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martes, 20 de diciembre de 2022

GALLINERO CUIDADO POR UNA COMADREJA: DOCTRINA DE LA FE, EN MANOS DE UN ULTRAMODERNISTA ALEMÁN

De hace varios días se viene comentando que el modernista Heiner Wilmer sería nombrado prefecto del deuterovaticano Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en remplazo de un Luis Ladaria Ferrer SJ en tiempo extra y caído en desgracia ante Bergoglio. Pero, para comprender el contexto y los alcances de esto, traducimos esta columna del periodista italiano Andrea Gagliarduci en MONDAYVATICAN.
   
   
  
La bomba, lanzada por el sitio web Messa in Latino la semana pasada, concierne al nombramiento del nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Si los rumores son confirmados, seguirá siendo un religioso (el existente, el cardenal Ladaria, es un jesuita), pero más joven, un obispo y alemán de la orientación de ese Synodaler Weg que el Papa Francisco no ha omitido cuestionar porque –en palabras del Papa– «en Alemania ya hay una iglesia evangélica». Su nombre es Heiner Wilmer, dehoniano, de 61 años, y desde 2018 obispo de Hildesheim.
  
Su nombre habría circulado por primera vez en el último encuentro del Consejo de Cardenales, mencionado por el Papa, que habría estado impresionado por la forma de pensar de este joven teólogo alemán. superior general de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús por tres años. Wilmer no ha dejado de ser crítico de la Iglesia Católica, arguyendo en 2018 que «el abuso de poder está en el ADN de la Iglesia». Y, al hacerlo así, no dudó en referirse al pensamiento de Eugene Drewermann, un ex-sacerdote y psicoterapista que aplicó psicología profunda a la lectura de la Biblia.
   
La Congregación para la Doctrina de la Fe sancionó a Drewermann, y para su 65.º cumpleaños, él se dio el “dudoso” regalo de abandonar el catolicismo.
   
Drewermann cuestionó la misma institución de la Iglesia, el celibato sacerdotal, e incluso la misma Biblia, la cual presentó como un conjunto de símbolos en vez de un relato histórico. Fue para responder a este tipo de acercamiento, propagado ampliamente en Alemania, que Benedicto XVI escribió su trilogía Jesús de Nazaret [que sin embargo, está plagada de herejías, N. del T.]. Porque más allá de los símbolos, la Biblia es también una historia precisa y concreta de pueblos, y también lo es la vida de Jesús.
     
Si el nombramiento de Wilmer fuera confirmado (los rumores dicen que podría serlo tan temprano como hoy [ayer]), el Papa Francisco habría dado así una bienvenida definitiva al enfoque que existió antes de Juan Pablo II y luego después de Benedicto XVI. Pero también lo haría para desafiar una idea sustancial, a saber, que se debe permanentemente preservar la institución.
   
Si Wilmer dijo que el abuso está en el ADN de la Iglesia, lo dijo también pensando en las obras de Drewermann, definido como «un profeta de nuestro tiempo desconocido por la Iglesia».
  
Entonces, ¿por qué el Papa Francisco se habría guiado a esa decisión? ¿Qué lo convenció?
 
Leyendo la entrevista de Wilmer del 2018, encontramos muchas ideas que también pueden encontrarse en el pontificado del Papa Francisco.

Cedamos la palabra al obispo Wilmer.
«A veces pienso: ¿quién determina exactamente qué es católico? Continuamos comportándonos como si fuera la jerarquía, como si los obispos tuvieran el derecho al marbete católico. ¡Es un error! Nosotros no somos un Stiftung Warentest [Fundación y organización de investigación para los consumidores alemanes, N. del T. original]. Debemos ser destinatarios y oyentes que aprenden en diálogo con los hombres y mujeres católicos, pero también con los cristianos de otras confesiones y los no creyentes. Si esto es teológicamente claro, entonces están las consecuencias respecto al escándalo de abusos: para detener el mal en la Iglesia, necesitamos un control efectivo de poder en la Iglesia. Necesitamos una distinción de poderes, un sistema de “Checks and Balances” [“controles y contrapesos” como en el sistema democrático, N. del T. original]».
Y una vez más:
«Cuando escucho del cardenal Gerhard Müller que los laicos no pueden juzgar a los ministros consagrados según el orden religioso de la Iglesia, yo solo puedo decir: esto no es verdad. En los primeros siglos, los diáconos y sacerdotes siempre fueron elegidos para el oficio de obispo por aclamación del pueblo. En Colonia, como sabéis, en la Edad Media, los ciudadanos repetidamente se levantaron contra el poder de su arzobispo, y, en 1288, en la batalla de Worringen [librada el 5 de Junio de 1288 como parte de la Guerra de Sucesión de Limburgo, donde el ducado de Brabante se anexó el ducado de Limburgo y el arzobispo de Colonia fue tomado prisionero, N. del T.], ellos ganaron la libertad de su señor feudal. Habían muchas más formas de participación en la Iglesia que las que tenemos hoy. Debemos evitar ser víctimas de olvidar nuestra historia».
Frecuentemente, el Papa Francisco se hace eco de esta postura de escuchar a los laicos y de controlar el poder llevado a cabo por contacto personal y nunca institucional, pero también con la decisión de permitirle al tribunal vaticano juzgar cardenales o prelados. Y luego, está esta idea de la misión canónica, que es conferida por el obispo y puede ser atribuida a cualquiera. Este es el centro de la reforma de la Curia, pero también un paso atrás comparado al Concilio Vaticano II, que había vinculado el poder al orden precisamente para evitar abusos. Y lo mismo pasó cuando fue decidido que los ministros consagrados no podían ser juzgados: fue una forma de garantía, creda no para defender a la Iglesia como institución, sino para proteger el sacramento.
  
