Adaptación de la Novena publicada por el padre Calixto Soto de la Virgen de los Dolores Sch. P., publicada en Madrid por la imprenta de Antonio Pérez Dubrull en 1890, con licencia eclesiástica. Los Gozos, traducidos y adaptados del catalán, son de la autoría del padre Tomás Viñas de San Miguel y Sala Sch. P.
NOVENA A SAN POMPILIO MARÍA PIRROTI DE SAN NICOLÁS, SACERDOTE DE LAS ESCUELAS PÍAS
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y digno de ser amado sobre todas las cosas, me pesa en el alma de haberos ofendido, y propongo firmemente la enmienda, ofreciendo confesarme y apartarme de las ocasiones de ofenderos, y espero me perdonareis por los infinitos méritos de vuestra preciosa Sangre, dándome auxilios para perseverar en gracia hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Omnipotente y Sempiterno Dios, postrado ante vuestra soberana Majestad, adoro vuestro Santo Nombre, y deseo y quiero santifiquen con alabanzas de mi lengua, con los afectos de mi corazón y con todas las buenas obras de mi vida, como le santificó con las admirables virtudes de su vida vuestro siervo y mi glorioso protector San Pompilio María. Por eso Vos le habéis honrado en vida con admirables dones sobrenaturales, hecho participante de la gloria de vuestros Santos en el cielo y de los cultos públicos de la Iglesia. ¡Bendita sea, oh Dios, vuestra bondad con vuestros servidores! Presentándole a nuestra veneración, queréis que imitemos sus heroicas virtudes para santificaros y santificarnos, y esto es lo que nos proponemos en esta novena con vuestra ayuda, nos ofrecéis en el un gran protector para con vuestra Majestad, que nos consiga vuestras gracias y bendiciones, y el remedio de nuestras necesidades espirituales y temporales. Confiado en vuestra infinita bondad y su poderosa protección, os presento las mías y las de todos mis prójimos, y os pido las gracias y virtudes que necesitamos para serviros en esta vida y gozaros en la eterna. Amén.
ORACIÓN A SAN POMPILIO PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh bienaventurado Padre y Protector mío Pompilio María, siervo bueno y fiel, amado de Dios y de los hombres! Gózome de que tu memoria sea para bendición de la tierra y para gloria del Cielo. Todos tus devotos celebramos con la Santa Iglesia tu exaltación a los honores públicos, y esperamos de tu gran caridad y gran valimiento con Dios, gracias y favores tales que te hagan cada día más acreedor a nuestro amor, agradecimiento y veneración, y a los cultos de todos los fieles. Manifiesta pues, ¡Oh abogado mío! tu gran caridad para conmigo y para con todos tus devotos, alcanzándonos del Señor, fortaleza para imitar tus virtudes, remedio a las necesidades que te presentamos, y la gracia especial de esta novena, si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
Se hace la petición y se rezan tres Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
DÍA PRIMERO – 6 DE JULIO
ORACIÓN
Oh amantísimo Padre y Protector mío Pompilio María, a ti con propiedad convienen las palabras del Espíritu Santo: «Bienaventurado el varón que se halló sin mancha, ¿quién es este y le alabaremos?», a ti te alabamos, y primero a Dios, porque desde tus primeros pasos de la vida te previno con tanta abundancia de gracias, que dejaste ver más como hijo del nuevo Adán Jesucristo, que del antiguo, de quien heredabas con el pecado original su corrompida naturaleza. Eran tan bellas tus inclinaciones a la piedad, al culto divino, a la oración, al retiro, a las obras de misericordia, que todos admiraban en ti el poder de la gracia divina, que sabe hacer de hombres ángeles en la inocencia, de vasos de corrupción vasos de santificación y honor, inquebrantables a todos los golpes de sus enemigos. Fueron creciendo estas bellas disposiciones a la santidad conforme se iban desarrollando en tu entendimiento el conocimiento de Dios, tu Creador, Redentor y Santificador, y el conocimiento de sus obras y preceptos. El primero te mandaba amarle con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu alma amaste a Dios, y todo lo que a Él te llevaba, sin que amor contrario poseyese ni por un instante tu corazón. Amabas, porque a Dios te llevaban y con él te unían en la oración, la frecuencia de los sacramentos, el sacrificio de la misa, los otros ejercicios de culto, la devoción a tu hermosa Madre la Virgen María, el estudio, la obediencia a los padres y maestros, tales fueron las santas ocupaciones de tu niñez. ¡Dichosa niñez, siempre resplandeciente con rayos de santidad! Pero ¡ay de mí!, comparo los recuerdos de mi niñez con la tuya, y la hallo llena de imperfecciones e inclinaciones torcidas que han ido creciendo con la edad, sin el consuelo de haberlas corregido. Tú que ves mi necesidad, con la gracia de esta novena alcánzame del Señor, por la penitencia, la inocencia perdida por el pecado, y una gran fortaleza para corregir mis torcidas inclinaciones, y a todos los niños cristianos la conservación de la gracia bautismal, y mucha docilidad para seguir las buenas enseñanzas de padres y maestros, y sobre todo, las inspiraciones de Dios. Amén.
