«Sabido es que el cristianismo se resume en el gran Mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios de todo corazón... y al prójimo como a tí mismo”.
Amar significa buscar el bien de aquellos a quienes amamos. El hombre debe, entonces, buscar primero el bien de Dios y después el bien del hombre. El bien de Dios es que su nombre sea bendecido y glorificado en los hechos por el cumplimiento de su ley. El bien del hombre es que le sean reconocidos todos los derechos que buscan al logro de su bienestar eterno y temporal.
Si es así, faltaría al mandamiento del Amor aquel padre que no reprimiera a su hijo que viola los derechos de Dios o los derechos de su Madre. No cumpliría con la caridad el padre que no castiga, si es necesario, al hijo que no respeta a su madre o que maltrata a sus hermanos. No cumple con la caridad el gobernante que no cuida los intereses de la patria o que no previene y castiga los atropellos de los malos ciudadanos.
Caridad no es sentimentalismo que consiente todos los errores y atropellos de los demás. Caridad es procurar eficazmente el bien real (eterno y temporal) de los demás y odiar en todo momento el mal».
PADRE JULIO MEINVIELLE Y CANALE. El judío en el misterio de la Historia, Epílogo.
Gracias, lo voy a imprimir y a dárselo a un cura que habla todo el día del amor. Pero siempre asocia esa palabra con el servicio o con darse al "otro" y se olvida de las vírgenes prudentes no compartieron el aceite con las imprudentes.
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