Tomadas del Missále juxta Ritum Sacri Órdinis Prædicatórum.
1º DE DIGNITÁTE SACERDÓTIS (San Agustín)
LATÍN: O veneránda
Sacerdótum dígnitas, in quórum mánibus Dei Fílius, velut in útero
Vírginis, incarnátur! O felíces Sacerdótes, si sacerdátaliter vixéritis!
O cœléste mystérium, quod per vos Pater, et Fílius, et Spíritus Sanctus
tam mirabíliter operántur, sub tam ineffábili ministério vestro: quod
uno eodémque moménto idem Deus, qui prǽsidet in Cœlo, in mánibus vestris
est in sacrifício! Cœlum mirátur, horréscit Inférnus, contremíscit
diábolus, reverétur quam plúrimum Angélica celsitúdo. Quid retríbuam
Dómino (ut táceam de céteris) pro his, quæ retríbuit mihi, pro tam
singulári dono sacrifícii mihi impénso, quod est datum óptimum, et omne
donum perféctum? O venerabílium sanctitúdo mánuum! O felix exercítium,
ubi tractat Sacérdos Christum Dei Fílium, cujus delíciæ sunt esse cum
fíliis hóminum! O Sacerdótes! atténdite: major est dígnitas vobis
colláta, quam Ángelis, qui adórant quod vos confícitis, quod nec ipsi
confícere possunt. O altitúdo sapiéntiæ Dei! O ineffábilis cleméntia
Salvatóris! Quod datum non est Ángelis, concéssum est hómini. Sacérdos
hoc Sacraméntum ineffábile cónficit: Ángelus conficiénti, quasi fámulus,
assístit. O quam venerábile, quam gloriósum, quam insígne fuit apud
antíquos nomen Sacerdótis! Sed hódie, quid abjéctius, aut quid vílius? O
Sacerdótes! si ánima cujúslibet justi sedes Dei est; multo magis sedes,
et templum Dei esse debétis mundum et immaculátum. Si beátus est
venter, qui novem ménsibus Christum portávit, ita, et si non tantum,
tamen beáta debent esse corda vestra, in quíbus quotídie elégit sibi
hospítium Fílius Dei. Si beáta sunt úbera, quæ párvulus suxit; ita debet
eum esse beátum, qui Carnem ejus sumit, et Sánguinem sugit. Carnes ergo
vestras cum timóre ejus confígite; et vobis diligénter providéte, ne
lingua, quæ vocat de cœlo Fílium Dei, contra Dóminum loquátur; et ne
manus, quæ intingúntur Sánguine Christi, polluántur sánguine peccáti.
TRADUCCIÓN:
¡Oh venerable dignidad del Sacerdote, en cuyas manos el Hijo de Dios,
como en el vientre de la Virgen, se encarna! ¡Oh felices Sacerdotes, si
viviéreis sacerdotalmente! ¡Oh celestial misterio, que por vosotros el
Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo obran tan admirablemente, bajo tan
inefable ministerio vuestro: que en uno y mismo momento el mismo Dios,
que preside en el Cielo, esté en vuestras manos en el sacrificio! Se
admira el Cielo, se horroriza el Infierno, tiembla el diablo, y
reverencian la multitud de celsitudes angélicas. ¿Cómo retribuiré al
Señor (para callar lo demás) por esto, que me ha dado, por recibir tan
singular don de mi sacrificio, al que es dádiva excelente, y todo don
perfecto? ¡Oh venerable santidad de las manos! ¡Oh feliz ejercicio,
donde el Sacerdote trata a Cristo, Hijo de Dios, cuyas delicias son
estar entre los hijos de los hombres! Atended, ¡oh Sacerdotes!: mayor es
la dignidad que se ha colado a vosotros que la de los Ángeles, que
adoran al que vosotros confeccionáis, que ellos no pueden hacer. ¡Oh
altitud de la sabiduría de Dios! ¡Oh inefable clemencia del Salvador! Lo
que no es dado a los Ángeles, es concedido a los hombres. El Sacerdote
confecciona este Sacramento inefable: Los Ángeles conficienti, como
siervos, asisten. ¡Oh cuán venerable, cuán glorioso, cuán insigne fue
entre los antiguos el nombre de Sacerdote! Mas hoy, ¿qué abyecto, o qué
vil? ¡Oh Sacerdotes!, si el alma del justo es la sede de Dios, mucho más
la sede y templo de Dios debe estar limpia e inmaculada. Si
bienaventurado es el vientre que llevó a Cristo por nueve meses,
también, incluso si no tanto, deben ser bienaventurados vuestros
corazones, en los cuales el Hijo de Dios elige hospedarse cada día. Si
bienaventurados son los pechos que lo amamantaron de niño, así también
deben ser bienaventurados los que comen su Carne y beben su Sangre.