GOZOS
Pues del Cielo nos viene el auxilio
Que sostiene nuestro corazón:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Montecalvo fue dichosa
Cuando vio del día la luz
Una flor que con su perfume
Incensó su tierra hermosa;
Vos, Pompilio, sois la rosa
Que abriéndose exhala olor:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Si sois flor como fuego encendido,
Sois también lirio hermoso,
De virtud tesoro tan rico
Que Jesús, fuente de pureza
Tomando vuestro corazón, lo besa
Como a su casto amador:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Viendo del mundo la mentira,
En Cristo posó vuestra suerte;
Como bajel que busca puerto,
Buscáis vos la verdadera vida,
Donde el buen Jesús os llama
Para donaros su amor:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Apenas sabéis que tremola
San José de Calasanz,
Para enseñar a chicos y grandes
El pendón de la Pía Escuela,
Vuestro ser celoso vuela
Para sembrar santa levadura:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Enseñando virtud y ciencia
A los niños, amados de Dios,
En su corazón plantáis la cruz
Que es fuente de fe y de inocencia;
Bastante os agradó la dulce esencia
Del joven que es puro de corazón:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
El gran celo que en vos domina
Os lleva a hacer caridad,
Predicando pobre y de grado
De Jesús la sagrada doctrina;
Vuestra voz toda divina
¡Qué da al pecho fervor!:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
«Sois, María, hermosa y pura»,
Cien mil veces repetís,
En su corazón nido os hacéis,
¡Nido de Madre! ¡Qué dulzura!
Os saluda de ventura
La que es Madre del Señor:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Serafín os hace el Santuario
Del Santísimo Sacramento,
Cantando vos a tal portento
Que Belén y Monte Calvario
Compendia en el Sagrario,
Vida y muerte del Redentor:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Por las almas camináis
Fervoroso a suplicar,
Rezando en la triste fosa
Su padecer devoto disminuís,
Con mucho contento escucháis
De huesos secos el grato murmullo:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Si llorosos pan os demandan,
Pan donáis, que Dios nos dio,
Las madres sus hijos
Enfermos os recomiendan,
Y curados ya, os adornan
Ricas perlas de loor:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Curáis toda enfermedad,
Peste y hambre, azotes del cuerpo,
A las ánimas socorros
Dais para bien hacer su camino;
Y finos dones de profecía
Acrecientan vuestra grandeza:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Honra vuestra imagen la Escuela Pía
Y la Iglesia universal;
Sean nuestras preces justas,
Y cada uno será un ramillete
Que con hermosas flores adorna
El jardín del Salvador:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
Pues del Cielo nos viene el auxilio
Que sostiene nuestro corazón:
Suplicad del cielo, Pompilio,
Para nosotros el favor.
