Traducción del artículo publicado en TENETE TRADITIONES (Polonia) - Aclarado el sentido en algunos lugares.
Hoy, 7 de Agosto de 2016 AD., en la verdadera Iglesia Católica celebramos el Domingo XII después de Pentecostés y la conmemoración de San Cayetano, confesor. Algunos, sin embargo, están intentando esparcir una falsa devoción que no está aprobada por la Santa Iglesia, nominativamente la “celebración de Dios Padre”. En Polonia, los simpatizantes del presbítero Piotr Natanek [58, instalado presbítero el 19 de Mayo de 1985 por el arzobispo conciliar de Cracovia Franciszek Antoni Macharski Pec, y suspendido el 20 de Julio de 2011 por Stanisław Jan Dziwisz Bielarczyk, sucesor de aquél] son los promotores especiales de esta “celebración”. Pero no solo, por hoy, el horror se podía ver en las redes sociales, propagando estas tonterías incluso por personas que se consideran Católicos tradicionales. Se despierta un asombro particular, ya que parece que los autoproclamados “tradicionalistas” asociados con los post-Indulto o la Neo-FSSPX están muy apegados a cuidar incluso las rúbricas litúrgicas, y a menudo le dan gran importancia a los pequeños detalles.
Pero esto es un asunto secundario, porque lo más importante es cómo conocemos la doctrina. Bueno, este culto viene de las supuestas “revelaciones” de cierta Sor Eugenia Ravasio Magni (1907-1990), la supuesta “revelación” que ella recibió en 1932 [1 de Julio y 12 de Agosto]. En 1935 se estableció una comisión a nivel diocesano para examinar su autenticidad [comisión conformada por el vicario diocesano de Grenoble mons. Émile Guerry –director espiritual de Eugenia, luego obispo coadjutor de Cambrai–, los hermanos Albert y Auguste Valencin SJ y dos médicos –uno de ellos siquiatra–]. Primero, la comisión fue muy crítica y consideró que las alegadas “revelaciones” eran heréticas. Ese mismo año, ella fue a un hospital siquiátrico para mujeres, a fin de examinar si no estaba mentalmente enferma, y entonces la comisión le impuso una pena canónica, en la forma de transferencia a otra casa religiosa. Sin embargo, el obispo del lugar [Alexandre Caillot, de Grenoble] se mostró favorable, y diez años después la comisión tomó una decisión positiva, y toda la documentación fue transferida a Roma. Allí, sin embargo, nadie estuvo tan a favor de las supuestas “revelaciones”. S. E. Pietro Fumasoni Card. Biondi, Prefecto de la Congregación para la Propagación de la Fe, durante una reunión con Sor Ravasio, decidió prohibirle completamente hablar sobre las supuestas “revelaciones”, prohibir la celebración de la “fiesta de Dios Padre”, y abolir todas las formas de culto establecidas en conexidad con las alegadas “revelaciones” de Sor Ravasio. Debe ser mencionado que Sor Ravasio junto con su madre superiora, Luisa (Marie-Louise Potiron), introdujeron en 1936 y celebraron esta fiesta ilegalmente en la orden por tres años, sin el consentimiento de Roma, lo que es una seria ofensa contra el derecho canónico y un acto de desobediencia. Luego de un tiempo, la madre Eugenia (ya como nueva superiora general de la orden, tras la muerte de la madre Luisa) es llamada a Roma por el Santo Oficio. Se recordó y mantuvo la prohibición de hablar de Dios Padre y esparcir su devoción. Se prohibió guardar incluso una línea de lo que ella escribió, bajo pena de excomunión. En adelante, ella no podía hablar de eso a su confesor o al director espiritual, al cual debía evitar en adelante. Luego fue convocada por la Congregación para la Propagación de la Fe, que le ordenó que firmara inmediatamente su renuncia al cargo de Superiora General. Privada de todas las funciones, fue al convento en Marino, y luego a Palermo, donde el confesor de la comunidad le ordeno quemar todos los escritos sobre “Dios Padre”. Entonces es enviada a los Países Bajos, donde fue liberada de su desposorio religioso en el Instituto de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles, y se le ordenó crear una nueva congregación. Con todo, por fuentes desconocidas, la señora Ravasio (que entonces no era una monja en el sentido canónico de la palabra), reunió dinero para adquirir 5 hectáreas de tierra en Anzio (sur de Italia), donde, con ayuda de amigos de Francia y Palermo, intentó establecer un monasterio [Asociación Misionera “Únitas in Christo ad Patrem”] sin el consentimiento del Papa. Como podéis ver, ella ignoró completamente la condena de sus “obras” por la Santa Iglesia, y continuó trabajando en oposición a ella... Esta situación sólo cambió después del Vaticano II, cuando los modernistas comenzaron a aceptar todas las novedades... Elisabetta Ana (porque ese era su nombre seglar) Ravasio murió en 1990; un año antes, el obispo modernista de la secta Novus Ordo Petrus Canisius Jean van Lierde OSA [Obispo titular de Porfirión –actual Jiyé, Líbano–, Vicario General para el Estado de la Ciudad del Vaticano y Sacristán del Palacio Apostólico] otorgó un “imprimátur” para su obra infortunada... Eso es todo sobre la vida de cierta Eugenia Ravasio.
