«¡Gran confianza! Pedro era un pescador, no era un hombre rico, se ganaba el sustento con sus manos y su arte: pero habla con seguridad: “Nosotros lo hemos dejado todo”. Y dado que no solo basta dejar, agrega lo que es perfecto: “Y Te hemos seguido. Hemos hecho lo que nos has mandado: ¿qué recompensa, pues, nos darás?”. “Pero Jesús le dice: En verdad os digo, que vosotros que me habéis seguido, en el día de la Regeneración cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, también os sentaréis vosotros sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel”. No ha dicho: “Vosotros que lo habéis dejado todo”; de hecho esto también lo hizo Crates el filósofo, y otros muchos han despreciado las riquezas: sino, “Vosotros que me habéis seguido”, lo que es propio de los Apóstoles y de los creyentes. En la regeneración, cuando el Hijo del hombre se sentará en el trono de su majestad, cuando también los muertos se levantarán incorruptos de la corrupción, os sentaréis también sobre los tronos de los jueces, condenando las doce tribus de Israel: porque, mientras vosotros habéis creído, ellas no han querido creer. “Y cualquiera que haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, esposa, hijos o tierras en mi nombre recibirá el ciento por uno y poseerá la vida eterna”. Este pasaje coincide con aquell otra otra palabra del Salvador: “No he venido a traer la paz, sino la espada. He venido, en verdad, a separar al hombre de su padre, y la madre de su hija, y la nuera de la suegra: y los enemigos del hombre serán los de su propia casa”. Por tanto, aquellos que por la fe de Cristo y por la predicación del Evangelio, hayan despreciado todos los afectos, y las riquezas y los placeres del mundo, estos recibirán el céntuplo y poseerán la vida eterna. Tomando ocasión de esta frase, algunos introducen los mil años después de la resurrección, diciendo que entonces nos serán restituidos el céntuplo de todas las cosas que hemos dejado, y la vida eterna, no comprendiendo que si en otras cosas la recompensa es digna, en cuanto a las mujeres parecería una cosa vergonzosa si quien ha dejado una sola mujer por el Señor vaya a recibir cien en el futuro. Por lo tanto, el sentido es este: El que haya dejado las cosas carnales por el Salvador, recibirá las cosas espirituales, las cuales, por confrontación y por su valor, serán como si el número centenario fuese comparado a un pequeño número».
SAN JERÓNIMO, Comentario sobre San Mateo XIX, 27-29 (en Migne, Patrología Latína XXVI, cols. 138-139).
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)