℣. Ruega por nosotros, San Pompilio María.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, verdadero ejemplar de humildad, que hicisteis al bienaventurado San Pompilio María glorioso imitador vuestro en la educación de los jóvenes y la evangelización de los pobres: concedednos os suplicamos, que siguiendo sus huellas consigamos los premios eternos. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 7 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh glorioso Padre y Protector mío Pompilio María! El Espíritu Santo te quería todo para sí, y por eso te llamaba el retiro de la oración para hablarte al corazón. En esta divina escuela aprendiste que Dios, y solo Dios, debe ser el centro de todas nuestras aspiraciones en la vida presente, como lo ha de ser de nuestro último fin y felicidad en la eterna. Los momentáneos placeres que el mundo te ofrecía, sus bienes caducos, las ocupaciones terrenas, las miraste siempre como indignas de un alma que solo debe aspirar a la posesión de Dios, en quien solo se halla contento y felicidad. Llegaste a la edad de tomar estado, miraste este negocio como decisivo de tu futura suerte, y con fervoroso espíritu te dedicaste a buscar en la oración la inspiración divina, a consultar a los confesores y directores espirituales, puestos por Dios para gobernar las almas, su voz unánime te llevaba al estado religioso como más a propósito para satisfacer tus deseos de santificación, y tomaste la resolución irrevocable de abrazarlo. Encuentras oposición en tus queridos padres y parientes que tenían todas sus delicias en tu compañía, pero el Espíritu Santo te recuerda aquella sentencia de Jesucristo: «El que ama a su padre o madre, más que a mí, no es digno de mí» (Mat. 10, 37) y te resolviste a dejarlos y a romper con todo el mundo, y te retiraste a dejarlos y a romper con el mundo, y te retiraste a la religión de las Escuelas Pías que te ofrecía campo vasto a tu santificación. ¡Oh caritativo Padre mío!, compadécete de tantos jóvenes de ambos sexos que, llevados de una ciega pasión, se arrojan a tomar estado contra la voluntad de Dios. Obtén del Señor para tus devotos la gracia de no errar en negocio tan interesante a su salvación, y no errarán si a tu ejemplo, en el secreto de la oración y en el silencio de las pasiones, oyen y siguen la inspiración divina. Y a los que ya han elegido estado, consígueles la gracia de que cumplan con fidelidad todas sus obligaciones, sean preferidos en tu amor e intercesión todos tus hermanos de profesión. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 8 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh bendito protector mío Pompilio María! Tus ardientes deseos al elegir el estado religioso eran los de santificarte más y más por la guarda de sus votos y reglas, y contribuir a la salvación de tus prójimos. La obligación de enseñanza de niños que profesa la religión de las Escuelas Pías, sin perjuicio de los otros ministerios sacerdotales, te agradó mucho porque te ofrecía un campo fecundo de medios a tus aspiraciones, y la elegiste como preferencia. Con tu espíritu profético comprendiste cuántas almas podías santificar por la diaria enseñanza de la piedad y de las letras, cuántas conservar en la inocencia bautismal y santo temor de Dios, liberándolas de la funesta caída del pecado. ¡Oh qué bien tan grande! Te regocijabas de que por tan santa, aunque penosa misión, podías dar a la Iglesia celosos sacerdotes, al Estado buenos padres de familia que le santificasen, y al cielo innumerables pobladores. ¡Qué perspectiva tan agradable! ¡Qué frutos de salvación tan copiosos te prometías! Te animaba a tan piadosa misión aquella tierna y conmovedora escena del Santo Evangelio en que Jesucristo, el Divino Maestro, con grande efusión de su alma, abrazaba y bendecía a los niños que se le acercaban, reprendiendo a los Apóstoles porque se lo estorbaban, viendo en su inocencia los futuros pobladores del cielo, y asegurándonos que quien recibiere un párvulo en su nombre, a Él recibía, y el que hiciere y enseñare, sería grande en el reino de los cielos. ¡Magnífica promesa!, que se conforma con esta obra del Espíritu Santo: «los que enseñan a muchos para que vivan justamente, brillarán como estrellas en perpetuas eternidades». ¡Dichosos mil veces los que tal y tan santa ocupación abrazan y cumplen fielmente! Dichoso tú, Padre y Protector mío Pompilio, que la has abrazado y cumplido con ardiente celo, y por eso eres ahora grande en el reino de los cielos, y brillas y brillarás como estrella muy resplandeciente. Alcanza a todos los maestros y padres de familia, verdadero celo por la salvación de los niños, infundiendo en sus tiernas almas el santo amor y temor de Dios, que, conservándolos en la inocencia, los hagan dichosos ciudadanos del cielo. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 9 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
