Columna de Casey Chalk para CATHOLIC WORLD REPORT. Traducción propia.
EL FRENESÍ MEDIÁTICO SOBRE EL VIAJE DE BIDEN A ARABIA SAUDITA IGNORA EL VERDADERO ESCÁNDALO
El
presidente estadounidense Joe Biden golea sus puños con el príncie
heredero saudí Mohammed bin Salmán a su llegada al palacio Al Salmán en
Yeda, Arabia Saudita, el 15 de Julio de 2022 (Fotografía de CNS/Bandar
Algaloud,
cortesía de la Casa Real Saudita, vía Reuters)
El
reciente viaje del presidente Biden a Arabia Saudita estuvo tan plagado
de controversia que su administración decidió que era necesario
defenderse con una contra-editorial en el Washington Post. Eso no detuvo a la empresa mediática socialdemócrata (aún humeando
sobre el probable asesinato del periodista Jamal
Khashoggi en 2018 por el régimen saudí) de expresar su desacuerdo con
la visita para reunirse con el príncipe heredero saudí Mohammed bin
Salmán (MBS). «Biden choca los puños con MBS después que una vez votó por hacer a Arabia Saudita un estado ‘paria’», informó NBC News con obvia consternación. Fred Ryan, publicista y director ejecutivo de The Washington Post (para quien Khashoggi trabajó), llamó «vergonzosas» las interacciones de Biden con MBS en el palacio real en Yeda, Arabia Saudita, mientras la columnista Karen Attiah del WaPo la calificó como una «crasa traición».
Ni la administración Biden es la única en afrontar presiones por intimar con los saudíes. Durante meses
el golfista profesional Greg “El Tiburón” Norman ha afrontado presión
de periodistas deportivos y colegas golfistas por su promoción de la
liga internacional de golf LIV financiada por saudíes, que ha atraído grandes nombres
como Phil Mickelson, Dustin Johnson y Sergio García. La columnista deportiva del Washington Post
Sally Jenkins llamó a Norman un «bolso de mano falso»
y lo fustigó por su «trabajo horrible y depredador para el homicida régimen saudí».
Aun con toda la fanfarronería elitista respecto a distinta cooperación
o complicidad de varios políticos, deportistas y celebridades en las
actividades del régimen saudí, su primaria reacción sobre los anillos
malvados de Riyad es un poco hueca. No es porque Arabia Saudita no sea
culpable de un gran mal. Es porque el asesinato de Khashoggi y su maltrato a las mujeres
son solo los síntomas de un mal mucho mayor: la adhesión del régimen y
proliferación de una rama extremista del islam que ha causado
incalculable caos letal alrededor del mundo y puso en riesgo las vidas
de millones de cristianos.
La rama particular del islam practicada y endosada oficialmente por la casa de Saúd es el Wahhabismo, un sistema radical de creencias que mira con desdén no solo a los no musulmanes, sino incluso a otras formas del islam. Es explícitamente antisemita (sic). Aquí un ejemplo
de lo que se enseña en las secundarias saudíes: «No vendrá el Día del
Juicio hasta que los musulmanes combatan a los judíos, y los musulmanes
matarán judíos htasta que el judío se esconda tras un árbol o una
piedra. Entonces el árbol y la piedra dirán: “¡Oh, musulmán!, ¡oh siervo
de Dios!, un judío se esconde detrás mío, ¡ven y mátalo!”. Excepto un
tipo de árbol, el garqad, que es un árbol judío. Ese no lo dirá» (Hadiz
Muslim, libro 41, número 6985).
Esta
es la catequesis islámica dada a Osama bin Laden cuando era niño. De
los 19 secuestradores de al-Qaeda responsables por el 9-11, 15 de ellos eran ciudadanos saudíes. La segunda mayor fuente
de combatientes extranjeros para el Estado Islámico en Iraq y Siria fue Arabia Saudita. «El
dinero proveniente de Arabia Saudita presuntamente va a to al-Qaeda en
al Penínula Arábiga (AQAP), la central de al-Qaeda, y sus grupos
afiliados, incluyendo Lashkar-e-Taiba, el grupo militante paquistaní», indicó un reporte por el Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
Y los saudíes han sido muy exitosos en propagar su rama extremista del islam alrededor del mundo. De acuerdo a un informe, muchos líderes de los talibanes fueron educados en madrasas financiadas por saudíes en Pakistán, 24.000 escuelas. Hay madrasas financiadas por saudíes en Tailandia, Malasia, Indonesia,
y muchos otros países alrededor del mundo musulmán (y no musulmán). Si
quieres saber cuánto se ha propagado el islam antioccidental,
anticristiano y antisemita (sic) alrededor del mundo, inspirando miles
de ataques terroristas, y motivando a mulás radicales a acosar, amenazar
y agredir físicamente a amigos míos cristianos paquistaníes, no mires más lejos de Arabia Saudita.