Como las apariciones mismas, hay una profunda soberbia, quizá igual solamente a la alabanza de Sor Faustina Kowalska por la falsa misericordia, al afirmar que el mismo Dios Padre se le aparecía a alguien. Nadie en la historia del mundo ha visto a Dios cara a cara. Dios mismo se reveló solamente a Moisés, no directamente, sino bajo el velo de la zarza ardiente. ¿Cómo puede uno pensar siquiera que Aquél ante cuya Majestad los Ángeles ocultan su rostro se muestre a Sí mismo a un hombre ordinario? Ninguno de los Profetas del Antiguo Testamento vio a Dios directamente, Él siempre le enviaba su mensaje por medio de los Ángeles y Arcángeles. En tiempos de Cristo, Dios habló dos veces a la gente, durante el Bautismo del Señor y por medio de la Transfiguración, pero nunca se mostró a Sí mismo. También durante 2000 años de existencia de la Iglesia, Dios ha hablado a muchas almas santas en revelaciones privadas (oficialmente aprobadas por la Iglesia) por medio de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (Jesucristo), quien es igual al Padre en la Divinidad pero menor en la humanidad, la Santísima Virgen María, Ángeles y Santos. Sin embargo, nunca directamente. Es imposible que súbitamente haya una excepción, y que súbitamente Dios cambie sus costumbres tan completamente, e inmediatamente se aparezca a su criatura...
Después de todo, como dice la Santa Biblia: “Por sus frutos los conoceréis”. ¿Cuáles son los frutos del supuesto “culto a Dios Padre” que viene de estas “revelaciones”? Bueno, varios tipos de sectas post-católicas, como la del presbítero Natanek, etc., creen en una variedad de contemporáneos e interminables “mensajes” que diferentes “místicos” reciben de “Dios Padre”... Cuánto hay sobre distintos “mensajes” bizarros propagados por la Internet, en varios sitios web que a menudo están en conflicto total con el Magisterio antiguo de la Iglesia. Por supuesto, sabemos perfectamente que esas son cosas satánicas. Sin embargo, hay un gran grupo de personas que creen en eso... Aquí se ve mejor que este “culto” no da ningún fruto bueno, es decir, viene del diablo, y no de Dios. En la tradición Católica, nunca ha habido un hábito de adorar individualmente a las personas de la Santísima Trinidad, o de los atributos de Dios. La Santísima Trinidad es una, dice el Dogma de nuestra fe, que hay un solo Dios, no tres dioses... No necesitamos la “celebración de Dios Padre” en la Santa Iglesia, la “solemnidad de Jesucristo” o “las celebraciones del Espíritu Santo”. Tenemos la Fiesta de la Santísima Trinidad, en la cual adoramos a nuestro Dios, y fiestas en honor de Cristo, relacionadas a los gloriosos eventos de Su vida en la tierra, y Pentecostés, la fiesta conmemorando la Venida del Espíritu Santo. Similarmente, con las Fiestas de la Santísima Virgen María o los Santos. Incluso en la tradición oriental bizantina, donde hybo un mayor culto de los atributos de Dios, por ejemplo la “Sabiduría de Dios” (Basílica de Hagia Sophia [Sabiduría de Dios] en Constantinopla), nunca hubo una “fiesta de Dios Padre”. Esto es completamente desconocido e inaudito en la Cristiandad. Es por eso que la Iglesia Catòlica nunca ha habido, nunca hay ni habrá “Santa Divina Misericordia”, “Santa Divina Providencia” o “Santo Dios Padre”...
Esto no significa, sin embargo, que el culto a Dios deba ser criticado o condenado en un todo, todo lo contrario. La Santa Iglesia, en todas sus oraciones litúrgicas, se dirige a Dios Padre, pero casi siempre por medio de la Santísima Virgen María o los Santos del Señor, y siempre por Jesucristo Nuestro Señor, nunca directamente. También, en cuanto concierne a la imagen de Dios Padre, es lo más apropiado sostener y adorar tal imagen, sin embargo solo en la forma en que la Santa Iglesia siempre lo ha hecho y propagado. Un ejemplo puede ser la famosa imagen milagrosa de Dios Padre, proveniente de las Tierras fronterizas del Este [en polaco Kresy Wschodnie, los antiguos territorios orientales polacos, que fueron anexados por la URSS tras la Segunda Guerra Mundial], y ahora en la capila del Instituto para el Cuidado y Tratamiento de los Enfermos Crónicos en Kielce. Esta imagen, otras similares, e himnos e invocaciones tradicionales como el Te Deum Laudámus o “Santo es Dios, Santo fuerte”, y numerosos cánticos eclesiásticos piadosos tradicionales en honor a Dios Padre, son un ejemplo de un culto Católico saludable, que por siglos ha sido conocido en el mundo Católico. Aquellos que intenten introducir algo nuevo, contrario a la antigua Tradición y claramente condenado por el Santo Oficio, pecan mortalmente de soberbia, poniendo su propia opinión por encima del juicio de la Iglesia de Dios. Dios no estableció su Iglesia para esto, para que algo pueda establecerse contra ella o sin su aprobación canónica. Solamente el Romano Pontífice puede establecer una nueva fiesta o aprobar revelaciones privadas. Aquellas que no son aprobadas deberían ser estrictamente evitadas como potenciales amateurs satánicos. Especialmente cuando vemos tales “frutos” espantosos resultantes de ellos. En estos tiempos cuando no tenemos Papa desde 1958.
Que Dios tenga misericordia de aquellos que pecan de soberbia rechazando los juicios de Su Santa Iglesia, y nos dé siempre la luz de la razón, para que podamos evaluar claramente a la luz del Magisterio lo que es Verdad y lo que es un error, y no seamos atormentados por algún engaño satánico.
Michał Mikłaszewski
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