pues así podía estar todo el día cerca del Santísimo Sacramento.
Ya sacerdote, le encargaron dirigir varios conventos de monjas contemplativas y compuso para ellas varios tratados de piedad. En cuanto a sus propias experiencias espirituales, escribió, como tantos otros místicos, un comentario del Cantar de los Cantares. Se le atribuye el himno “Summi Regis Cor, avéto”, primer himno al Sagrado Corazón de Jesús.
Sufría continuos dolores de cabeza que se redoblaban con violencia durante las solemnidades litúrgicas. Esto lo llevaba a decir «conozco a uno que no está de fiesta los días de fiesta». A pesar de esta enfermedad y de muchas otras, vivió hasta la edad de noventa años.
Desde niño, siempre tuvo una devoción muy especial a la Santísima Virgen, y su vida estuvo llena de visiones y éxtasis.
Estando en el monasterio de las monjas de Hoven, cerca a Zülpich, para presidir los oficios de la Semana Santa, le alcanzó la muerte, el 4 de abril de 1241. El cuerpo fue enterrado provisionalmente allí mismo, hasta el martes posterior a Pentecostés del mismo año, 24 de mayo, en que las reliquias fueron trasladadas solemnemente a Steinfeld. Y si bien tuvo mucha veneración, el proceso de canonización inició apenas en 1626 a instancias del arzobispo Fernando de Colonia y el sacro emperador Fernando II. Benedicto XIII confirmó su culto en 1728, al dedicarle un altar en el Colegio Romano de los premonstratenses; y el 11 de Agosto de 1958, a petición de los salvatorianos, Pío XII confirmó su culto con canonización equivalente. La archidiócesis de Colonia lo celebra el 21 de Mayo, y la orden premonstratense el 8 del mismo mes.
ORACIÓN (Del Misal Premonstratense).
Oh Dios, que desde la infancia prefiguraste al bienaventurado Germán José, tu confesor, con la dulcedumbre de tus bendiciones: concédenos, te suplicamos, que siguiendo las huellas de su vida inocente y santa, lleguemos con seguridad a la patria celestial, en la que él se regocija gloriosamente. Por J. C. N. S. Amén.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)