No
es solo la ideología violenta responsable por miles de muertes
alrededor del mundo. Arabia Saudita es también un lugar terrible para
los cristianos. No hay iglesias legales en el país,
y regularmente los trabajadores migrantes cristianos sosn deportados si
son descubiertos reuniéndose para el culto, a pesar del hecho que
presuntamente más de un millón de personas que viven allí son cristianos. Convertirse del islam es considerado legalmente como apostasía
y se castiga con la muerte, aunque los ciudadanos saudíes que se
convierten al cristianismo muy probablemente son asesinados por miembros
de su propia familia.
También es ilegal para los saudíes poseer una Biblia, y las biblias no son permitidas en el país (bajo pena de muerte).
Un amigo católico que vivió en Arabia Saudita por varios años raramente
asistía a Misa, porque la única posibilidad que tenía era cuando un
sacerdote visitaba la embajada de una nación predominantemente católica.
Personas han sido severamente castigadas por tratar de propagar la fe cristiana. Según Open Doors USA,
Arabia Saudita es la undécima peor nación del mundo para los
cristianos, detrás de países como Afganistán, Corea del Norte, y
Somalia.
Si
estás consumiendo solo informes de las empresas mediáticas
tradicionales, probablemente no oirás mucho sobre esto. Ellos están más enfocados
en criticicar a Arabia Saudita a los esfuerzos corporativos
occidentales para impulsar la ideología LGBTQ+. O sobre el asesinato de
un periodista soltero (que era un bígamo en secreto)
hace cuatro años: esto no desvía mucho de la naturaleza horrible e
injustificada de su muerte, sino que simplemente señala que los medios
han ido más millas retóricas sobre la muerte de Khashoggi que las
millones de minorías cristianas perseguidas y las miles de personas
asesinadas por las acciones y propaganda del régimen saudí.
En
otras palabras, las élites en las empresas mediáticas tradicionales y
empollones de política exterior están más preocupados con sus propios
intereses estrechos (v.g. los derechos LGBTQ+) que con los males mucho
mayores perpetrados por los saudíes. Ellos conjurarán miles de
contraeditoriales y caricaturas políticas
para expresar su disfavor con los saudíes por matar a uno de los suyos,
pero son comparablemente silentes cuando se va a décadas de
responsabilidad saudí por el terrorismo global y la persecución de
minorías religiosas. Ellos censurarán a los golfistas profesionales por
beneficiarse del “dinero sangriento” saudí, pero omitirán los cientos de millones de dólares que los saudíes bombean a instituciones académicas estadounidenses de las cuales se graduaron, incluyendo el M.I.T., Harvard, y Georgetown.
Hay una razón por la que el respetado estudioso Darío Fernández Morera no publicó su ampliamente aclamado libro
explicando el mito del Paraíso Andalusí con una editorial
universitaria. Es la misma razón por la que los estudios islámicos
contemporáneos en los Estados Unidos no ofrecen los tipos de críticas
agresivas al Islam o el Corán que uno encuentra en los programas de
estudios religiosos de las universidades: tales estudios amenazarían la
vaca lechera del donante de fondos del Golfo. Muchas de nuestras
prominentes universidades están agradecidas con los extremistas
musulmanes que restringen la libertad académica.
Entonces
hay una buena razón para ser un poco escépticos sobre la crítica de la
élite tecnócrata a Arabia Saudita. Para alguien que conoce a muchas
familias paquistaníes cristianas que han sufrido por la ideología cruel e
intolerante de los saudíes,
los señalamientos socialdemócratas sobre Khashoggi y la prohibición de las banderas arcoíris
por Riyad son un poco desafinados. Durante uno de mis viajes a
Afganistán, uno de mis superiores, que anteriormente había servido en
Arabia Saudita (y frecuentemente no era capaz de practicar su fe
católica mientras estuvo allí),
me dijo que los saudíes eran más o menos equivalentes a los talibanes,
excepto que ellos usan relojes de pulsera de oro mientras ejecutan a sus enemigos. Cómo consiguieron semejante aparato refleja décadas de élites estadounidenses haciendo la vista gorda ante el mal.
The trip of Biden to Saudi Arabia was an humiliaton for him:
ResponderEliminar1. He was receibed, not by the King Salman or his son MBS, but for the governor of Yeddah, the Prince Saud bin Abdullah bin Jalawi, as if he was an inferior official.
2. The goal of Biden’s junket was to convince the Saudis to increase oil production, in face of the war of Ukraine. The answer was “NO”.
3. The Saudi decision to open its airspace to Israeli planes was announced before Biden reached Saudi Arabia, denying the chance to take the credit for this.
https://www.jns.org/opinion/the-israeli-journalist-who-visited-mecca-should-be-worried/