Noticia tomada de distintas fuentes.
El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó el 12 de Julio la resolución A/HRC/53/L.23 titulada “Lucha contra el odio religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia”, condenando la quema del Corán y otros libros religiosos.
La resolución, presentada por Pakistán y Palestina (y aprobada por Argelia, Argentina, Bangladés, Bolivia, Camerún, China, Costa de Marfil, Cuba, Emiratos Árabes Unidos, Eritrea, Gabón, Gambia, India, Kazajistán Kirguistán, Malasia, Malaui, Maldivas, Marruecos, Senegal, Somalia, Sudán, Ucrania –no obstante la persecución a la Iglesia Ortodoxa canónica por el régimen de Vladímir Zelenski y su Regimiento Azov–, Uzbekistán y Vietnam), contó con la oposición de Estados Unidos y sus estados vasallos Alemania, Bélgica, Chequia, Costa Rica, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Lituania, Luxemburgo, Montenegro y Rumanía. Los representantes de Benín, Chile, Georgia, Honduras, Méjico, Nepal y Paraguay se abstuvieron de votar.
La resolución vino después que el refugiado iraquí Salwan Momika (foto), de 37 años, quemó un Corán en las afueras de la mezquita central de Estocolmo (Suecia) el 28 de Junio después de serle negada la residencia permanente (hecho que suscitó protestas en países musulmanes y que fue rechazado por Francisco Bergoglio). Ahora, el régimen sueco ha “permitido” la quema de un ejemplar de la Biblia y de la Torá fuera de la embajada israelí el 15 de Julio, lo cual ha sido condenado por el presidente israelí Isaac “Bugi” Herzog [finalmente, el solicitante anónimo de ese permiso decidió no efectuarlo, según medios suecos].
En un hecho no relacionado, el activista sueco Lucas Ljungkvist, quemó en una protesta en Helsinborg una copia de la Carta de la OTAN. Ljungkvist, de 29 años, inicialmente había obtenido permiso para protestar contra la solicitud del país escandinavo para unirse a la OTAN quemando un Corán y otros libros religiosos, pero luego cambió de decisión y quemó los estatutos de la organización atlántica.
Si bien Suecia abrogó la ley antiblasfemia en 1971 (que protegía a la entonces estatal Iglesia Luterana) en favor de una pretendida “libertad de expresión”, actualmente tiene otra más draconiana para proteger de críticas su superstición homosexualista.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)