Oh admirable Padre y Protector mío Pompilio María, gloria a Dios porque te escogió en su Iglesia para modelo de jóvenes estudiosos primero, y después, de maestros y sacerdotes. Vestiste el santo hábito del gran Padre San José de Calasanz, y en tu profesión con los otros votos, hiciste el de enseñar a los niños por amor de Jesús. Con tu perspicaz entendimiento comprendiste que Dios, que te llamaba tan temprano a trabajar en la viña de tu glorioso Padre Calasanz, te llamaba también a enriquecer tu alma de aquellos conocimientos y virtudes que después habías de comunicar a tus oyentes. También comprendiste con superior luz que cuanto fuese mayor el caudal de ciencia y virtud que recogieses, tanto mayores serían después los frutos de salvación que te prometías. Anhelando porque estos fuesen abundantísimos, te consagraste a los diversos estudios de tu carrera sacerdotal con tanto empeño y constancia, que solo los interrumpías por los ejercicios religiosos, y estos por el estudio. El mismo estudio que a otros resfría en el espíritu religioso, en ti contribuía a tu mayor santificación, porque te elevaba a contemplar a Dios, que es la fuente de todas las ciencias. En esta contemplación y escuela aprendiste verdades y conocimientos muy superiores a los de todos los libros y maestros. Lleno de esta divina ciencia y de tantos conocimientos literarios, filosóficos y teológicos, y ardiendo, por otra parte, en celo por tu aprovechamiento y salvación de las almas. ¿Qué extraño que pudieses pasar toda tu vida en un continuo ejercicio de obras de caridad, hablando a los niños, a los rústicos, a los sabios en el lenguaje y con la moción más acomodada a su inteligencia y necesidad? ¿Qué extraño que recogieses frutos de salvación tan admirables? ¡Oh protector mío! Si los jóvenes estudiantes durante sus estudios siguiesen tu ejemplo, ¡qué abundante caudal de ciencia atesorarían! ¡Cuántos méritos de vida eterna adquirirían ofreciendo a Dios su trabajo! ¡Cuántos pecados de ocio y desperdicio de tiempo evitarían!, ¡y qué óptimos frutos sacarían después de sus profesiones! Pide a Dios que les abra los ojos del alma para que vean sus intereses espirituales y temporales, e imiten tu ejemplo, y que todos aprovechemos bien el tiempo de que depende una buena o mala eternidad. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 10 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
Oh San Pompilio María, celoso operario del Padre de familia y perfecto modelo de maestros, con gran gozo de mi alma te veo dar principio a tu santo ministerio de la enseñanza de niños, que, si pasa por obscuro a los de los hombres, Jesucristo le hace grande, porque hace grandes en el reino de los cielos a los que enseñan a otros para la justicia. Por grande la tenías tú, y por eso la elegiste, y con los niños y entre los niños hallabas tus delicias, y en repartirles el pan de la inteligencia y piedad con el celo de quien hace las veces del Divino Maestro pasaste gran parte de tu vida. Te alentaba al trabajo y redoblada tu solicitud la promesa evangélica de que quien a un niño recibe y enseña en nombre de Jesús, al mismo Jesús recibe. Tu solicitud por conservar y aumentar en ellos la gracia bautismal y revestirlos de las virtudes de Jesucristo, solo era comparable con la que tenía San Pablo para formar en sus discípulos de Gálata a Jesucristo (Gal. 4) ¡Oh verdadero hijo del gran maestro José de Calasanz, gózate en esa copiosa mies de almas inocentes que recogiste para el cielo y ahora hacen tu corona de gloria! Pero tu celo apostólico no se limitaba a los estrechos límites de una escuela, buscaba auditorios numerosos y los hallaste en los pueblos y ciudades de Italia, ansiosos de oír tu palabra, que, como espada de doble filo, penetraba la división del alma, moviendo los corazones a penitencia y encendiéndolos en el fuego del amor de Dios. A tu poderosa palabra, a tus admirables ejemplos, a tu asombrosa penitencia, a tus milagros, no había pecador por obstinado que no se rindiese, pues a los resplandores que a veces salían de tu rostro, conocían que el Espíritu Santo hablaba por tu boca. Las almas que por tu predicación y por el ministerio de la confesión santificaste y llevaste al cielo fueron innumerables, y por eso te gozas ahora en tus fatigas apostólicas que tal peso de tu gloria te reporta. Haz, siervo bendito de Dios, que tu celo apostólico se comunique a todos tus hermanos y a todos los sacerdotes, para que, como luz del mundo y sal de la tierra, lleven la luz de la verdad y de sus obligaciones a los entendimientos de los fieles y con sal de la gracia de los sacramentos, su celo y fervor y buen ejemplo le hagan fácil y agradable su cumplimiento. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 11 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh admirable siervo de Dios Pompilio María! Me gozo en considerarte muy encumbrado en el cielo, porque más que muchos otros justos has descollado en la tierra por tus heroicas virtudes, las que con regocijo ensalza la Iglesia y recomienda a sus hijos para imitación. El fundamento de todas las virtudes, como lo es en todos los justos, fue la fe viva de que vive el justo. Esta luz divina tomaste por guía de toda tu vida, no solo para agradecer este don que se niega a infinitas gentes, sino también para ajustar a ella todos los actos de tu vida, persuadido de que la fe sin obras es muerta. La primera verdad que la fe te dio a conocer fue la de tu Dios Criador, Redentor y Remunerador, que por tan inestimable don no te pedía más que el que le amases con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas; y con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas le comenzaste a amar desde el principio de la vida hasta su término, aumentándose cada día esta hoguera de amor, hasta unirte con ese amor infinito de Dios que ahora gozas. Amando a Dios en tanto grado, no podías menos de amar a los hombres, hijos de Dios y redimidos con su preciosísima Sangre, y los amabas en un grado heroico, deseando dar la vida por todos y cada uno de ellos, si esto fuese necesario para su bien espiritual o temporal. De aquí ese celo ardiente, esos inmensos trabajos que te tomaste por su salvación, no viviendo para ti, sino para tus prójimos por amor de Dios. Tu fe te presentaba continuamente a Jesús y a su bendita Madre por modelos de tu vida, y todo el empeño de tu vida fue imitarlos. Ellos fueron los más pobres, los más puros, los más obedientes, los más humildes, los más mansos, los más mortificados de los hombres, y por su amor e imitación llevaste estas y todas sus demás virtudes hasta el heroísmo. ¡Oh poder de la divina gracia, hasta qué punto de santidad levantas a los que previenes con tus dulzuras y te buscan confiados en las promesas divinas! Todos los cristianos estamos obligados a obrar según la fe, pero cuán lejos estoy, ¡oh Padre y Protector mío!, de imitar la tuya en las obras y adquisición de las virtudes. Compadécete de mi tibieza, y alcánzame del Señor que aumente mi fe que le pedían sus Apóstoles, ella me haga tener siempre presente a Dios para hacer su santísima voluntad, presente sus eternos premios para buscarlos con ardor, presentes sus castigos para temerlos, y aborrecer todo pecado. Señor, grabad estas tres consideraciones en mi alma y seré santo. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 12 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh varón admirable y mi amantísimo abogado Pompilio María! Fuiste perfecto imitador del Varón de Dolores, Jesucristo, y por eso no podías menos de seguir sus pasos por el camino de la Cruz, que conduce a la cumbre de la santidad y de la gloria. Oyes al divino Maestro que te dice: «Niégate a ti mismo» y tú, su fiel seguidor, te niegas a ti mismo en todo, sin hacer en toda tu vida ninguna concesión a tu propia voluntad, a tu genio, a tu propio juicio, a ninguna torcida inclinación de la carne y amor propio, volviéndote en todo por conquistar el reino de los cielos. Oyes a San Pablo que dice: «Castigo mi cuerpo y le reduzco a servidumbre por no hacerme réprobo», y tú sigues su ejemplo, crucificas tu cuerpo y le reduces a servidumbre con sangrientas disciplinas, agudos cilicios, rigurosos ayunos y otras tantas y tan espantosas penitencias, que te hubieran acabado la vida si no hubieran sido inspiradas por el Espíritu de Dios. Tenías presente aquellas palabras del profeta: «mis ojos robaron mi alma», y para que no tuvieras que llorar tal desgracia, cerraste los tuyos y todos tu sentidos y potencias con tan fuertes candados del temor de Dios, que nunca les diste ni la más pequeña libertad. ¡Oh Santo temor de Dios, qué prodigios obras en los hombres, revestidos de carne flaca! ¡Oh piadoso abogado, qué confusión para mí tu ejemplo! Tú, inocente, haces terribles penitencias, yo, culpable, las aborrezco ¿Qué será de mí? Ya me lo dice el Divino Maestro Jesús: «si no hiciéreis penitencia, todos juntamente pereceréis». Hay, pues, que resignarse a castigar la carne rebelde y hacerse violencia para arrebatar el cielo: el auxilio divino todo lo hace fácil. Alcánzame del Señor con este auxilio, la fortaleza que para resistir a mis malas inclinaciones necesito, bien persuadido de que, si por cortos días no quiero vivir sacrificado con Cristo, viviré eternamente atormentado con el demonio, ¡no lo permitáis, Dios mío! Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 13 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Amabilísimo Salvador mío! ¡Magnífico remunerador de vuestros siervos que de todo corazón os sirven y glorifican! Nuestro grande abogado y Protector Pompilio María os amó con todas sus potencias y sentidos, y por eso le coronaste de honor y de gloria, viviendo aún en la tierra, haciéndole participante de los dones gloriosos de los bienaventurados. Dotado de la caridad, se le vio con frecuencia ya en la predicación y santo sacrificio de la Misa, ya en la oración y admirables éxtasis, despedir su rostro resplandecientes rayos de gloria. Dotado del de agilidad, se trasladaba instantáneamente de un lugar a otro, dejándose ver al mismo tiempo en ambas partes, dotado del de sutileza, entraba y salía de las habitaciones, como Vos en el Cenáculo, sin abrir puertas ni ventanas, cuando todo esto convenía para vuestra gloria y bien de sus prójimos. Concediéndole el poder de hacer milagros, se puede decir que pusisteis en sus manos las llaves de la salud y enfermedad, de la vida y de la muerte, de la abundancia y de la escasez; sujetasteis a su voluntad los elementos, los terremotos y hasta los mismos demonios, para que no hiciesen mal a vuestras criaturas. Le diste el conocimiento de las conciencias de los hombres para encaminarlas al bien, y del admirable don de profecía solo se valió para anunciar lo que convenía hacer o evitar para vuestra gloria. A esos favores se juntaban el trato íntimo que Vos, vuestra Santísima Madre, los Ángeles y los Santos teníais con Él como si fuera ya morador de los palacios celestiales. Gózate, ¡oh Padre mío Pompilio!, en esos dones que te merecieron tu fidelidad a la gracia. Alcánzame esta fidelidad, y participaré en el Cielo de esos dones de que gozan todos los bienaventurados. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 14 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días, Oración a San Pompilio y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
ORACIÓN
¡Oh glorioso abogado mío Pompilio María! El Espíritu Santo tiene por preciosa en su presencia la muerte de sus Santos. ¡Oh!, y la tuya lo fue en eminente grado por los milagros y maravillas que la acompañaron, Dios sea por ello glorificado. Toda tu vida fue una aspiración continua por la posesión de Dios cara a cara con Él es, no es enigma, y como espejo por la fe y esperanza. Incesantemente repetías con el real profeta: «Ay de mí, cuánto se prolonga mi destierro», y con el Apóstol: «Deseo verme libre de estos lazos mortales por unirme eternamente con Cristo». Alégrate Padre mío, que tu hermosa Madre viene del Cielo a anunciarte tu próxima partida para gozarte de sus brazos. ¡Oh anuncio de inmenso gozo para tu alma! Todos los días de tu vida habías trabajado como si cada uno fuese el último, pero desde este día corriste con rápido vuelo a los amorosos brazos de tu Padre Celestial, por el ejercicio de todas las virtudes para presentarte en su presencia más rico de merecimientos, y poder decir con el Apóstol: «He peleado buena batalla, he acabado mi carrera, he cumplido con fidelidad de mi ministerio, me espera la corona de justicia». Viste acercarse la fiebre precursora de la muerte, pero no por eso interrumpiste tus diarios ejercicios, ni tu ministerio sacerdotal para que, como buen soldado de Cristo, la muerte le cogiese en el campo de batalla. Así es, que, en el mismo ejercicio del confesionario, falto de fuerzas, caíste sin consentimiento. Conducido a tu pobre aposento, recibiste los últimos sacramentos de la Iglesia, y echado en el suelo (como San Francisco) entregaste tu dichosa alma en manos de tu Criador a impulso de ese fuego de Amor Divino que te devoraba, y fue como el carro de fuego del Profeta Elías, que te arrebató al cielo a ese eminente trono de gloria que posees. Gózome infinito en tu gloria, pero lloroso por tu pérdida, me veo obligado a exclamar con el Profeta Eliseo: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su conductor!». Dame tu noble espíritu, que no lo merezco, sino parte de él para imitar tus virtudes y merecer contigo alabar a Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Los Gozos y la Oración se dirán todos los días.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)