Traspasad pues vuestras carnes con su temor; y proveeros diligentemente,
para que la lengua, que llama del Cielo al Hijo de Dios, no hable
contra el Señor; y las manos, que se intintan con la Sangre de Cristo,
no se manchen con la sangre de los pecados.
2º QUAM GRÁVITER PECCAT SACÉRDOS SUSCÍPENS CORPUS CHRISTI IN PECCÁTO (San Ambrosio y San Agustín)
LATÍN: Sanctus Ambrósius: Qui indígne Christum sumit, idem est, ac si eum
interfíciat. Et sanctus Augustínus: Magis peccant, qui Christum tradunt
peccatrícibus membris, quam qui tradidérunt eum Judǽis crucifigéndum.
Sicut enim Judas trádidit Christum indígne persecutóribus; sic sumens
Corpus Christi indígne, judícium sibi mandúcat, et bibit, non dijúdicans
Corpus Dómini, ut ínquit Apostólus; et talis tradit Christum, quantum
in se est, dæmónibus, dum ponit eum in loco, qui est in potestáte dǽmonum.
Malus enim Sacérdos símilis est ipsis Dathan et Ábiron, quos divína
últio præcipitávit in inférnum. Simíliter Nadab et Ábiu in thuríbulo
ignem posuérunt aliénum, et ab igne consúmpti sunt; sic mali Sacerdótes
ignem luxúriæ et cupiditátis in sui cordis thuríbulo ponéntes, ab igne
infernáli fináliter succendántur. Mali Sacerdótes étiam sunt Antíocho
símiles, qui templum Dómini violávit, et vasa templi in usus profános
convértit; tandem vérmibus consúmptus péssima morte intériit. Sic mali
Sacerdótes templum Dómini, id est, consciéntias próprias (I ad Cor., 3:
«Templum Dei sanctum est, quod estis vos») viólant, malum exémplum dando
láicis. Incéndunt per luxúriam, spóliant per virtútum expulsiónem; et
vasa templi, id est, intelléctum, memóriam, et voluntátem convértunt in
profános usus, dum his abutúntur; et in peccatórum abýssum seípsos præcípitant. Quid Antíocho accíderit, sæpe consideráre debent.
TRADUCCIÓN: San Ambrosio: Quien come indignamente a Cristo, es igual a si lo matara.
Y San Agustín: Más peca el que entrega a Cristo a miembros pecadores,
que quienes lo entregaron a los judíos para crucificarlo. Así como Judas
entregó a Cristo a perseguidores indignos; así tambien quien come
indignamente el Cuerpo de Cristo, come y bebe su juicio, al no discernir
el Cuerpo del Señor, como dice el Apóstol, y tal entrega a Cristo, en
cuanto está en sí, a los demonios, al ponerlo en el lugar que está en
potestad de los demonios. El mal Sacerdote es similar a Datán y Abirón, a
quienes la venganza divina precipitó en el Infierno. Similares a Nadab y
Abiú, que pusieron fuego extraño en sus turíbulos y fueron consumidos
por el fuego, así los malos Sacerdotes ponen en el turíbulo de sus
corazones el fuego de la lujuria y la codicia, para finalmente arder en
las llamas infernales. Los malos Sacerdotes son también semejantes a
Antíoco, que violó el templo del Señor, y convirtió para usos profanos
los vasos del templo, y acabó con pésima muerte devorado por los
gusanos. Así los malos Sacerdotes violan el templo del Señor, esto es,
sus propias conciencias (I Cor. 3:
«El templo de Dios, que sois vosotros, santo es»), dando mal ejemplo a
los laicos. Incendian por la lujuria, expolian por la expulsión de las
virtudes; y vuelven a usos profanos los vasos del templo, esto es, el
entendimiento, la memoria y la voluntad, al abusar de ellos; y se
precipitan a sí mismos en el abismo de los pecados. Lo que a Antíoco le
sucedió, deben considerar con frecuencia.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)