Sin embargo, la línea súper-pragmática del Papa no tiene estos matices, ni los mira en la historia. Según el Papa, las realidades son más grandes que las ideas. Sin embargo, algunas ideas corresponden a los pensamientos del Papa y forman la realidad en la visión del Papa.

El obispo Wilmer, sin embargo, fue inspirado por Drewermann, como se ha mencionado. Y es aquí donde las cosas se ponen más interesantes. Su obra mejor conocida es “Clérigos: psicograma de un ideal” (en alemán „Kleriker: Psychogramm eines Ideals“). En casi 700 páginas, Drewermann investiga la formación y funciones sacerdotales a la luz de la psicología profunda. La tesis del libro es que quienes van al seminario lo hacen para escapar de su sexualidad, buscando refugio en el odiado aparato eclesial, reducido a una suerte de escondite. Lleno de trampas, sin embargo, dado que este causaría neurosis en los nuevos sacerdotes debido a la incansable locura y estudio desesperado de los elementos fundamentales de la doctrina católica. Todas cosas que deberían ser eliminadas, escribe el autor.

«Es grave –dijo hace algunos años en una entrevista con el periódico alemán Publik-Forum– la esquizofrenia que el dogma eclesial causa conscientemente», y es «que la interpretación de la Biblia y los contenidos de la fe cristiana no deben ser hechos en un nivel simbólico, sino solo ideológicamente, en el sentido de dogmas objetivos o hechos históricos».
  
Esta postura también refleja, en cierta forma, el pensamiento del Papa Francisco. Para el Papa Francisco, la Iglesia no puede ser en realidad un nido lleno de trampas, sino que es la Iglesia del pueblo, hecha por el pueblo y alimentada en las periferias. Solo esta Iglesia, así formada, puede ser auténtica, precisa y veraz. Y no importa, para el Papa Francisco, si esto es cuestión de derribar alguna estructura. A veces, piensa, esto es necesario y saludable.
  
¿Entonces este será el enfoque del Dicasterio para la Doctrina de la Fe? Es posible. Si el Papa lo ha decidido, seguirá adelante con el nombramiento, más allá de cualquier objeción posible.
  
De hecho, este nombramiento parecería ser una señal de favor hacia el Synodaler Weg y el enfoque de los obispos alemanes, abiertos a revisar el celibato por los temas de la sexualidad y el abuso de poder en la Iglesia.
  
Pero fue el mismo Papa quien criticó el Synodaler Weg, no compartiendo totalmente su enfoque.
  
El hecho es que, ahora, la elección del Papa podría caer en este obispo-religioso, que parece ser la cara de una nueva ola teológica que busca aplicar el Concilio Vaticano II en un sentido más literal que lo que se ha hecho hasta ahora. Una autonegación, en cierto sentido, de pontificados anteriores.
  
Pero también es un repudio de la línea de Benedicto XVI, que de hecho había elegido a un alemán como prefecto de la Doctrina de la Fe, pero uno en línea con la doctrina de la Iglesia: el cardenal Gerhard Ludwig Müller. Debe señalarse que Müller es también un profundo conocedor de la Teología de la Liberación y un amigo personal del fundador de esta teología, Gustavo Gutiérrez.
  
En esta última fase del pontificado, ¿el Papa Francisco está cerrando una era? Tal vez. Puede haber otras motivaciones más “políticas” en esta posible elección del Papa Francisco. Es decir, concederle al mundo alemán un teólogo de cierta apertura a la Doctrina de la Fe para frustrar su movimiento sinodal, que busca incluso cambiar la doctrina de la Iglesia.
  
La noticia es solo un rumor, pero podría ser confirmada pronto. Se espera también el anuncio del nuevo prefecto para los obispos, esencial para los próximos nombramientos episcopales. Pero, probablemente habría una sorpresa si el nombramiento de Wilmer tiene lugar.
  
En realidad, de llegar Wilmer, muchas declaraciones del Papa Francisco serán también vistas bajo esta luz: ¿fueron reales, o solo intentaron atraer la atención de un mundo progresista específico?

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)