El cardenal Joseph Zen Ze-kiun SDB, de 90 años, fue arrestado el 11 de Mayo acusado de “colusión con fuerzas extranjeras” según el artículo 29 de la Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong del 30 de Junio de 2020.
Su
arresto se relacionó porque era parte del consejo de administración de
la caridad no lucrativa “Fondo de Ayuda Humanitaria 612”, que
proporcionó asistencia legal, consejería psicológica y atención médica a
los que fueron arrestados por las protestas pro-democracia en 2019. La
fundación fue disuelta por su consejo de administración en Octubre de
2021 luego que les fuera demandado en una investigación de la policía
local que informaran quiénes eran los donantes y en qué eran empleadas
estas donaciones. Además, el ex jefe ejecutivo de Hong Kong y actual
vicepresidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino,
Leung Chun-ying, señaló que la fundación usaba la cuenta bancaria de la
otrora coalición Alianza para la Verdadera Democracia para manejar más
de 200 millones de dólares de Hong Kong (25,5 millones de dólares
estadounidenses) provenientes de esas donaciones.
Con
el cardenal Zen fueron arrestados la ex diputada Cyd Ho Sau-Ian (67);
la cantante y activista hongkonesa-canadiense Denise Ho Wan-See (45); el
académico Hui Po-Keung (62); y la abogada Margaret Ng Ngoi-yee (74). A
excepción de Ho Sau-Ian (que está sentenciada por asamblea ilegal),
todos fueron liberados bajo fianza horas después por la presión
internacional, y se les prohibió abandonar Hong Kong.
Según el diario oficialista Global Times,
un portavoz de la Oficina del Comisionado del Ministerio de Relaciones
Exteriores de China en Hong Kong expresó el malestar y oposición a los
señalamientos del Departamento de Estado estadounidense, la ministra de
Exteriores canadiense Mélanie Joly y representante de la Unión Europea
para Asuntos Exteriores Josep Borrell Fontelles de que en Hong Kong se
estén persiguiendo las libertades civiles; y Zhao Lijian, el portavoz
del Ministerio de Exteriores chino, dijo en una conferencia de prensa
que «Hong Kong es una sociedad regida por la ley, ningún individuo u
organización puede estar sobre la ley, y toda actividad ilegal debe ser
castigada según la ley», y que China «se opone a cualquier acto de
mancillar el imperio de la ley en Hong Kong y la interferencia en sus
asuntos».
La Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong (oficialmente “Ley de la República Popular de China sobre Salvaguardar la Seguridad Nacional en la Región Administrativa Especial de Hong Kong”, en chino 中華 人民 共和國 香港 特別 行政區 維護 國家 安全 法/Zhōnghuá rénmín gònghéguó xiānggǎng tèbié xíngzhèngqū wéihù guójiā ānquán fǎ) fue impuesta por Pekín el 30 de Junio de 2020 en respuesta a las protestas del año anterior contra el Proyecto de ley sobre Delincuentes fugitivos y Asistencia judicial recíproca en asuntos penales que buscaba enmendar las ordenanzas 503 y 525 respectivamente, y es calificada de draconiana porque establece penas hasta de cadena perpetua por reuniones y manifestaciones contra el régimen. Hasta Marzo de este año, hubo 175 arrestos y otros 110 procesos judiciales bajo esta normativa.
Los arrestos se produjeron días después de que Pekín nombrara al exjefe de seguridad, John Lee Ka-chiu, como director ejecutivo de la ciudad. Lee Ka-chiu (quien es católico declarado y –en un claro juego de homofonía– llamado el ‘Pikachu’ de Pekín) jugó un papel decisivo en la promoción del proyecto de ley de extradición e implementar la Ley de Seguridad Nacional, y también actuó para proteger a la policía de la rendición de cuentas por el uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes, amparándose incluso en la Ordenanza Regulatoria de Emergencia, promulgada por el gobierno colonial británico para combatir la huelga de marineros de 1922. Su designación fue controversial porque era candidato único y porque la agencia periodística investigativa FactWire reveló conflicto de intereses toda vez que sus dos hijos Gilbert Lee Man-lung y Lee Man-chun tienen vínculos respectivamente con Diana Ferreira Cesar y Li Sing-tui, miembros del Comité de Elecciones.
Ante estos arrestos (que confrontan al Vaticano de Bergoglio y Parolin por su Ostpolitik 2.0 con el régimen comunista chino), el portavoz vaticano Matteo Bruni publicó una nota de prensa diciendo: «La Santa Sede ha sabido con preocupación la noticia del arresto del cardenal Zen y está siguiendo con extrema atención el desarrollo de la situación». Y la diócesis de Hong Kong publicó al día siguiente un comunicado que no rechaza ni condena el arresto de su otrora ordinario, calificándolo como un “incidente”:
TRADUCCIÓN
RESPUESTA DE LA DIÓCESIS CATÓLICA DE HONG KONG AL INCIDENTE DEL CARDENAL JOSEPH ZENLa Diócesis Católica de Hong Kong está extremadamente preocupada por la condición y la seguridad del Cardenal Joseph Zen y estamos ofreciendo nuestras oraciones especiales por él.Siempre hemos defendido el estado de derecho. Confiamos en que en el futuro seguiremos disfrutando de la libertad religiosa en Hong Kong bajo la Ley Básica.Instamos a la policía de Hong Kong ya las autoridades judiciales a manejar el caso del cardenal Zen de acuerdo con la justicia, teniendo en cuenta nuestra situación humana concreta.Como cristianos, creemos firmemente que:“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Salmo 23, 1).
Y para más inri, el Secretario de Estado vaticano Pietro Parolin Miotti, enemigo personal declarado de Zen por criticar el acuerdo secreto del Vaticano con el PCCh sobre la Iglesia en China de 2018, se contentó con decir que expresaba su “vicinanza” (cercanía) para con él, pero se negó a ver el arresto como una “desautorización” al referido concordato-capitulación; y espera que «iniciativas como ésta no compliquen el ya complejo y nada sencillo camino del diálogo entre la Santa Sede y la Iglesia en China», demostrando que en Casa Santa Marta, el problema era Zen, el mismo Zen a quien Francisco “El misericordioso” se negó a recibir un lluvioso 27 de Septiembre de 2020 y que declaró que no quiere ser sepultado en la catedral de la Inmaculada Concepción de Hong Kong junto a los colaboracionistas pro-Pekín, sino en un cementerio junto al pueblo por el cual luchó.
A semejanza del cardenal-príncipe József Mindszenty en Hungría o
Aloysius Stepinac en Croacia, Joseph Zen será recordado como un luchador
por la libertad de su país no temiendo a la cárcel, el exilio o a la muerte, mientras que Bergoglio –igual que sus
antecesores Roncalli y Montini– quedó colgado en la cruz de la vergüenza
como el vulgar peón del comunismo que es.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)